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Juan Cabré, el arqueólogo olvidado que defendió el Museo Cerralbo de las bombas durante la Guerra Civil
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SE LIBRÓ DE LAS BOMBAS EN LA GUERRA CIVIL

Juan Cabré, el arqueólogo olvidado que defendió el Museo Cerralbo de las bombas durante la Guerra Civil

Pionero de la arqueología científica en España, protegió el legado del marqués de Cerralbo durante la contienda. Fue también director del Museo Nacional de Antropología. Ahora el Ayuntamiento de Madrid le recuerda a él y a su hija con una placa

Foto: Archivo Familia Cabré. Juan y Encarnación Cabré al comienzo de su colaboración científica. Hacia 1928.
Archivo Familia Cabré. Juan y Encarnación Cabré al comienzo de su colaboración científica. Hacia 1928.

Situado en el número 17 de la calle Ventura Rodríguez, el palacio que perteneció al marqués de Cerralbo es hoy un espacio expositivo que no se entendería sin el trabajo realizado por Juan Cabré, arqueólogo de prestigio y padre de la primera arqueóloga de España.

Turolense de familia humilde, pronto en la capital se empezó a labrar un futuro que ha pasado a la posteridad. Juan Cabré, primero de una larga estirpe de arqueólogos, fue el precursor de la ahora denominada arqueología científica. De la mano del decimoséptimo marqués de Cerralbo, Cabré jamás dejó de excavar decenas de yacimientos y estudiar el arte rupestre de forma pionera por toda la península. Durante la Guerra Civil se dedicó a salvaguardar la colección del marqués, así como defender de las bombas los materiales almacenados en el Museo Nacional de Antropología. Ahora, su figura empieza a ser conocida por el gran público casi ocho décadas después de su muerte y el pasado mes de mayo el Ayuntamiento de Madrid descubrió una placa en su recuerdo y en el de su hija.

Gabriela Polak, autora de la única tesis doctoral que existe sobre Juan Cabré, estudió el legado que la familia cedió a la Universidad Autónoma de Madrid. "Nació en Calaceite, en Teruel, en 1882. Cabré se crio en una familia muy humilde y sabemos que sus primeros estudios tienen lugar en el seminario de San José de Tortosa, entre 1894 y 1900", introduce esta experta. Más tarde llegaría su primera especialización con los estudios en la Escuela de Artes y Oficios de Zaragoza, hasta 1903.

Es aquí donde Cabré comienza a ver la importancia de la fotografía en la arqueología, hasta el momento apenas utilizada, para documentar todos los procesos de excavaciones y yacimientos, así como en los catálogos monumentales. "Cuando terminó estos estudios en la capital aragonesa, Cabré entró en contacto con los intelectuales de la región. Junto a Sebastián Montserrat creó una sociedad que llamaron Inquietos Bajoaragoneses", apunta la arqueóloga Polak, quien ahora se dedica a estudiar legados documentales.

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En ese momento, Cabré se empezó a interesar mucho más por la historia, geografía y arqueología de la zona. A partir de 1903, su formación tuvo lugar en Madrid, en la Escuela Especial de Pintura, Escultura y Grabado, conocida como Academia de Bellas Artes de San Fernando. Fue en la capital donde Cabré entró en contacto con el marqués de Cerralbo, por aquel entonces el carlista Enrique de Aguilera y Gamboa.

Inventariar el tesoro Cerralbo

La directora del Museo Cerralbo de Madrid, Carmen Jiménez Sanz, indica que fue el marqués quien, a través de su testamento, dejó en manos de Cabré la dirección vitalicia del recién creado Museo. "La familia Cabré empezó a vivir en este palacio de la calle Ventura Rodríguez en 1922, cuando muere el marqués, años después de que el turolense avivara en él su espíritu arqueológico nada más coincidir ambos en la capital", explica la también arqueóloga.

Esta dupla dio forma a la arqueología española de principios del siglo XX en el interior peninsular, ya que Cabré apoyó como fotógrafo y dibujante los 118 yacimientos que en menos de dos décadas excavó el marqués de Cerralbo, hasta la muerte de este. A partir de entonces, la perfecta simbiosis que formaron continuó a través del espíritu que nunca abandonó a Cabré. "El marqués donó su palacio y las colecciones que atesoraba al Estado y dejó por testamento que se debería crear un patronato para garantizar la vigencia del museo", comenta la directora.

placeholder Vista de la fachada del Palacio desde la calle Ferraz. (Archivo)
Vista de la fachada del Palacio desde la calle Ferraz. (Archivo)

En esos años, Cabré desempeñó la ardua tarea de redactar el Inventario General de Colecciones como primer paso documental del nuevo Museo para que el Estado pudiera aceptar el legado, algo que sucedió en 1924. "Lo hizo con el apoyo de su esposa Antonia, quien mecanografió los inventarios", precisa la arqueóloga al frente del Cerralbo.

La defensa del Cerralbo ante las bombas

Gracias a una pequeña aportación económica del por entonces Ministerio de Instrucción Pública, Cabré se encargó también de blindar el edificio para hacerlo más seguro. En 1928 redactó la que sería la primera guía del Museo, y casi una década más tarde su empeño estuvo enfocado en salvaguardar el enclave.

"Como tantos otros intelectuales, en 1936 comenzó una labor muy dura, pues el frente de guerra estaba muy cerca de la casa-museo. Aunque otros decidieron marcharse a Valencia, Cabré prefirió quedarse en la capital defendiendo como mejor sabía el palacio y las colecciones del marqués de los embates de los rebeldes, incluso diseñó acciones de salvaguarda de estos bienes", concreta Jiménez. En esos tres años de guerra, tras la retirada de otros intelectuales a zonas más seguras del país, Cabré también fue director del Museo Nacional de Antropología.

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Despacho de Juan Cabré. (Cedida)

Asimismo, durante la contienda, toda su familia, le ayudó en el salvamento de colecciones. "Ahí también le apoyó su hija Encarnación Cabré, quien jugó un papel determinante tanto junto a su padre como tras su muerte, ya que se convirtió en la primera mujer arqueóloga de España", recalca Jiménez.

Sin embargo, el patronato del Museo Cerralbo cambió en 1939: "En lugar de condecorarle por sus hazañas de salvaguarda durante la contienda, lo que hicieron fue destituirle, algo ilegal porque el marqués le había nombrado director vitalicio", apunta la directora. Más tarde, Cabré también inventarió las colecciones arqueológicas donadas al Museo Arqueológico Nacional y al Museo Nacional de Ciencias Naturales.

Trabajos con vigencia actual

Polak, la doctora especializada en Cabré, incide en que a principios del siglo XX el arqueólogo también se empezó a interesar por la documentación del arte rupestre. Sus trabajos llegaron a llamar la atención de investigadores franceses, lo que le permitió formar parte del Instituto de Paleontología Humana de París. "Junto con otro experto, Cabré comenzó a dibujar todo lo representado por el arte rupestre en la península y a publicar sus resultados", añade la misma Polak.

Fruto de estas investigaciones fue la monografía El arte rupestre en España, publicación que vio la luz en 1915 y estuvo prologada, precisamente, por el marqués de Cerralbo. Fue la primera ocasión en la que se sistematizó una síntesis del arte rupestre en el país.

Por otro lado, Cabré fue nombrado el primer comisario de la Comisión de Investigaciones Paleontológicas y Prehistóricas de España en 1912. Cuatro años después se creó el Centro de Estudios Históricos, germen del actual CSIC, donde a partir de 1916 Cabré se focalizó en el estudio de la cultura ibérica. "Es uno de los precursores de lo que hoy denominamos arqueología científica. Vivió en una época excepcional para la arqueología española porque era un sector todavía no profesionalizado y él fue uno de los principales protagonistas a la hora de aplicar nuevos parámetros y metodologías en el estudio", desarrolla la experta.

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En estos años, Cabré excavó yacimientos como Las Cogotas en Ávila, El Santuario Ibérico del Collado de los Jardines en Jaén, la Necrópolis Ibérica de Tútugi en Galera (Granada), o la Cámara Funeraria de Toya en Peal de Becerro (Jaén). Asimismo, dedicó muchos años a excavar el Poblado Ibérico de Azaila en Teruel, desde 1919 hasta 1944. "Una de las aportaciones más importantes de estas excavaciones fueron los hallazgos en torno a la cerámica ibérica, cuyos resultados presentó en el Corpus Vasorum Hispanorum", recalca la investigadora. En definitiva, Cabré formó parte de todas las instituciones vinculadas a la arqueología creadas a partir de 1900.

Una vida de conocimiento

Los cargos que ostentó a lo largo de toda su vida no fueron lineales. De esta manera, Cabré se convirtió en 1920 en "colector", lo que hoy sería personal técnico de museos, en el Museo Nacional de Antropología, donde catalogó gran parte de los materiales que atesoraba. Tras su abrupta salida del Museo Cerralbo, el eminente arqueólogo también puso sus conocimientos al servicio del Museo Arqueológico Nacional como preparador de la Sección de Prehistoria y Edad Antigua desde 1942 hasta 1947, cuando muere.

La perspectiva aportada por Cabré a lo largo de su vida vino influida por su afán y espíritu de saber, un saber que no entendía de fronteras. En 1935 obtuvo una beca de la Junta de Ampliación de Estudios para realizar un viaje que le llevó a recalar en 15 países europeos para visitar sus museos más emblemáticos. "La idea era conocer la museología y museografía de estos lugares, cómo se exponían los objetos para luego aplicarlo en museos españoles, especialmente el Cerralbo", explica Polak. Es esta estudiosa del legado Cabré quien determina que el arqueólogo turolense también formó parte de los primeros autores que realizaron los primeros catálogos monumentales de España. Uno de los mayores reconocimientos que recibió fue la condecoración de la Orden de Alfonso X El Sabio en 1945.

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Polak considera que "si uno se aproxima al estudio de la arqueología española desde el punto de vista historiográfico, tanto material como cultural, tiene que pasar por Juan Cabré". Jiménez, la directora del Museo Cerralbo, recalca que la familia Cabré siempre ha apostado por la donación de su importante legado a instituciones públicas con el objetivo de facilitar el acceso a su propia historia.

Sin embargo, tanto Juan como su hija Encarnación siguen siendo unas figuras apenas conocidas por el gran público. "Desde los museos y los centros de estudio intentamos que cada vez se sepa más quiénes fueron y todo lo que aportaron. Ahora que parece que vivimos en una situación de desánimo y decepción, debemos fijarnos en estas personas que dieron lo mejor de sí mismos y sirvieron como nadie a su país en momentos tremendamente difíciles", zanja la directora.

Situado en el número 17 de la calle Ventura Rodríguez, el palacio que perteneció al marqués de Cerralbo es hoy un espacio expositivo que no se entendería sin el trabajo realizado por Juan Cabré, arqueólogo de prestigio y padre de la primera arqueóloga de España.

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