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Toros de la Feria de San Isidro | Cuando te apuntas a Tinder
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Toros de la Feria de San Isidro | Cuando te apuntas a Tinder

La corrida en Las Ventas presentó toros impresionantes de Fuente Ymbro, pero solo Román logró destacar con una faena vibrante, mientras que el resto fue más fachada que sustancia

Foto: Diego San Román. (EFE/Borja Sánchez-Trillo)
Diego San Román. (EFE/Borja Sánchez-Trillo)

Plaza Monumental de Las Ventas, 25 de mayo de 2025
15ª de Feria.

Prácticamente lleno, ratificando los excelentes datos de taquilla de esta feria, que puede ser histórica en cuanto a asistencia después de aquellos años ochenta dorados. Tarde calurosa al sol y perfecta a la sombra, el viento se hizo presente a partir del tercer toro. Sin ser un gran condicionante.

Seis toros de Fuente Ymbro de entre 552 y 590 kilos. De impresionante planta, un corridón de toros. Serios, cuajados, astifinos, aleonados. Daban miedo en los vídeos que ví de ellos esta mañana, imagínense moviendose en la plaza y sobre todo de pie enfrente de ellos. Primero marcó el alto listón de presencia de la corrida. Embistió fiero a los trastos. Aunque manifestó tendencia a irse suelto, repitió sin demasiada clase, se paró incluso al final. Segundo, largo e imponente, algo más bajo. Barbeó tablas, intentó saltar. Querencioso, hizo cosas rozando la mansedumbre y sin embargó embestía al galope y humillado. En la muleta repitió, pero sin entregarse del todo y flojeando por momentos. Tercero alto y corniveleto, capirote, serio. También flojo de salida. Se movió pero rebrincado, probablemente por esa manifiesta falta de fuerzas. Cuarto con dos pitones al cielo. Impresionante de planta. No cabían en la muleta la envergadura de sus defensas. Quinto aún más ofensivo e impresionante. Embistió de largo, con celo y transmisión a la muleta. Desde lejos y al galope. Bravo en la repetición, le faltó algo en los remates, pero dio un juego emocionante y vibrante. Sexto, en la misma línea estética, desarrolló peligro en la muleta. Toro para toreros curtidos.

-Curro Díaz, de salmón y oro, silencio y silencio.
-Román, de grana y oro, silencio tras aviso y oreja.
-Diego San Román, de lila y oro, que confirmaba alternativa, mató primero y sexto, palmas tras aviso y ovación tras petición y aviso.

Foto: Rui Fernandes en Las Ventas. (EFE)
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Soy usuario de Tinder a nivel antropológico. Miro cada cierto tiempo mi estatus de cincuentón en el mercado perverso de decir si sí, o si no, a golpe de primera vista. Mis resultados, discretos, los anoto en la egocentria de pensar que el Photoshop nos hace bien a cualquiera. No busco contacto, lo juro, más allá del virtual, de ver cómo está el mercado para este despojo humano si me llegara el divorcio y la vuelta a la conquista. Celebro que alguna pista me den los match conseguidos. Un like te arregla la vida, veinte te dan la energía para marcar ciertos límites y amenazar con tu huida en caso de más reprimenda. Todo es una falacia. Ni yo me atrevo a marcharme, ni ninguna de las ninfas que hicieron macth al petulante que puso fotos antiguas pensando en poder conquistarlas, terminaría conmigo. Y si terminaran me echo a temblar. No me iría con una chica que tuviera el listón tan bajo como para acabar en mi cama a simple primera vista. Ya lo dijo Groucho Marx. Nunca pertenecería a un club que me admitiera como socio.

La atracción que se basa en el flechazo, en estos tiempos de Tinder, cuentan con la dificultad de esas fotos posadas, la iluminación con trabajo, los morritos ensayados. Ofrecen unas miradas que después, a pie de tajo, resultan muy malogradas. Diferentes, sorpresivas.

Foto: El diestro Alejandro Chicharro lidia un toro durante la corrida de toros de la Feria de San Isidro. (EFE/Borja Sanchez-Trillo)
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Músculos y fondos de ensueño, cochazos, restaurantes de moda. Barcos, áticos y hoteles con suits que parecen casas, componen el decorado que tantas y tantas decepciones han ofrecido a los confiados que después del match, quedaron.

Es el poder de la imagen, tan alejada estos días de filtros y trucos de cámara, de la verdad de resultados viviendo la vida misma. Algo así pasó hoy en la corrida. Toros impresionantes, de esos que tendrían miles de likes a primera vista, y que cuando quedas con ellos no tienes ni de que hablar. No te gustan sus modales, no preguntan por tu vida. Van como pavoneándose de sus hechuras, sus medidas, y encima pagas la cuenta de haberte jugado los muslos. De copular, ni hablamos. Me refiero a que el triunfo, incontestable en la mass media, de estar al lado de modelos, de bellezas, no se remata con el remate y el sexo en la realidad de la quedada. Entra en juego la química en el vis a vis tras la primera vista. Y a veces, la química falla. Embistieron a su forma, ajenos a las peticiones de las muletas planas y bajas de sus pretendientes o conquistadores. Salvo el quinto, que con su alegría infinita de perseguir la muleta permitió una faena con vibra, con transmisión, duración y emociones, que habilitó que Román armara una cita completa que acabara en una oreja. Que eso, en terminología Tinder, son al menos besos y abrazos en una plaza como esta.

El resto todo fachada. Pero qué fachada, sabe Dios. Toros impresionantes, moldeados, de gimnasio. Ortopedias, estiramientos y prótesis descomunales daban con la belleza estándar del toro de San Isidro. Pechos, culos, miradas y hasta cardados lucían los seis modelos del hierro de Fuente Ymbro. Pitones firmes y tersos, largos y bien colocados, daban belleza de poster, de portada de revista, al encierro de los seis armónicos hermanos.

Foto: Corrida de toros en Madrid esta primavera (EFE/Fernando Villar) Opinión
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Lástima que el amor sincero reniega de la simple estética. Y basa el amor de veras en lo que se alberga dentro de cuerpos recios y bellos que tras la foto no son nada. Se movieron los seis toros, cada uno a su manera. Unos buscando las tablas, otras peleas ajenas. Excepto el movilísimo quinto perfecto para los ritmos de un Román, como decían los antiguos, que vino a revienta calderas.

Me impresionó el debutante. Confirmaba el queretano. Con riesgo y pata adelante, plantó cara a los astados con más cara de esta feria. Lejos del toro mexicano de procedencia saltillo que luce un par de bananas, nunca se le vio apurado. Al revés se vino arriba. Y eso ya es mucho apreciar teniendo en cuenta su altura, la del torero, no la altitud de Querétaro. Que ni estando de puntillas superaba las dos puntas de su lote el gallo blanco. Que así, me encanta, le llaman a los de aquel Estado, gallos blancos. En gallo estuvo el chamaco. Valiente y comprometido. Le tiró los tejos a ley, a esos modelos de Tinder que hoy vinieron a morder.

Curro en su veteranía pareció desubicado. No por su baja hombría, sino porque las citadas, léase su lote de cita a ciegas, no le dio ni cariño ni motivos para la paciencia. Nada pudo hacer el de Linares, mas que dar charla y ser amable. Imposible rematarse, más imposible la boda. Dio todo lo que pudo, pero igual que dos no discuten si uno se empeña en callarse, dos tampoco se enamoran si uno no se compromete, busca tablas o reniega de entablar conversación con los vuelos de la muleta de este torero señor.

Foto: Feria de San Isidro. (EFE/Juanjo Martín)
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Tarde en parte anodina, esperábamos más bodas. Pero Román dio lo suyo y San Román mostró ganas. Los toros fueron pintura, se movieron, discutieron, exigieron y lucieron. Las fotos de esta tarde harán carteles de toros. Las cabezas disecadas llenarán muchos salones. Pero es que la vida misma es mucho más que una escena congelada en cualquier móvil. Los toros son cuerpo y alma y hoy nos sobraron cuerpos y echamos de menos las almas.

Plaza Monumental de Las Ventas, 25 de mayo de 2025
15ª de Feria.

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