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Toros de la Feria de San Isidro | Ex Cathedra
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PLAZA DE LAS VENTAS

Toros de la Feria de San Isidro | Ex Cathedra

La tarde en Las Ventas estuvo marcada por la presencia de figuras políticas y una corrida de Victoriano del Río que, pese a un inicio flojo, culminó con un sexto toro memorable

Foto: Feria de San Isidro. (EFE/Juanjo Martín)
Feria de San Isidro. (EFE/Juanjo Martín)

Plaza Monumental de Las Ventas, 23 de mayo de 2025
13ª de Feria.

Lleno de no hay billetes, en una de las tardes con más expectación de la feria. Crece el interés por acudir a los toros, especialmente en tardes como esta. Mérito de la empresa en la promoción y la composición de los carteles, qué duda cabe. Tarde agradable de temperatura, pero muy molesta de viento. No dejó estar cómodos a los toreros en ningún momento. La tarde enfrió algo con la caída del sol y rebajó la influencia del viento, curiosamente. Acudió al callejón de la plaza la presidenta de la comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso a la que brindó su segundo toro Roca Rey. También acudió al callejón el alcalde de la ciudad Jose Luis Martinez Almeida.

Seis toros de Victoriano del Río, de entre 563 y 614 kilos. Bien presentados, en tipo, astifinos y con trapío. Buena corrida de toros al final, aunque, los tres primeros de flojo juego, decepcionantes por momentos. Alguno hasta mostró rasgos de mansedumbre, algo verdaderamente poco habitual en esta ganadería. Cuarto y sexto de nota. Primero, bajo y bien hecho, pero flojo. Segundo más alto y más cuesta arriba, no dio opción. Tercero serio pero mermado. Cuarto un verdadero camión, serio y amplio de pecho y con dos impresionantes pitones. Embistió con calidad en la muleta y fue a más en una faena intensa y larga, ovacionado en el arrastre. Buen toro. Impresionante de planta el quinto, hecho cuesta arriba, engallado. Galopó de salida, pero se vino abajo muy pronto. Flojo, pero con mucha clase, es posible que se lesionara en su encuentro con el caballo. No dio opción en la muleta. Sexto, también serio, protestado, aun no sé por qué, veleto y con buenas hechuras. Rompió a embestir con suprema clase y calidad. Un toro para soñar el toreo. Si no hubiera perdido en algunos momentos las manos, toro de discutir el indulto, y no exagero. Alabardero de nombre, como decían los antiguos, tenía un cortijo en cada pitón. Fuertemente ovacionado en el arrastre.

-Emilio de Justo, de nazareno y oro, silencio y oreja tras unánime petición.
-Roca Rey, de mostaza y oro, silencio y silencio tras aviso.
-Tomás Rufo, de verde aceituna y oro, silencio tras aviso y ovación.

Foto: Rui Fernandes en Las Ventas. (EFE)
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Gran tercio de banderillas de Fernando Sanchez y Sergio Blasco en el sexto. Saludaron montera en mano.

EX CATHEDRA

La infalibilidad papal es un dogma católico que sostiene lo siguiente: "El Romano Pontífice, cuando habla ex cathedra goza de aquella infalibilidad con la que el divino Redentor quiso dotar a su Iglesia en materia de fe y costumbres." No significa que el Papa no se equivoca. Significa que cuando habla en ese contexto, sus proclamaciones son incontestables. Para mí es una retorcida forma de decir que al jefe, cuando se pone serio, nadie le discute. Sorprende lo contemporáneo de tan contundente convicción. Se le ve el plumero a la Iglesia que siglos después de la marcha de su jefe terrenal retuerce el legado de Cristo y su mensaje a la conveniencia de su organigrama y al control jerárquico de sus súbditos. En concreto, lo de que el Papa no falla lo descubrieron en el reciente concilio del Vaticano I. En 1870, hace nada en términos eclesiásticos. Sí, el Papa no se equivoca, y sí, el Papa aunque quiera no falla. Se ve que los sindicatos platearon ciertas dudas, resueltas con inspiración divina, lo que las hizo incontestables. Y encima fueron recogidas en concilio y con cónclave, secreto y con recuento no supervisable.

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El Papa de la tauromaquia, a mi humilde criterio previo, resultaba ser peruano. Igual que Francis Prevost, recientemente proclamado León XIV, que consolidó los méritos de su nombramiento en la provincia de Chiclayo, una de las más pobres de toda aquella región. Dos Papas con vínculo peruano, pensé yo, mientras compraba las pipas. Tal era mi confianza en la infalibilidad de Roca. Yo, sin duda razonable, depositaba mi fe en su peruana muleta con más convicción y sumisión de la que me obliga mi formación católica y mi feligresía. El Papa, de apellido Rey, elegido como cabeza visible de esa iglesia a la que nos aferramos los que nos gustaría una puerta grande por tarde, peregrinamos hoy a las ventas convencidos del milagro. Roca Rey es infalible. No lo dijo ningún concilio, lo dijeron sus cojones que con tantas tardes de triunfo lograron fundar su iglesia en estos últimos años.

Tenía tanta fe en el salvador de la tauromaquia que dogmaticé estos días sobre su santidad, su sacrificio y hasta su posible resurrección.

Me olvidé de que las religiones, la fe y sus escrituras sucumben a la ley del toro. Esa que manda muy por encima de milagros y parábolas, de mensajes y sermones. El hombre propone, Dios dispone. Religioso, cristiano adagio. Pero cuando te sientas en la grada pensando en lo que te viene, conviene acabar la frase. El hombre propone, Dios dispone y el toro lo descompone.

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Ahí vi que los milagros dependen más del ganadero que del hijo del Dios del toreo. Un lote imposibilitado para convertir a las masas a la religión del peruano dejaron mis previsiones, lo del papa peruano, lo del profeta del toreo, en un intento de crónica. En un error de previsión de primero de tauromaquia.

Nada pudo hacer mi cabeza de la iglesia. En su humilde transición permitió que otros apóstoles lucieran a su vereda. Emilio de Justo arrancó una oreja también a base de fe. De fe en su propia muleta. Descubrió las embestidas de un toro noble de Victoriano encomendándose a Dios y a que repitiera el morlaco. Oreja de fe, de creencias, y de muletazos pragmáticos. Fe e Iglesia, garantía de triunfo.

Al final se obró el milagro. Salió un precioso sexto toro. Un animal que te explica, sin que nadie pueda explicarlo, la maravilla del toreo, lo inexplicable del arte, lo sorprendente del fuego que llevan los toros adentro. Se puso a galopar Alabardero, se puso a perseguir buena muleta. Tan bravo y acompasado, tan noble y tan sincero, gozamos con la embestida de un toro que haría santo. Lo cuajó Tomás Rufo y se perdieron los triunfos por el mal final de siempre. Daba igual a esas alturas. Hubiera redimido al toro de cualquiera de sus pecados, le hubiera puesto en un altar, le hubiera resucitado. Rufo puso la plaza a vibrar y la falta de remate evitó su puerta grande y la grandeza del toro. El milagro del indulto sobrevoló la liturgia, en mi cabeza me refiero. Que fuimos pocos los que nos pusimos de pie al arrastre del toro para agradecerle su esfuerzo.

Plaza Monumental de Las Ventas, 23 de mayo de 2025
13ª de Feria.

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