¿Fervor por San Isidro? El mininacionalismo madrileño cuaja solo en Instagram
Cientos de jóvenes inundan estos días las redes y tratan de mostrar la idiosincrasia madrileña. Sin embargo, los expertos señalan que falta contenido histórico y cultural para que la festividad pase de ser una mera moda a una tradición asentada
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Es el segundo año que Carmela (34 años) se viste de chulapa para San Isidro. Hace diez ni se lo planteaba, aunque señala orgullosa que ella siempre llevó el mantón y el clavel. Unas ganas repentinas de formar parte de algo grande le recorrieron el cuerpo cuando se mudó junto a su pareja a Madrid centro. Así que el año pasado se acercó a una tienda especializada en trajes regionales del casco histórico. Una historia que en redes se repite constantemente: cada vez hay más nuevos chulapos que tras décadas sin pisar la Pradera, ahora quieren ser los reyes de la fiesta. Sin embargo, más allá de Carmela y una decena de chicas ataviadas con el traje regional, nadie en el Jardín de Las Vistillas lo lució la noche del sábado. ¿Realmente hay orgullo o es una moda que no consigue despegar?
“Hay una tendencia nueva al madrileñismo que genera una unión frente a lo de fuera”, explica José Antonio Alcoceba, profesor del Departamento de Sociología de la Universidad Complutense (UCM). Esta necesidad de unirse viene motivada por distintos factores, según apunta Rosa Amor del Olmo, doctora en Psicología por la Universidad de California y en Filología por la URCJ: “Por un lado, desde las universidades privadas se ensalza mucho que los madrileños están perjudicados. Vienen jóvenes de otras regiones a las universidades de aquí, y el mensaje que se transmite es que tienen una selectividad más fácil y les quitan las plazas a los autóctonos; luego si tú como madrileño te quieres ir a Cataluña, no puedes por el idioma. Así han empezado a prender la llama del nacionalismo”.
Por otro lado, los expertos inciden en que también han sido importantes el conjunto de políticas públicas, que comenzaron en la era de Manuela Carmena, pero que se han reforzado con Isabel Díaz Ayuso y José Luis Martínez-Almeida. Por ejemplo, las campañas del Ayuntamiento de Madrid para aprender a confeccionar un traje de chulapa. “Las administraciones han hecho un esfuerzo y por ello se concibe como una construcción política. El Madrid castizo tiene cierto componente de cultura de la resistencia”, señala Alcoceba.
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Pero la sensación es que no llega a crear un verdadero poso entre los jóvenes. “No llega a despegar porque falta un fondo serio e intelectual que lo convierta en tradición”, señala por su parte Rosa Amor del Olmo. La filóloga es una de las grandes investigadoras sobre la obra de Benito Pérez Galdós y, desde su punto de vista, “es una pena que todo el icono que ahora tiene Madrid se haya quedado en Mario Vaquerizo”. Del Olmo advierte que sin “contenido histórico que nutra a la sociedad” es muy complicado que trascienda más allá de la moda.
José Antonio Alcoceba coincide en este punto: “Más allá de la fiesta de San Isidro, no veo otros anclajes a Madrid” y pone como ejemplo que el propio 2 de mayo, una de las festividades que sí podrían asociarse a la historia madrileña, "pasa sin pena ni gloria". Aun así, Alcoceba señala que "aún es pronto" para saber cómo evolucionará el arraigo por esta fiesta y apunta al especial interés y participación de las familias latinoamericanas por el tipo de espacio que es la Pradera. Rut Abad, investigadora y profesora de Antropología Social y Cultural de España en la UCM, señala que la falta de identidad propia complica que el sentimiento deje poso en las futuras generaciones: "Ser madrileño se funde con ser español. Ni siquiera San Isidro es un patrón exclusivo de Madrid".
Los últimos datos que ofrece el CIS sobre sentimiento nacionalista (2020) reflejan como el "madrileñismo" entre los jóvenes que se muestran en redes no concuerda del todo con la realidad. En la franja de edad de 18 a 24 años, solo el 6,3% se sentía más madrileño que español y en la de 25 a 34, el 1,9%. Madrid es, según estos números, la región donde menos jóvenes de entre 25 y 34 años se sienten más de su comunidad autónoma que españoles. La siguiente es Castilla y León, donde solo el 5,9% se sentía así. Rut Abad incide en que "el madrileñismo no existe, sino que es una construcción de la industria cultural y de los discursos políticos que hablan de un determinado Madrid". Un "sentimiento creado" que atiende a diversos perfiles ideológicos. "Es Ayuso cuando va de rojo a todos los actos institucionales, pero también es que haya nacido un partido con el propio nombre de la capital como es Más Madrid", subraya Abad.
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Otra de las teorías que explica también el auge de los neochulapos es la respuesta a otros nacionalismos periféricos. “¿Cómo no va a ser Madrid también un pequeño país con cultura propia dentro de España?”, reflexiona Del Olmo. La mirada hacia otras fiestas patronales como son las Fallas o San Fermín es lo que ha llevado a Ainara, Sandra y Marta, tres amigas de entre 19 y 20 años, a dar un paso al frente. “Llega la primavera y las redes se inundan de vídeos de fiestas de otras comunidades. Teníamos muchas ganas de sentir ese orgullo también nosotras como madrileñas”, explica Ainara. Las tres comenzaron hace pocos meses con las cuentas 'Mazo de Madrid' en TikTok e Instagram donde hablan sobre el Madrid más castizo.
Como ellas, Irene Rain (26 años) también utiliza sus redes para enseñar la capital. "La ciudad acoge a todo el mundo, pero se ha desdibujado la parte de las tradiciones. Me apetecía enseñar lo que aquí tenemos". La joven suma más de 80.000 seguidores en Instagram y todos los miércoles sube un vídeo especial de 'miércoles castizos': "Los jóvenes nos estamos interesando más. Ver a otras personas de tu edad vestidas de chulapa te anima a decir 'oye y por qué yo no".
Las administraciones hacen un esfuerzo para que cada vez se sume más gente; sin embargo, Ainara lamenta que no llega a cuajar la idea de pasar un día en la Pradera. "Es un sitio que no acompaña a quedarse allí vestida de chulapa. Falta mucho más ambiente de verbena tanto en la Pradera como en Las Vistillas”. También Irene Rain apunta en este sentido: "El año pasado trajeron a gente más actual para los conciertos, pero este año no tiene nada que ver y es una pena. Hay mucha gente que va por la música y a raíz de eso, conoce lo que es San Isidro. Este año esa vía para conectar con la gente, no se ha utilizado".
Las jóvenes detrás de 'Mazo de Madrid', tras analizar el programa festivo de las Fallas, plantearon al Ayuntamiento algunas ideas. "Falta música en directo. Que nos apetezca a los jóvenes ir desde por la mañana varios días y que tenga sentido comprar un traje", sostiene Ainara. La propia vestimenta ya es un melón para los expertos: "Vestirse de chulapa ahora mismo es una suerte de marketing", apunta Rut Abad, quien identifica que más allá de los perfiles institucionales y las personas mayores, realmente es muy poca la gente que se anima.
Es el segundo año que Carmela (34 años) se viste de chulapa para San Isidro. Hace diez ni se lo planteaba, aunque señala orgullosa que ella siempre llevó el mantón y el clavel. Unas ganas repentinas de formar parte de algo grande le recorrieron el cuerpo cuando se mudó junto a su pareja a Madrid centro. Así que el año pasado se acercó a una tienda especializada en trajes regionales del casco histórico. Una historia que en redes se repite constantemente: cada vez hay más nuevos chulapos que tras décadas sin pisar la Pradera, ahora quieren ser los reyes de la fiesta. Sin embargo, más allá de Carmela y una decena de chicas ataviadas con el traje regional, nadie en el Jardín de Las Vistillas lo lució la noche del sábado. ¿Realmente hay orgullo o es una moda que no consigue despegar?