Toros de la Feria de San Isidro | Todo depende de uno
En una tarde ventosa en Las Ventas, David Galván y Víctor Hernández destacaron, pero decisiones arbitrales y fallos con la espada impidieron el triunfo esperado en la Feria de San Isidro
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Plaza Monumental de Las Ventas, 10 de mayo de 2025. 2ª de la Feria de San Isidro. Casi lleno, más de 20.000 espectadores, en tarde fresca y muy ventosa que acabó fría por tarde. Más de dos horas y media de festejo. Afortunadamente sin lluvia, aunque es peor enemigo sin duda el viento, que no dejó confiarse en ningún momento a los toreros.
Seis toros de El Pilar de entre 555 y 610 Kilos. Y dos sobreros, quinto cuajado y serio, soso en la muleta, de Castillejo de Huebra, y sexto de Villamarta, largo, con mucho cuello y ofensivo por delante. Los anunciados, amplios, bien presentados, en dos líneas de hechuras muy marcadas y diferenciadas. Primero alto, zancudo, colorao, chorreao en verdugo y corniveleto. Fue protestado más por su falta de fuerza que por su presencia. Embistió a media altura, al paso, rebrincado y sin convicción. Segundo muy cuesta arriba, enmorrillado, serio, aunque menos ofensivo que su hermano. Más fijo, embistió pronto y recto, con emoción, aunque le costaba mucho rematar las embestidas por abajo. Tercero muy serio también, con cara de malo, y cuajado, con menos kilos al ser más bajo, muy suelto en el primer tercio, característica típica de su encaste, planteó muchas dificultades en banderillas. En la muleta desarrolló sentido, buscando los tobillos del torero con saña y falsa bravura, solo la firmeza de Victor le hizo parecer otra cosa. Cuarto en la línea de primero y segundo, desabrido y embistiendo en línea recta dificultando las labores de lidia y banderillas. Muy brusco en la muleta, no dio opciones. Fue pitado en el arrastre. Quinto, un camión. Largo, ancho, alto y encima flojo. Devuelto tras el primer puyazo fue sustituido por un sobrero de Castillejo de Huebra, también muy serio y cuajado, ancho de pecho y testuz, con cinco años y seis meses. Sexto, también devuelto y sustituido por un toro ensillado, largo y astifino de Villamarta que se emplazó de salida pero que no dio mal juego del todo en la muleta.
Buen par de banderillas de Juan Carlos Rey en el segundo y gran tercio de Juan Rojas en el quinto, ambos de la cuadrilla de David Galván.
-Diego Urdiales, de catafalco y oro con cabos blancos, barquillo y oro, silencio con leves pitos y silencio.
-David Galván, de lila y oro con cabos blancos, vuelta al ruedo tras dos avisos y mayoritaria petición, increíblemente no atendida por el presidente y vuelta al ruedo tras otra petición mayoritaria. Gran injusticia la cometida hoy por la autoridad con este torero.
-Víctor Hernández, entre lila oscuro y nazareno también con los cabos blancos, oreja tras unánime petición y ovación tras varios pinchazos. Probablemente perdió la puerta grande por la espada.
A punto de proponerme de coaching estaba. A nada de acreditar mis conocimientos y capacidades para doblegar al futuro. A un paso de sentar cátedra. "Si quieres puedes", "De ti depende", "Visualízalo y vendrá solo…" Tantos consejos de gente, cuyo logro es dar consejos, he escuchado en mi vida -carente de amor propio en el sentido más literal del término, de ahí tanta empatía- que había acabado convencido de que lo que a mí me servía también serviría a los otros. Convencido estaba de la capacidad de sugestión de labrarte tu futuro con simple determinación, y así se lo iba a contar al mundo. Hoy voy a explicar a todos, con el triunfo de toreros, que se puede cambiar el rumbo con la voluntad y el esmero, me dije en el cuarto toro.
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Y es que, estaba tan convencido, incluso antes del paseíllo, de que Galván podría abrir su primera puerta grande que iba a poder explicar que, con firme voluntad, nada se hace imposible. Luego del tercer toro, tras verle jugarse la vida al joven Víctor Hernández, consolidé mi teoría y preparé mis mejores frases. "¿Veis?". "Preparación clave del éxito, colapso del electrón, materialización de los sueños, profecía autocumplida…" "Todo depende de uno" pensaba titular el texto. Pero empezó a hacer frío, mis predicciones el ridículo y mi convicción a hacer aguas. Se torció el convencimiento al final del segundo toro cuando, con toda la plaza alborotando sus pañuelos, un presidente tacaño decidió esconder el suyo y privarle a David de su merecido premio. Un torero de planta y fondo. De estética y ascética presencia, ideal para el triunfo en esta plaza, que ejecutó su tauromaquia con un toro de aquí te espero. Y aunque le esperamos todos, perdió su primera oreja por una falta de criterio. Cierto que los dos avisos no puntuaban en exceso, pero el reglamento es claro: pañuelos, mitad más uno, oreja al canto y al cante bueno.
El primer borrón de mi teoría acreditaba con lamento que, hagas lo que hagas hoy en día, sin suerte tampoco hay pañuelo. Se agravó la lección de ese misterio que es el devenir de la vida cuando en el quinto de la tarde, tras otra faena de mérito, de gusto y arte sobrio, pero sincero, exprimiendo lo poquito que tenía ese sobrero, volvió la petición del público y la inacción del ratero. Con calculadora en la mano Galván estaría ahora en volandas del destino hacia otra y mejor vida, y mi teoría de marras, apuntalada y escrita.
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Como queriéndome negar cualquier aproximación al éxito, después de ver torear a Víctor en su primero me jugué la hacienda entera a otra excelsa puerta grande. En las postrimerías del sexto estaba tan convencido, que me jugaba mi sangre. Pero Víctor y su espada, sus pinchazos por más señas, desmontarían de nuevo mi argumentario de mierda que pretendía defender, visto lo visto este sábado, el que se puede influir en tu futuro con éxito.
"Todo depende de ti" pensé mirando al presidente. Porque lo que Galván hoy ha hecho, bien merecería el cien por cien de puertas grandes de esta incipiente feria. Hay algunas cosas en la vida que se escapan al control de uno. David no pudo hacer más. Ni el presidente de hoy tampoco pudo hacer menos para que, ni la preparación, la disposición o el talento tengan el premio justo y el merecido reconocimiento.
En el caso de Víctor Hernández, es cierto que los aceros desmontaron la certeza de éxito de puerta grande. Y él empuñaba la espada y de su acierto, su mérito. Pero es que diez centímetros que se adelantara su toro ponen entre su estoque y su éxito una vértebra infranqueable, un pinchazo y un lamento. La suerte de matar un toro por algo se llama suerte. Nadie puede ser tan preciso como para esquivar el choque de aceros y huesos duros que provocan, sobre todo, el lamento de la gente y la incertidumbre del futuro.
Hicieron todo los toreros. Prepararse, colocarse, entregarse, inmolarse Víctor incluso en el tercero. Pero las mentiras del coach: no todo depende de ellos.
Plaza Monumental de Las Ventas, 10 de mayo de 2025. 2ª de la Feria de San Isidro. Casi lleno, más de 20.000 espectadores, en tarde fresca y muy ventosa que acabó fría por tarde. Más de dos horas y media de festejo. Afortunadamente sin lluvia, aunque es peor enemigo sin duda el viento, que no dejó confiarse en ningún momento a los toreros.