Vinos con ADN madrileño: las botellas que se rifan los mejores profesionales se hacen aquí
Preguntamos a las principales sumilleres de la capital para que nos hagan la lista de la compra y destaquen los mejores vinos que se producen en nuestra comunidad
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Los grandes del vino, de Robert Parker a Tim Atkin pasando por Jancis Robinson, han puesto su mirada en las bodegas que rodean el núcleo urbano de Madrid. En especial todas aquellas vinculadas a la Sierra de Gredos, donde se sitúan algunos de los winemakers más preciados del presente. Por extraño que parezca, el nombre de Madrid y de sus pueblos cada vez suenan más en ferias, congresos y reuniones de winelovers.
Hablamos con algunas de las mejores sumilleres de nuestra ciudad para que recomienden una selección de sus vinos favoritos hechos en las cercanías. Kilómetro cero. No se trata de arrojar nueva luz, pues muchas de ellas son conocidas, sino de mostrar bien a las claras un presente especialmente efervescente. No solo en bodegas, uvas y métodos de elaboración, también de vinotecas y restaurantes que son capaces de desvelar el secreto de estos vinos.
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La Comunidad de Madrid está viviendo una verdadera revolución vinícola, impulsada por proyectos apasionados que apuestan por rescatar variedades autóctonas y explorar nuevos horizontes enológicos. Con Gredos, en particular, como uno de los motores de este interés, que ha ganado renombre gracias a sus condiciones excepcionales, con suelos graníticos y un clima continental que favorece la elaboración de vinos frescos y elegantes, tanto tintos como blancos.
Vinos blancos con carácter y frescura
El trabajo en la recuperación de variedades minoritarias ha sido muy relevante para la región, y una de las uvas que más se ha beneficiado de este renacer es la albillo real. Cristina de la Calle, al frente de los vinos de la querida y singular Taberna Verdejo, destaca el Valquejigoso Mirlo Blanco, un coupage de albillo real, sauvignon blanc y viognier. Este vino, según comenta, sorprende por su acidez viva y una complejidad especiada que se integra perfectamente con la fruta, siendo un claro reflejo del potencial de esta zona. "Caminar y toparse con un mirlo blanco es poco probable, tanto como encontrar un vino de este corte", dice.
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Asimismo, el enólogo Luis Oliván apuesta por el malvar de San Martín de Valdeiglesias, una variedad blanca que suele quedar en segundo plano, pero que en su interpretación ofrece notas frescas de hinojo y cítricos, con un final ligeramente amargo que invita a seguir bebiendo. "Vino con inmenso discurso y versatilidad gastronómica", destaca la sumiller de Verdejo.
Virginia García, en la dirección enológica del restaurante estrellado Saddle, además de cofundador de In Wine Veritas, pone el foco en la bodega 4 Monos, en Cadalso de los Vidrios y su Danza del Viento, elaborado nuevamente con albillo real, un blanco con crianza de 14 meses en barrica que demuestra el poder de envejecimiento de esta variedad. Según Virginia, es "un vino versátil, profundo y con gran identidad".
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Con uvas de Villarejo de Salvanés y Chinchón, Manuel Herrera hace su Bailarina, que lleva malvar blanco, y que destaca Silvia Garcia, head sommelier del Mandarin Oriental Ritz de la Plaza de Neptuno. Con una fermentación en hormigón y una corta crianza sobre lías, este vino es todo un valor si se busca frescura y una boca amplia y golosa. Otro blanco que merece mención es el extraordinario (y muy cotizado) Tamboril de Comando G, una producción limitada de garnacha blanca y gris que, según Silvia Machado, encargada de dar bien de beber en uno de los restaurantes más apreciados por los madrileños, Los 33.
Garnachas que enamoran
En cuanto a los tintos, la garnacha es sin duda la reina de Gredos, y proyectos como Comando G, han sido fundamentales en su recuperación y prestigio a nivel internacional. Vinos cómo Rozas 1er Cru reflejan a la perfección el terroir de Rozas de Puerto Real, con un perfil fresco, elegante y mineral que hace honor a las garnachas de montaña. Silvia menciona la minuciosa elaboración de este vino, con maceraciones suaves y largas, y una crianza en roble francés que aporta sutileza sin enmascarar la fruta.
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Pero Comando G no es el único que destaca en este terreno. Paula Menéndez, la otra integrante de la dupla In Wine Veritas, añade a esta lista el excelente Peña Caballera de la Bodega Marañones, que describe como fresco y floral, "con taninos delicados y una marcada mineralidad que proviene del suelo granítico de la zona". Judith Ayago, una de las grandes voces de la sumillería, oficiando detrás de la barra de Angelita, también menciona proyectos innovadores como Barrio de Los Arroyuelos, en el Alto Alberche, que en su vino Las Pedreras encapsula el estilo tradicional de Gredos con garnachas que combinan concentración y frescura.
Nuevas bodegas y la recuperación de viñedos antiguos
La renovación del viñedo en la Comunidad no solo ha sido posible gracias a las bodegas consolidadas, sino también a nuevos proyectos liderados por enólogos jóvenes que están recuperando viñedos antiguos y apostando por una viticultura de mínima intervención. Judit nombra a Fabio Bartolomei, italiano nacido en Escocia, impulsor de Vinos Ambiz, y uno de los productores más innovadores de Gredos, con su Alba, un albillo macerado con pieles que rompe con el molde de lo que tradicionalmente se asocia a la viticultura madrileña.
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Otro proyecto interesante es el de Agrícola Molineta, liderado por Arturo Romera, quien combina la viticultura biodinámica con la elaboración artesanal de garnachas de alta montaña. Su vino Primero de Mayo ha capturado la atención de los críticos por su perfil más oscuro y su profunda conexión con la tierra de Gredos. Para Judit es uno de los mejores exponentes de esa renovación (invisible y natural) que está teniendo lugar en la Sierra.
En este contexto, la colaboración entre productores ha sido clave para el éxito de la región. Silvia Machado señala la importancia de compartir conocimientos y recursos, algo que ha sido fundamental para el crecimiento del vino en Madrid. Ejemplo de esto es la labor de Fabio, que abre las puertas de su bodega a otros jóvenes viticultores, fomentando un espíritu de comunidad que está elevando la calidad de los vinos en la región.
Más allá de Gredos: otras zonas con potencial
Aunque la Sierra de Gredos es el epicentro del boom vinícola en Madrid, otras zonas de la Comunidad también están produciendo vinos de gran calidad. María José Huertas, sumiller del restaurante de Paco Roncero, donde oficia desde hace dos décadas, y nombrada recientemente Mejor Sumiller de España según Top 100 Sommeliers, enumera proyectos en San Martín de Valdeiglesias, como Las Moradas, donde se trabaja con garnachas y albillos de cepas centenarias. También destaca la bodega Licinia en Morata de Tajuña, cuyo interés en las variedades autóctonas y la viticultura sostenible está dando resultados sorprendentes.
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Pilar Oltra, que lidera el proyecto Vinology, con dos vinotecas en la capital, por su parte, indica y comenta el trabajo de bodegas como Tagonius y El Regajal, que han sabido combinar variedades foráneas como tempranillo, cabernet sauvignon y syrah con las peculiaridades del clima madrileño, creando vinos que destacan tanto por su calidad como por su singularidad.
El futuro del vino en Madrid
Al Presidente de la Academia Madrileña de Gastronomía, Rogelio Enríquez, no le cuesta tampoco nada ponerse a hacer listas sobre algunos de los mejores vinos madrileños que ha probado últimamente. Y reflexiona: "Han pasado de ser un producto local sin gran proyección, a estar en las cartas de los mejores restaurantes del mundo". Este salto cualitativo ha sido posible gracias a la inversión en viñedos antiguos, la experimentación con variedades autóctonas y una viticultura más respetuosa con el medio ambiente.
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En definitiva, la Comunidad de Madrid —y la Sierra de Gredos que en algún momento la toca— se ha consolidado como una de las regiones vinícolas más dinámicas y prometedoras de España. Desde la recuperación de viñedos centenarios hasta la experimentación con nuevas técnicas enológicas, los vinos de Madrid están ganando el reconocimiento que merecen, tanto a nivel nacional como internacional. El camino que queda por recorrer es largo, pero lo que está claro es que el futuro del vino madrileño es brillante, con proyectos que siguen demostrando que esta región tiene mucho que ofrecer al mundo del vino.
Los grandes del vino, de Robert Parker a Tim Atkin pasando por Jancis Robinson, han puesto su mirada en las bodegas que rodean el núcleo urbano de Madrid. En especial todas aquellas vinculadas a la Sierra de Gredos, donde se sitúan algunos de los winemakers más preciados del presente. Por extraño que parezca, el nombre de Madrid y de sus pueblos cada vez suenan más en ferias, congresos y reuniones de winelovers.