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Algo está pasando en el camping de Alameda de Osuna (y estos músicos tienen la culpa)
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24 de abril, última función

Algo está pasando en el camping de Alameda de Osuna (y estos músicos tienen la culpa)

Tuli y César Pop han inventado un nuevo concepto de espectáculo: un piano club donde la improvisación musical e interactiva está colgando jueves tras jueves el cartel de todo vendido en este barrio madrileño

Foto: Los músicos César Pop (i) y Tuli (d) posan en Piano Club. (G. G. C.)
Los músicos César Pop (i) y Tuli (d) posan en Piano Club. (G. G. C.)

A escasos kilómetros del aeropuerto de Barajas, frente al parque de Juan Carlos I, se esconde en la Alameda de Osuna el único camping urbano de la ciudad de Madrid. En su interior, todos los jueves por la noche y desde hace cinco meses se reúne un centenar de personas en la puerta del bar donde un letrero reza lo siguiente: “Ya sabemos que: conoces al jefe, eres amigo de los músicos, tu novia tiene entrada, por uno más no pasa nada, tu marido y/o amigos están dentro, solo quieres entrar unos minutos…, pero contamos con aforo limitado para que la experiencia sea satisfactoria. Por favor, reserva tus entradas en…”.

Justo al lado, se puede ver un fluorescente con las letras Piano Club en azul, rojo y amarillo. Y dentro, una sala llena de sillas dispares (85 para ser exactos), alguna mesita baja, una estufa y un pequeño escenario con un piano, un micrófono y un saxofón. Y lo que pasa después es... ¿un concierto?, ¿un karaoke?, ¿un stand up comedy?, ¿un concurso de talentos? Es todo eso sin ser uno solo.

“Queríamos separarlo del concepto de piano bar del estilo del Tony 2 que todo el mundo recuerda, porque esto es otro espectáculo que nos hemos inventado”, explica Ignacio Villamor Perea, el saxofonista. “Es un vodevil interactivo al que se le ven las costuras”, añade César García Miranda, el pianista. Ambos músicos, más conocidos como Tuli y César Pop, son los artífices de este espectáculo alamedano que esta semana cumplió su función número 17; colgando una vez más el cartel de “todo vendido”.

placeholder Una cola para entrar a Piano Club, en Alameda de Osuna, Madrid. (G. G. C.)
Una cola para entrar a Piano Club, en Alameda de Osuna, Madrid. (G. G. C.)

¿Cómo es posible? Pues bien, lo que sucede durante las casi tres horas (y sus descansos) que dura el show se podría resumir en 85 almas fascinadas por la complicidad de dos artistas que se conocen (y respetan) como a nadie -un vómito en Oviedo les unió hace 25 años- y un público melómano que cada noche sorprende dando literalmente el cante.

“La clave es la mezcla de nuestras personalidades y experiencias artísticas. César tiene ese talento para generar emociones con la canción. Y yo, para hacerlo con el espectáculo”, apunta Tuli. El saxofonista se encarga de salpimentar y colorear, con mucho humor y maestría, el espectáculo que César, al micro y al piano, está sosteniendo musicalmente. “Hemos juntado esas dos fortalezas y nos coordinamos bien. Posiblemente, esa unión sea lo que ha enganchado tanto a la gente”, admiten.

Eso, y que cada jueves por el escenario del camping pasan voces con mucho talento. Precisamente, esta interactividad de la que hablaba César cobra vida en el segundo acto. El que quiera subir a cantar tiene que elegir entre una lista de 150 temas que ambos músicos han seleccionado previamente, apuntarse y esperar a que Tuli les llame al escenario. Algunos cantan justitto; otros, de sobra; pero todos cautivan a los presentes.

placeholder Tuli, al saxo. Foto: G. G. C.
Tuli, al saxo. Foto: G. G. C.

Hay baladas, tangos, rancheras, coplas, mucha canción de autor… Hay nombres corrientes que han sorprendido a los propios músicos, como Héctor Duarte, que es tenor y quien cantó a la gran Rocío Jurado con su chorro de voz lírico; los tangos de Gus, un tipo que en su vida diaria está entregado al Atlético de Madrid; o David Díaz y Begoña Ortiz que han puesto los pelos de punta a toda la sala. También Javier Ruibal que quiso jugar al anonimato hasta que se cantó El último trago de José Alfredo Jiménez. “En todas partes hay gente con onda y una conexión especial con la música. Este piano club es una manera de lanzar la caña para encontrarlos”, apunta el pianista.

El tercer y último acto es el momento de los amigos. Siempre que pueden invitan a un colega músico para poner la guinda del pastel a un espectáculo que no tiene bis (no se esfuercen en pedirlo). “A veces habrá alguien que conoces y vas a disfrutar; otras, alguien que no conoces y vas a descubrir”, resume Tuli. Entre los primeros se encuentran, Lichis, de la Cabra Mecánica; Rubén Pozo, ex de Pereza; o Jairo, de Muchachito Bombo Infierno.

placeholder Público del Piano Club. Foto: G. G. C.
Público del Piano Club. Foto: G. G. C.

Todo ello bien agitado da lugar a esta suerte de cóctel de música en directo llamado piano bar. “Estamos sorprendidos. No sabemos muy bien cómo lo hemos conseguido, pero estamos encantados de vivir esto”, reconocen ambos músicos.

Un profesor y una economista

En realidad, detrás de este milagro musical se encuentran Juan Pablo Llorente y Nerea Pérez de Guzmán, los dueños del camping. Resulta que Juan es profesor de Tecnología en el colegio de la Alameda de Osuna; y Nerea, directora financiera de una conocida empresa, pero también les encantan las caravanas. Un día, buscando dónde aparcar la suya en Madrid, dieron con este camping abandonado. En 2020, es decir, el año de la pandemia, decidieron alquilarlo a una familia que hacía tiempo que había dejado de ocuparse de él.

El camping de Osuna es el único que hay dentro de la M-30 en Madrid y de los pocos campings urbanos del mundo. Hoy, este espacio tiene una caseta de recepción, tienda, desayuno, comidas y cenas y, por supuesto, el Piano Club. "Como estábamos en un barrio con tradición musical -de aquí han salido grandes bandas como Buenas noches Rose, Le Punk, Alamedadosoulna, Pereza o Sidecars- pensamos en montar un local con música en directo. Empezaron a llegar vecinos para darnos las gracias por volver a abrir y poco a poco fuimos creando un pequeño grupo de amantes de la música que nos fueron presentando a otros amantes de la música y músicos. Hay mucha gente apasionada por el arte y la música en la Alameda de Osuna. Es un barrio con una calidad humana espectacular", explica Juan.

placeholder Personas anónimas suben a cantar cada jueves noche. Foto: G. G. C.
Personas anónimas suben a cantar cada jueves noche. Foto: G. G. C.

Y no le falta razón. El bar se llena todos los jueves no solo de amantes de la música, sino también de excepcionales personas. "Un día no hicimos ningún concierto porque César y Tuli no estaban, pero igualmente vinieron los vecinos y entre todos hicimos una jam session; otro de los trabajadores del camping ha montado un grupo de música con unos clientes; Muchachito estuvo practicando aquí antes de hacer su gira… Aquí pasan muchas cosas porque se genera un buen ambiente alrededor de la música", añade.

Juan es del barrio de Hortaleza y Nerea, de Conde Orgaz. Cuando llegaron al camping, tuvieron que encargarse de las instalaciones de agua, luz, gas, tejados y jardinería, hasta de un okupa que ahí vivía. "Los inicios fueron difíciles, pero gracias al equipo con el que trabajamos, que es como una familia, hemos conseguido esto. Empezamos siendo cuatro y ahora somos 20".

placeholder Foto: G. G. C.
Foto: G. G. C.

A día de hoy el camping recibe clientes de todas partes. "Tenemos viajeros que recorren todo el mundo. Otros trabajan a la vez que viajan y se quedan semanas, son nómadas. También hay muchos jubilados europeos". Y sobre cómo ven el futuro, "pues como un espacio abierto al público más allá de los propios campistas. Un espacio referente en Europa, como el de Ámsterdam, París o Berlín". Todos ellos campings de capitales europeas.

Actualmente, el Piano Club tiene un aforo de 85 asientos y la intención es que siga siendo así, aunque muchas veces haya gente que se quede fuera. Tampoco quieren filas eternas, por lo que las entradas (a un precio de siete euros) se sacan previamente a través de su web. Está concebido como un espectáculo de invierno, de interior e intimista, porque, en palabras de Juan, "no queremos que se pierda la magia". Así que la última oportunidad para disfrutar de su primera temporada hasta que vuelva el frío -esperemos- será el jueves 24 de abril. A partir de mayo, Tuli y César Pop se subirán a otros escenarios girando por toda España con la persona que les unió hace más dos décadas, otro alamedano más conocido como Leiva.

A escasos kilómetros del aeropuerto de Barajas, frente al parque de Juan Carlos I, se esconde en la Alameda de Osuna el único camping urbano de la ciudad de Madrid. En su interior, todos los jueves por la noche y desde hace cinco meses se reúne un centenar de personas en la puerta del bar donde un letrero reza lo siguiente: “Ya sabemos que: conoces al jefe, eres amigo de los músicos, tu novia tiene entrada, por uno más no pasa nada, tu marido y/o amigos están dentro, solo quieres entrar unos minutos…, pero contamos con aforo limitado para que la experiencia sea satisfactoria. Por favor, reserva tus entradas en…”.

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