Chulapos contra San Isidro: los vecinos de Carabanchel denuncian el nuevo formato de las fiestas
La Asociación de Pradera-Tercio Terol no quiere que la festividad se prolongue dos semanas. La publicación provisional en el BOAM de las fechas de la nueva edición les ha levantado, pero el ayuntamiento debe valorar las alegaciones
Los vecinos del barrio de San Isidro, en el distrito de Carabanchel, llevan toda la vida vistiéndose de chulapos; el traje regional característico de la fiesta de las rosas, las parpusas y los mantones de Manila. Cada 15 de mayo –patrón de San Isidro– acuden a la famosa Pradera para comer entresijos y bailar algún que otro chotis. Antaño era solo una festividad íntima; los vecinos se reunían en una plaza y compartían un cocido entre ellos. Con el tiempo, su popularidad ha ido al alza. Y esto ha generado controversia entre los residentes: "Hace dos años un vecino terminó enfrentándose a un feriante por el ruido", relata el presidente de la asociación de vecinos Pradera-Tercio Terol, David Campos.
El impulso de las administraciones por reivindicar esta celebración castiza y la difusión masiva en redes sociales ha convertido las fiestas de San Isidro en un plan obligado para los madrileños. Donde antes solo iban personas mayores, ahora actúan cantantes de pop como Belén Aguilera. ¿Cómo sienta este boom a los vecinos? Regular. Son dos sus principales reclamos. Por un lado, el incremento de los días que dura la festividad. Por otro, la hora a la que acaban los conciertos. El Boletín Oficial del Ayuntamiento de Madrid ya ha publicado la aprobación provisional de las fiestas del próximo mes de mayo. En él aparece que comprenderán desde el día 3 hasta el 15. "¡Hay gente que se levanta a las cinco y media de la mañana!", insisten desde la agrupación vecinal, denunciando el "trastorno" que implica esta celebración "ininterrumpida".
Desde la asociación han enviado las alegaciones pertinentes al consistorio con el fin de reducir la festividad. El periodo terminó el pasado jueves. Además, desde la agrupación han solicitado una reunión formal con el concejal del distrito, Carlos Izquierdo (Partido Popular). Todavía no han recibido respuesta. Y, aunque es la primera vez que se requiere una reunión concreta para el tema, esta materia ya se ha tratado en encuentros anteriores entre los vecinos y la Junta Municipal. Hubo conversaciones al respecto en noviembre de 2023, pero no se le dedicó especial atención porque todavía no suponía un grave inconveniente para los demandantes.
Fuentes del consistorio aseguran que siempre están abiertos "a incluir las mejoras que nos sugieran, pero sin que ello signifique un menoscabo de estas". Defienden que se han reunido con vecinos y comerciantes para reducir las molestias y que trabajarán para "ajustar más los horarios, especialmente los días laborales". Sin embargo, destacan que en la edición de 2024 tan solo hubo cinco denuncias por ruido y que los incidentes "brillaron por su ausencia".
Hace dos legislaturas que la feria pasó de durar una semana a 10 días; una ampliación que, en principio, no hizo saltar las alarmas entre los residentes. El problema vino este 2024, cuando las actividades se ampliaron a dos semanas completas, lo que genera inconvenientes en el descanso por el exceso de ruido en la calle. "La música entre diario se supone que acaba a las 12, pero al final es media hora después y luego, lógicamente, todo el mundo tiene que volver a su casa. Hasta bien entrada la madrugada no hay descanso", reseña Campos. Argumentan, también, que les gustaría que los conciertos terminasen a las diez de la noche porque "los días siguen siendo lectivos" y "los niños tienen colegio". Desde su punto de vista, el jolgorio y la tradición se ha transformado en un "macrofestival".
La Asociación de Vecinos Pradera-Tercio Terol cuenta con casi 300 afiliados de las calles aledañas. La colonia Tercio Terol es conocida por sus peculiares casas bajas; un oasis de aspecto rural en mitad de la urbe madrileña. Fue levantada en el franquismo para acoger a población de perfil humilde, pero ahora es una de las cunas del moderneo. El proceso de gentrificación que ha sufrido el centro de la ciudad ha provocado el éxodo residencial al otro lado del Manzanares. Y esto la ha convertido en la gran ambición de artistas e intelectuales que eligen Carabanchel como nuevo hogar. Según datos de Idealista, el precio del alquiler en el distrito en octubre ha subido un 15,8% en relación con el mismo mes en 2023.
"Estamos orgullosos de San Isidro, pero queremos descanso", dicen los vecinos
La llegada masiva de nuevos vecinos y el impulso de las administraciones colaboran a inflar la fama del barrio. La reivindicación de San Isidro ha sido una de las grandes apuestas culturales del ejecutivo local y regional. La última edición contó con talleres de chotis y desfiles de chulapos, además de los ya tradicionales conciertos y feria taurina. Esta última fue un éxito y congregó a más de 564.000 espectadores en la Plaza de las Ventas. Lo que no esperaban los vecinos es que la previsión para la edición de 2025 también pretende ser multitudinaria: "Queríamos esperar a ver si era algo puntual de 2024. Al ver que para el próximo año también quieren alargarlo dos semanas, es cuando nos hemos quejado", continúa el portavoz.
El punto medio entre el disfrute y la conciliación es siempre uno de los grandes retos de las administraciones. Por ejemplo, en otras fiestas como el Orgullo de Madrid, el volumen de los conciertos se redujo para facilitar el descanso de los vecinos del barrio de Chueca y, en contra punto, provocó rechazo entre los asistentes. "Estamos orgullosos de San Isidro, pero queremos descanso", sentencia. Nunca llueve a gusto de todos.
Los vecinos del barrio de San Isidro, en el distrito de Carabanchel, llevan toda la vida vistiéndose de chulapos; el traje regional característico de la fiesta de las rosas, las parpusas y los mantones de Manila. Cada 15 de mayo –patrón de San Isidro– acuden a la famosa Pradera para comer entresijos y bailar algún que otro chotis. Antaño era solo una festividad íntima; los vecinos se reunían en una plaza y compartían un cocido entre ellos. Con el tiempo, su popularidad ha ido al alza. Y esto ha generado controversia entre los residentes: "Hace dos años un vecino terminó enfrentándose a un feriante por el ruido", relata el presidente de la asociación de vecinos Pradera-Tercio Terol, David Campos.