En Aranjuez también se come: de las huertas reales a las experiencias enoturísticas

Aranjuez es considerado la huerta de Madrid. Esta localidad al sur de la región es especialmente conocida por su Palacio Real y sus jardines, pero la gastronomía también ocupa un lugar relevante. Famosas son sus fresas y fresones, sus espárragos, alcachofas, guisantes, tomates, coles de bruselas, patatas, habas... Y de nuevo esta tradición está muy ligada a la Corona española.

Dada la ubicación del municipio, a caballo entre Madrid y Toledo, su climatología, la altitud moderada y la confluencia de los ríos Tajo y Jarama, en el siglo XVI, Felipe II decidió establecer en la vega arancetana un laboratorio de investigación agraria donde pudiera experimentar la viabilidad de los alimentos que llegaban de ese Nuevo Mundo al otro lado del Atlántico. Además, estas huertas servirían para abastecer tanto a la capital como a la provincia castellanomanchega y su transporte se realizaría por vía fluvial de manera sencilla.

En la actualidad, estas zonas de cultivo reciben el nombre de huertas históricas y son consideradas Patrimonio Mundial por la Unesco. Un buen plan otoñal para conocer su legado es realizar, si el tiempo lo permite, una visita guiada por este museo al aire libre. Y como souvenir, nada mejor que adquirir alguno de estos alimentos directamente de los agricultores, a través de lo que en Aranjuez se conoce como Huerta Abierta.

Otra actividad muy recomendable para el otoño es el Tren de la Fresa. Desde la estación de Delicias, actual sede del Museo del Ferrocarril, parte uno centenario, mandado construir por la reina Isabel II en 1851, con el único propósito de conectar la urbe madrileña con el Real Sitio de Aranjuez. Un grupo de actores nos ayudarán a transportarnos al pasado y recrear las costumbres de aquella época mientras degustamos la fruta que da nombre a este tren histórico.

Dejamos la huerta atrás para adentrarnos en la tradición vitivinícola. En la localidad también se producen caldos de la D.O. Vinos de Madrid y cuenta con algunas bodegas, en las que se pueden realizar catas, visitas guiadas y otras experiencias enoturísticas. Vale la pena acercarse a El Real Cortijo, ya que pocas veces se puede visitar una bodega de 1789, considerada Monumento Histórico Artístico, y que ha sido durante más de dos siglos la proveedora de vino y aceite a la Casa Real española.

Otra bodega con historia es la de El Regajal, cuya particularidad es que, además de la actividad vitivinícola, a ella acuden desde el siglo XIX entomólogos de todas partes del mundo porque aquí habitan 77 de las 225 especies de mariposas (lepidópteros) que se conocen en la península Ibérica. Y si eres más cervecero, en Tenta Brewing elaboran cerveza artesana 100% ribereña.

Dónde disfrutar de los platos típicos

Como no podía ser de otra manera, en Aranjuez hay multitud de lugares donde saborear todos estos productos. Si eres más de tapeo, solo tienes que dar una vuelta por el casco histórico y, mientras disfrutas de un paisaje Patrimonio de la Humanidad, puedes sentarte y disfrutar de una cocina con tintes reales. En sus recetas tradicionales encontrarás muchos platos con trucha, ancas de rana y faisán, así como espárragos de mil maneras diferentes: gratinados, revueltos, en salsa…, o las fresas y fresones. Las hortalizas y verduras siempre están presentes y hay multitud de recetas con alcachofas, pimientos, tomate, lechuga, coles, habas, etc.

Si prefieres sentarte a la mesa, la lista de restaurantes es infinita. Entre los más tradicionales destacan La Rana Verde, cocina local con vistas al Tajo; y otros como Casa Pablo y Carême, ubicados en edificios centenarios, que la vuelta de tuerca que le han dado al recetario autóctono les ha valido para colarse directamente en la Guía Repsol. También hay establecimientos reconocidos por la Guía Michelin como Casa José. Y para cerrar este listado, El Tomate, Matilde, Casa Delapio y Almíbar son restaurantes más actuales donde la base es el producto local y de temporada.