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Problemas en el paraíso: una urbanización sin salida y 32 colegios ponen en jaque a La Moraleja
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Problemas en el paraíso: una urbanización sin salida y 32 colegios ponen en jaque a La Moraleja

Los vecinos denuncian el abandono del Ayuntamiento de Alcobendas (PP) porque creen que sus votos están asegurados y critican las licencias concedidas a nuevas construcciones que saturarán aún más el tráfico

Foto: Proyecto de una vivienda en La Moraleja, del estudio A-CERO. (VOhome)
Proyecto de una vivienda en La Moraleja, del estudio A-CERO. (VOhome)
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"Realmente era un lugar idílico". Los vecinos de La Moraleja explican rápido y sin dudar por qué compraron un terreno en aquella zona, entonces aislada, de Alcobendas. Pero recalcan el verbo conjugado en pasado: "Era un lugar idílico". La cantidad de altísimos árboles y el olor a leña, sumado a la tranquilidad que se respira sobre las cuatro de la tarde por las calles de la urbanización, hace presagiar que sigue siendo un paraíso alejado del frenesí de la capital. Pero solo una hora más tarde, el tráfico atasca la vida en la exclusiva zona: padres de 32 colegios distintos y centenares de residentes se juntan obligados a pasar por allí. Una situación "límite" que "degrada el paraje natural".

Ni un colegial sin su uniforme. Padres con sus hijos o grupos que esperan alguna extraescolar. Los vehículos privados comienzan a inundar las aceras mientras aguardan a que la prole salga de las aulas. Prácticamente, cada jersey tiene un color distinto y cada falda, unas tablas diferentes: cada alumno acude a una escuela. Todas privadas y dentro de La Moraleja o en sus aledaños. La mayoría de familias que lleva a sus retoños a estos centros no son residentes de la urbanización. Lo hace, "por el prestigio que da decir 'mis hijos estudian en La Moraleja", critican los vecinos.

El Liceo Europeo, el Colegio Escandinavo, Los Sauces, el International School of Spain o el Colegio de Fomento Aldovea son algunos ejemplos de una amplia lista de hasta 32 escuelas, a la que ahora intenta sumarse el Brewster, un colegio de élite que ya dio sus primeros coletazos en el madrileño barrio de Chamberí, y que a punto estuvo de cerrar porque carecía de licencia. La nueva ubicación de este centro americano dentro de La Moraleja es también una preocupación para los afincados: el Brewster ha elegido la parcela de la iglesia de Las Esclavas, un emblema de la urbanización donde además han tenido que talar árboles centenarios, denuncian los residentes.

La Moraleja, un área que alberga 1.100 viviendas de diferentes tamaños, se posiciona así como una de las zonas con mayor densidad de instituciones educativas en Europa. Esta situación se traduce, según informa la Asociación de Propietarios de La Moraleja, en "la saturación del tráfico, el aumento de la contaminación y la pérdida de espacios públicos que anteriormente servían como áreas de esparcimiento y convivencia". "Se tarda menos en llegar a Cuenca que a Plaza Castilla", subrayan los vecinos, quienes apuntan hacia los posibles responsables: "Es, aparentemente, lucro de unos pocos". Las colas de coches circulando por la urbanización han provocado un deterioro del asfaltado, que según cuentan los vecinos, necesita de un mantenimiento que el Consistorio no lleva a cabo.

Foto: Un ejemplo de las mansiones de La Finca.

La preocupación de los vecinos con el tráfico es evidente y palpable. Inciden en el riesgo que supone porque "ambulancias, bomberos y otros servicios de rescate son incapaces de acceder a la zona, lo que podría poner en riesgo la vida de los vecinos" y aseguran que se lo han trasladado al Gobierno local, liderado por el Partido Popular, en multitud de ocasiones, pero sin éxito.

Los problemas de los residentes que forman parte de la Asociación de Propietarios de La Moraleja no empiezan aquí, sino que se enquistan en mitad de una guerra vecinal dividida en dos bloques. La Asociación de Propietarios lleva meses enzarzada en disputas con la Entidad de Conservación de La Moraleja, el organismo que gestiona las relaciones con el Ayuntamiento de Alcobendas. La organización apunta a la Entidad de Conservación sosteniendo que favorecen la proliferación de estos problemas porque responden a réditos personales. Por su parte, fuentes de la organización acusada subrayan que ellos no tienen competencia para decidir qué licencias otorga el consistorio y que no sacan beneficio ninguno de que haya más o menos colegios.

La Entidad de Conservación es un ente elegido cada tres años, como si de unas elecciones municipales se tratase. Se presentan candidatos y los vecinos votan, pero según asegura la Asociación de Propietarios "con el sobre abierto". En la entidad aseveran que es un modo complejo de participación porque no todos los vecinos tienen el mismo peso, sino que la importancia de los apoyos depende del coeficiente de terreno que tenga cada parcela, por lo que en la papeleta tiene que figurar el código de la vivienda.

Foto: Promoción de Terralpa en Arturo Soria 161. (Suma Inmobiliaria)

La forma de vivir en La Moraleja ha cambiado en los últimos años, según aseguran los vecinos. Los propietarios siempre han vivido cada uno en su mundo, despreocupados por los problemas que pudieran surgir en la urbanización. Pero ahora esa visión ha dado un vuelco. "Todos estamos en esto. Los rostros más conocidos también nos trasladan su preocupación. Está siendo transversal", afirman fuentes de la asociación. Esa apatía hacia la comunidad ha provocado que en las elecciones a la Entidad de Conservación prácticamente no participen los vecinos, pero sí los colegios y el Club de Golf, quienes al final saben sacar partido del poder de decisión que otorga la democracia.

Urbanización sin salida y "senior living"

A los problemas de movilidad derivados de los colegios se suma ahora la llegada de nuevos residentes a la urbanización de La Carrascosa, situada en uno de los límites de La Moraleja y que contará con 700 casas. Los vecinos de ambos complejos denuncian que la nueva urbanización no tiene salidas propias de vehículos, sino que estos tienen que circular entre los chalets de La Moraleja, aumentando aún más el tránsito y taponando los accesos. Esta vez, los residentes culpan al Ayuntamiento de Alcobendas: "La consejera de urbanizaciones nos dijo que 'ya sabíamos dónde nos metíamos', como si fuera culpa nuestra este desastre".

Los vecinos no entienden por qué el Consistorio dio licencias sin que la nueva construcción tuviera un plan de entrada y salida autónomo. Además, subrayan que se ha trasladado esta problemática en multitud de ocasiones al Gobierno local, sin obtener soluciones. Diciembre se presenta como un nuevo desafío para los residentes. Será el momento en el que ya todos estarán viviendo en sus casas. Los propietarios, tanto de un lado como del otro, apuntan en una misma dirección: el Partido Popular gobierna en esas zonas con la tranquilidad de que, hagan lo que hagan, seguirán recibiendo el apoyo en las urnas. El Confidencial ha preguntado al Ayuntamiento de Alcobendas por estos temas, sin obtener respuesta.

Los vecinos de La Moraleja pasan en pie de guerra más tiempo del que les gustaría. La industrialización y capitalización de una zona que nació para ser un oasis verde es un quebradero de cabeza que va más allá de los colegios y La Carrascosa. El nacimiento de un senior living, una residencia de ancianos de lujo, es una idea que el Ayuntamiento persigue desde hace tiempo y que los vecinos tratan de frenar. Los propietarios denuncian que el Consistorio licitó el uso de una parcela pública donde se quiso levantar esa residencia en el mes de julio, pero la asociación consiguió impugnar los pliegos. Aun así, los vecinos no se quedan tranquilos: "La partida sigue incluida en los presupuestos de 2025".

"Realmente era un lugar idílico". Los vecinos de La Moraleja explican rápido y sin dudar por qué compraron un terreno en aquella zona, entonces aislada, de Alcobendas. Pero recalcan el verbo conjugado en pasado: "Era un lugar idílico". La cantidad de altísimos árboles y el olor a leña, sumado a la tranquilidad que se respira sobre las cuatro de la tarde por las calles de la urbanización, hace presagiar que sigue siendo un paraíso alejado del frenesí de la capital. Pero solo una hora más tarde, el tráfico atasca la vida en la exclusiva zona: padres de 32 colegios distintos y centenares de residentes se juntan obligados a pasar por allí. Una situación "límite" que "degrada el paraje natural".

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