Este es el bar más mítico de Madrid donde comerte un bocata de calamares: desde hace 70 años y por 7,5 euros

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El secreto detrás de uno de los bocadillos más icónicos de Madrid está a solo unos pasos del bullicio de la ciudad. En pleno corazón de la capital, existe un lugar que, desde hace más de siete décadas, ha perfeccionado el arte de ofrecer el que es considerado por muchos como el mejor bocadillo de calamares de la ciudad. ¿Sabes de qué sitio estamos hablando?

El Brillante, una institución madrileña que abrió sus puertas en 1952, es el hogar del legendario bocata de calamares. Situado estratégicamente en frente de la estación de trenes de Atocha, este bar ha conquistado tanto a locales como a turistas, quienes acuden para disfrutar de su emblemático bocadillo preparado siguiendo una receta que ha permanecido intacta con el paso del tiempo. Con calamares traídos directamente a la capital, la calidad de los ingredientes es uno de los pilares que sostienen la fama de este lugar.

El proceso artesanal es otro de los factores clave. La harina de Andalucía y el aceite de oliva virgen extra completan la fórmula perfecta para un bocadillo crujiente por fuera y tierno por dentro. Vicente Crespo, el cocinero que lleva 34 años en las cocinas de El Brillante, ha perfeccionado la técnica y asegura que cada bocadillo se elabora con el mismo cariño y dedicación de siempre.

Pero, ¿cuánto cuesta disfrutar de esta delicia castiza? En la barra, el precio del bocadillo de calamares cuesta 7,50 euros, o si prefieres una versión más pequeña, el mini bocadillo cuesta 4 euros. Además, para aquellos que quieran saborear esta joya gastronómica al aire libre, en la terraza, los precios ascienden a 9 euros por el bocadillo grande y 5 euros por el mini. Precios que son superiores a otros de la capital, pero que están relacionados con el tamaño del bocadillo y la ubicación de su amplia terraza.

Más que un simple bocadillo, El Brillante es parte del patrimonio culinario de Madrid. Este bar no solo ha sabido adaptarse a los tiempos, sino que ha mantenido su esencia intacta. La historia del abuelo Alfredo, su fundador, sigue viva en cada bocadillo que se sirve, recordando las raíces de un negocio familiar que ha dejado una huella imborrable en la gastronomía madrileña.

Si alguna vez te encuentras por Atocha, hacer una parada en El Brillante es casi una obligación. No se trata solo de probar un bocadillo de calamares, sino de vivir una auténtica experiencia madrileña que ha perdurado durante generaciones.