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Roberta González, la recuperada artista de origen español que llamó la atención de Picasso
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Roberta González, la recuperada artista de origen español que llamó la atención de Picasso

La exposición rescata el trabajo de una artista que hasta la fecha no había sido suficientemente valorada. Su trabajo puede verse en el Conde Duque hasta este próximo domingo

Foto: Roberta González y una de sus obras. (Cedida/EC)
Roberta González y una de sus obras. (Cedida/EC)

Los más insospechados descubrimientos a veces tienen un ruidoso mercadillo como protagonista. Así es como comienza la historia de esta exposición, dedicada a una figura ignota del arte del siglo XX, Roberta González, hija del afamado escultor Julio González. Y que el Museo de Arte Contemporáneo de Madrid ofrece en primicia en España, compartiendo interés con uno de los gigantes del arte moderno, el Pompidou parisino, que muestra estos días, y hasta el 2025, una amplia retrospectiva de la artista nacida en París, pero con una fuerte vinculación con nuestro país.

La obra de González recorre el siglo XX y se muestra cómoda moviéndose entre las diferentes vanguardias que desfilaron por las décadas centrales. La pequeña exposición de Madrid es de interés porque pasea de forma sutil y elegante por estos estilos, mostrando a una artista inquieta, que se siente cómoda no solo en la forma, sino también en el fondo. Y todo ello gracias a un desinteresado coleccionista.

Un coleccionista

"Todo comenzó con un hallazgo inesperado por parte de un tercero. Un coleccionista paseaba por París y, como muchos hacen, visitó uno de los rastros de la ciudad", detalla el comisario Fernando Castillo, que ha sido el encargado de dar forma a la colección de Vicente García Sambenito. "En este caso, se trataba del famoso mercado de Las Pulgas. Allí se topó con lo que quedaba de una galería a la que Roberta González estaba vinculada. Se encontró una colección de sus obras, así como varios documentos y folios, algunos de ellos verdaderamente extraordinarios".

placeholder Una de las obras de Roberta González. (Cedida)
Una de las obras de Roberta González. (Cedida)

Vicente García va a ser el encargado de acercarse al museo y a Castillo. A partir de ahí todo fue rápido, pues el trabajo de Roberta era de un enorme valor. "Era importante ir más allá del tópico y de la sombra de su padre. Esto fue tanto por la relevancia del propio Julio como por la voluntad de ella misma. Siendo hija única y con una historia familiar bastante dramática, decidió dedicar su vida a proteger y promocionar la obra de él", indica Castillo, que además destaca la época en la que vivió. "Las vanguardias artísticas eran tremendamente machistas. Movimientos como el surrealismo, liderado por Bretón, no veían con buenos ojos a las mujeres artistas. Roberta, además, enfrentó la guerra, un matrimonio desafortunado y un entorno de constantes dificultades".

Época confusa

Poco a poco, fue quedando relegada. Roberta vivió en una época muy confusa, especialmente en los años 50, la posguerra, que era un momento difícil para el arte contemporáneo, como cuenta Castillo. "En ese periodo, su obra comenzó a perder fuerza. Al final de su carrera, sus trabajos eran menos sólidos, pero sigue siendo una artista con un gran interés histórico, sobre todo por su cercanía a la Escuela de París", dice Castillo de una artista que estuvo rodeada de figuras como Picasso, amigo personal de su padre.

placeholder Pastel sobre papel, 1952. (Cedida)
Pastel sobre papel, 1952. (Cedida)

Esas piezas infantiles llaman la atención de un Picasso que enseguida destaca su enorme valor, quizás por su aire chagalliano al abordar temas que pertenecen tanto a la imaginación infantil como al surrealismo, muy en sintonía con el gusto de la época. Nunca se había realizado una exposición individual de Roberta González en España, ni se había publicado nada sobre su obra.

Dibujos de la Ocupación

Por eso, cuando Castillo descubrió esta colección que había llegado a Madrid y permanecía aquí, consideró que era una oportunidad única. La colección incluye piezas de un enorme interés, entre ellas los dibujos de la época de la ocupación, conocidos como "Los sueños negros". Unos trabajos que son especialmente significativos, ya que capturan la perspectiva de una artista viviendo en la Francia ocupada por los nazis, lo que los convierte en una parte esencial de su legado artístico.

placeholder Retrato de J. mujer número 3, 1964. (Cedida)
Retrato de J. mujer número 3, 1964. (Cedida)

"La exposición es modesta, sin grandes pretensiones, pero lo que se expone tiene un valor increíble", se sincera Castillo. "Por razones presupuestarias no se ha podido ampliar mucho, pero lo que tenemos es significativo. En España, la única institución que tenía algo de Roberta González es el IVAM (Institut Valencià d'Art Modern). Fuera de eso, nada".

E insiste: "Personalmente, creo que lo más interesante de esta exposición son las piezas de la época de la ocupación, que capturan la vida de los refugiados españoles en Francia durante los años oscuros de la ocupación alemana". Los dibujos muestran las dificultades de la vida cotidiana: desde personas trabajando la tierra hasta cuidando animales. Un testimonio muy revelador de la dureza de esa época, especialmente vista desde los ojos de una artista que vivió de cerca todas esas penurias.

La única mujer en Praga

La exposición es una muestra selectiva de su amplia trayectoria. Castillo además recuerda como Roberta fue la única mujer que participó en la exposición de artistas republicanos españoles en Praga, junto a grandes nombres como Picasso y Óscar Domínguez. "Presentó varias obras de una calidad extraordinaria", indica. "Roberta no solo fue una mujer con un talento enorme, sino que también absorbió de manera excepcional las influencias de la Escuela de París".

placeholder S.T. sobre papel. (Cedida)
S.T. sobre papel. (Cedida)

La obra de Roberta González está impregnada del lenguaje de vanguardia que dominó París entre los años 1925 y 1930. Aunque era muy joven en esa época, fue claramente influenciada por el estilo picassiano. "No me refiero a una simple imitación, sino a una influencia profunda que ella supo hacer suya. Picasso fue una figura determinante para muchas generaciones de artistas, y Roberta fue una de ellas, pero lo interesante es que ella transformó esas influencias y las integró en su propia poética", describe Castillo de la obra de Roberta, que después de la Segunda Guerra Mundial, como otros muchos artistas, vivieron un momento de vacío, una especie de pausa en sus carreras. "La guerra alteró completamente el panorama artístico. En ese período, el único movimiento que se mantuvo con fuerza fue el surrealismo, y Roberta, en ocasiones, muestra ciertos guiños a este estilo en sus trabajos".

Contexto histórico

El trabajo que puede verse en Madrid hasta el día 22 de septiembre tiene una importancia fundamental no solo por el valor de las obras en sí, sino por el contexto histórico que representa. Las piezas de Roberta González ofrecen una ventana única al ambiente artístico de la posguerra en Europa, un tiempo marcado por el compromiso político y las tensiones sociales, pero también por una profunda búsqueda estética y artística.

placeholder Ete, 1964. (Cedida)
Ete, 1964. (Cedida)

"En la obra de Roberta González se pueden ver influencias de varios movimientos artísticos", apunta el comisario. "Quizás, debido a su relación con Hans Hartung, quien trabajaba en la abstracción, Roberta se vio envuelta en una alineación desafortunada de circunstancias. Después de la guerra, cuando surge la polémica entre abstracción y figuración, ella se enfrenta a un dilema: no quería quedar atrás en el debate artístico, por lo que intenta combinar ambos lenguajes en su obra".

Recuperación de su obra

Es decir, Roberta trató de lograr la "cuadratura del círculo" al incorporar elementos abstractos en sus cuadros, pero sin abandonar su estilo figurativo. "Si se observan sus óleos, veremos que incluyen símbolos y signos característicos de la abstracción, pero siempre manteniendo la figura humana, sobre todo el cuerpo de la mujer, que era un tema central para ella", cuenta Castillo de una artista cuyo interés por la figura femenina tiene un enorme sentido, dado que su propio cuerpo fue una constante lucha debido a problemas de salud desde pequeña.

La relación de la familia González con la República Española y su exilio en Francia durante y después de la guerra civil española añadieron una dimensión política a su arte. Tanto Julio como Roberta compartían una profunda conexión con la España republicana, aunque también se mantuvieron profundamente catalanes y españoles en su identidad. Este compromiso con su país y su arte se refleja en las piezas expuestas, muchas de las cuales exploran temas de identidad, política y la búsqueda de formas nuevas para expresar la modernidad."Esta exposición no es pretenciosa, pero tiene un valor enorme porque presenta a una artista española que nunca antes había expuesto de forma individual en España", concluye Castillo, también autor de una vasta obra centrada en las vanguardias y en las relaciones de los artistas españoles con países como Francia y Alemania durante las dos grandes guerras. "Es una auténtica recuperación de su figura y su obra".

Los más insospechados descubrimientos a veces tienen un ruidoso mercadillo como protagonista. Así es como comienza la historia de esta exposición, dedicada a una figura ignota del arte del siglo XX, Roberta González, hija del afamado escultor Julio González. Y que el Museo de Arte Contemporáneo de Madrid ofrece en primicia en España, compartiendo interés con uno de los gigantes del arte moderno, el Pompidou parisino, que muestra estos días, y hasta el 2025, una amplia retrospectiva de la artista nacida en París, pero con una fuerte vinculación con nuestro país.

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