Pensión Barajas: los 197 vagabundos que encontró la Policía una noche en la T-4
Los viajeros se cuentan por miles en estas fechas en la terminal más famosa del aeropuerto. Sin embargo, en los extremos, donde casi nadie mira, duermen decenas de personas 'sintecho' a diario
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La procesión de taxis del exterior deja paso a las maletas y a mucha gente que camina con prisa. Es verano y en la Terminal 4 del aeropuerto Adolfo Suárez- Madrid Barajas apenas hay un minuto de respiro. La planta más baja no deja de evacuar viajeros desde el Metro. A ras de suelo, las puertas del recibidor de llegadas se abren y cierran sin parar y en las plantas superiores, los trabajadores de las aerolíneas se afanan en facturar el equipaje de los que están a punto de empezar sus vacaciones.
En los márgenes de la terminal, que coinciden con los extremos de la misma, está la cara B de la sociedad. Allí, decenas de vagabundos buscan cobijo, especialmente cuando se acerca la noche. Ocurre en todas las plantas y ningún viajero parece querer darse cuenta. Donde sí se percataron de la situación fue en la Policía. De hecho, y según ha podido saber El Confidencial, antes del verano se realizó un recuento nocturno en el que se registró la presencia de al menos 197 personas sin hogar únicamente en la T-4.
Así lo confirman las fuentes policiales consultadas, que detallan que, después de que se percibiera una importante presencia de vagabundos en dichas instalaciones, se puso en marcha lo que en el argot de la institución se conoce como una peonada, que no es otra cosa que una petición de agentes voluntarios a cambio de una contraprestación económica para realizar una tarea adicional. En este caso, los mandos de la Policía en el aeropuerto pidieron voluntarios para realizar una misteriosa misión nocturna.
Sin saber muy bien qué es lo que iban a tener que hacer, los agentes voluntarios se sorprendieron cuando, aquella noche, y después de personarse en el punto del aeropuerto que les indicaron, recibieron la misión de peinar la Terminal 4 para contabilizar el número de vagabundos que allí pasaban la noche.
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Los agentes, según ha podido saber este diario, se pusieron manos a la obra y comenzaron a escudriñar los pasillos y rincones de la infraestructura: desde los vestíbulos de facturación y salidas, hasta las dependencias del Metro y los huecos entre coches que hay en los numerosos aparcamientos que dan servicio a esta terminal.
El recuento final arrojó que allí había al menos 197 vagabundos. La cifra, según indican fuentes policiales, es aproximada, ya que no es descartable que hubiera alguno que se pudiera haber escabullido de este recuento. Las mismas fuentes destacan que esta cifra es únicamente en la T-4, por lo que el balance en todo el complejo del Adolfo Suárez-Madrid Barajas y sus cuatro terminales podría ser mucho más abultado.
Tiendas, sacos y carreras
La situación, conforme ha avanzado el verano, parece que sigue siendo similar. Según cae la noche, van llegando hasta el lugar los sintecho que se unen a aquellos que pasan allí todo el día deambulando entre terminales.
Un paseo por el complejo permite observar cómo estas personas, de distintas nacionalidades, se reúnen en pequeños grupos. Uno de los lugares más codiciados son las esquinas que hay justo debajo de las escaleras. Ahí, alejadas de los ojos de la mayoría, estas personas pueden pasar más desapercibidas.
Otros incluso aprovechan los carros y unas mantas para improvisar tiendas de campaña. Unos están dormidos, otros simplemente tumbados y también hay quienes esperan a que los vigilantes de seguridad, que hacen una ronda, se vayan para trepar hasta lo alto de uno de los mostradores y sacar de allí las bolsas con sus pertenencias que tenían escondidas.
¿Pueden estar ahí?
La legislación general no prohíbe taxativamente que alguien pernocte en un aeropuerto. No obstante, Aena tiene un código de conducta en el que estipula las normas de uso y funcionamiento interno de estos complejos. En este documento, facilitado por el gestor aeroportuario a este diario, subraya que no están permitidos algunos comportamientos.
Este dosier prohíbe, aunque únicamente con carácter enunciativo, "pero no exhaustivo ni limitativo", ejercer dentro del recinto "la mendicidad". Tampoco permite "acampar en cualquier lugar" del complejo, el "uso indebido del mobiliario", "la estancia por tiempo no justificada en las instalaciones sin una tarjeta de embarque" o "acumular enseres y elementos no considerados como equipaje destinado a la realización de un viaje, siempre que pudiera conferir un riesgo tanto a la seguridad física de las personas por las condiciones de salubridad".
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Estos comportamientos, incluidos en la lista de 25 conductas penalizadas, son precisamente algunos de los que llevan a cabo los sintecho varados en la T-4. Fuentes de Aena, que no detallan el número de vagabundos que puede haber en las instalaciones, explican que, "en colaboración con el Samur Social, se realizan actuaciones tendentes a evitar estas situaciones al tratarse de personas en riesgo de exclusión social y existir en el ámbito de protección de estas personas, soluciones alternativas de habitación y estancia".
Igualmente, en el documento se establece que, en caso de tener que desalojar a estas personas, lo tendrán que hacer "los servicios de seguridad del aeropuerto, para lo que podrá recabarse el auxilio y colaboración de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad si fuera necesario". No obstante, las fuentes consultadas indican que en caso de "situación de desorden público de estas u otras personas, la competencia es [directamente] de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad".
En el Cuerpo, los agentes tienen claro que tendrán que seguir lidiando con las disputas y enfrentamientos que puedan producirse entre estas personas en el interior de la terminal. La seguridad ciudadana es responsabilidad de la Policía en el tramo comprendido entre la calle y el control de viajeros, mientras que a partir de este punto es competencia de la Guardia Civil.
Como los sintecho no cuentan con billete ni salvoconducto para poder superarlo, o directamente ven en la terminal un lugar seguro para dormir y pasar la noche, se quedan varados en los espacios dando lugar a estampas como las que se pueden ver estos días en el aeropuerto o como con la que se toparon aquella noche antes de verano los agentes de la Policía que detectaron 197 vagabundos en la T-4. Cualquier viajero un poco curioso también los encontrará.
La procesión de taxis del exterior deja paso a las maletas y a mucha gente que camina con prisa. Es verano y en la Terminal 4 del aeropuerto Adolfo Suárez- Madrid Barajas apenas hay un minuto de respiro. La planta más baja no deja de evacuar viajeros desde el Metro. A ras de suelo, las puertas del recibidor de llegadas se abren y cierran sin parar y en las plantas superiores, los trabajadores de las aerolíneas se afanan en facturar el equipaje de los que están a punto de empezar sus vacaciones.