Una holandesa, un inglés de Soto del Real y la pista de 451 brigadistas: el descampado al que todos miran en Madrid
El sol aprieta, pero en el segundo día de excavaciones en busca de la fosa común donde habrían sido arrojados los cuerpos, una multitud se concentra para ver cómo trabaja la excavadora a la espera de encontrarlos
Son las 10 de la mañana y una excavadora lleva ya varias horas trabajando en una explanada del barrio madrileño de Montecarmelo, situada a escasos metros del cementerio municipal de Fuencarral. Aquí se citan miembros de la Asociación de Amigos de las Brigadas Internacionales (AABI), curiosos, vecinos que pasan haciendo ejercicio o en bicicleta, políticos, embajadores y, como es más habitual en estos casos, familiares. Es el segundo día de excavaciones en esta zona, en la que se supone que está la fosa común más grande de Madrid. 451 brigadistas fallecidos en batallas alrededor de la capital durante la guerra civil en el punto de mira de familias extranjeras y arqueólogos.
Dunya Veenhof tiene 29 años y es de Países Bajos. Está aquí y busca a su bisabuelo. Lleva dos años trabajando en España y esta semana vuelve a su país para seguir su vida allí. Su madre fue quien descubrió esta historia antes de que su hija Dunya naciese. Una historia que era "secreta" para su familia. "Empezó solo con un nombre y una foto a buscar en archivos de los Países Bajos", detalla mientras mira la excavadora. Ambas esperan ahora encontrar a su familiar. Apunta que ayer habló con ella por videollamada desde esta misma parcela y que, aunque a su madre le hubiese gustado estar hoy aquí, esperan volver si finalmente encuentran los restos.
Veenhof dice que sabe que esto es parte de la historia de los españoles y ella, al ser extranjera, cuenta que le resulta algo complicado entender la situación. "Es difícil encontrar palabras para este momento, pero para mí es increíble. No sabemos si hallaremos algo, pero es como el fin de un libro". Añade que su bisabuelo murió muy joven, con entre 20 y 30 años, en Boadilla del Monte: "Él murió aquí por unas ideas en las que creía".
Entre las sombras de los árboles también está Lawrence. Vive en Soto del Real, pero procede de Manchester y es miembro de la ABBI. Es otra de las personas atentas al trabajo de los arqueólogos. También participa en la International Brigade Memorial Trust, una organización del Reino Unido que se centra en la dignificación de los de más de 2.000 británicos que vinieron durante la Guerra Civil. Está pendiente para informarles si encuentran a parte de estos brigadistas ingleses.
Mientras mira los trabajos que se realizan, cuenta que siente orgullo de que las generaciones jóvenes estén tan implicadas por saber la historia de sus antepasados y que luchen por darles un nombre en la historia. "Antes había mucho silencio y miedo, pero no vamos a sanar esta herida si no la tratamos". Pepe, un compañero de la asociación que está a su lado, añade que "hay que pasar página, pero primero hay que leerla".
"Esto es basurero enorme. Hay que retirarlo todo para llegar al nivel del año 1941 y luego profundizar en esa zona"
Javier Iglesias es director y antropólogo de la Asociación Científica ArqueAntro, la asociación al cargo de estos trabajos. Cuenta que hasta que la maquinaria no limpie el terreno, no podrán encontrar indicios de si la fosa está en ese lugar o no. La tierra está llena de escombro, basura y suciedad. No esperaban encontrarse el terreno así. La excavadora hasta ha perdido un diente moviendo un bloque de hormigón. Todo esto dificulta el trabajo. "Es un basurero enorme que tiene una potencia de casi dos metros y medio. Hay que retirar todo eso para llegar al nivel del suelo que había en el año 1941 y luego profundizar en esa zona". Explica que suelen trabajar en campo abierto y no suelen dar con terrenos así. "Esto es casi denunciable", añade.
A ArqueAntro este trabajo le pilló por sorpresa. Estaban trabajando en Castellón, en una campaña para localizar soldados en el frente del levante. No esperaban que el permiso para trabajar en Montecarmelo llegase en agosto. Apunta que están habituados al sol, pero que con estas temperaturas que se encuentran es complicado: "Lo llevamos lo mejor que podemos con agua y con gorra".
Iglesias explica que el Ayuntamiento de Madrid les ha concedido un permiso de ocupación temporal de un mes para trabajar allí. Ese es el tiempo que tienen para encontrar la fosa. El Consistorio ha determinado también el espacio donde tienen que mirar. Es el lugar que marca el georradar —un instrumento que se utiliza para investigar o detectar objetos o estructuras por debajo del nivel del suelo— tras un estudio que elaboró en abril el Ayuntamiento para la instalación de un cantón de limpieza en este descampado del barrio.
En esta área, el análisis presentaba un par de manchas ovaladas y explica que "eso significa una discontinuidad del terreno, aunque no nos indica si hay una fosa o no. Eso es lo que tenemos que comprobar ahora". Además, también se guían por las indicaciones de una nieta de un enterrador que trabajó en el cementerio que está a unos minutos. Según cuenta Iglesias, la mujer de 82 años afirma que su abuelo le contó que enterró allí a los brigadistas.
Pugna entre Gobierno y Ayuntamiento
La asociación vecinal de Montecarmelo también está pendiente de esta búsqueda. Llevan tiempo en una batalla contra el Ayuntamiento por la instalación de un cantón de limpieza. El barrio y los balcones de las viviendas están llenos de carteles contra esta instalación. Coincidiendo con el día de la excavación, el secretario de Estado para la Memoria Democrática, Fernando Martínez, y la líder del PSOE en Cibeles también han aprovechado para desplazarse hasta el descampado al que todos miran. Piden a Almeida que respete la memoria democrática y las demandas vecinales.
Desde Cibeles también miran atentos a las novedades en esta parcela, aunque tienen dudas de que allí pueda estar la fosa. Además, el delegado de Urbanismo, Medio Ambiente y Movilidad del Ayuntamiento de Madrid, Borja Carabante, ha mandado una carta al secretario de Estado de Memoria Democrática con relación a este asunto. Carabante asegura que ha tenido constancia que en la noche de este martes 13 de agosto, sobre las 23:30 horas, se detectó la presencia de varias personas dentro de la cinta que delimita la parcela en la que se está trabajando.
El delegado, además, explica que el permiso para la realización de las excavaciones establece una serie de condiciones y recuerda que ArqueAntro "es la responsable de cuantos daños puedan producirse a consecuencia de esta ocupación". Añade que estos sondeos se deben realizar bajo el control y supervisión del Ministerio de Política Territorial y Memoria Democrática y, por lo tanto, instan a ambas partes a establecer las medidas necesarias para que estos incidentes no se vuelvan a repetir.
Cuando cae el medio día, esta explanada de Montecarmelo vuelve a una relativa tranquilidad. Ya se ha marchado casi todo el mundo y solo quedan un par de curiosos, un sol de justicia que cae a plomo y miembros de la asociación. La maquinaria de ArqueAntro sigue trabajando, aunque le sigue faltando el diente que se le cayó a la pala a primera hora.
Antes de marchar, varias personas se pasan por el cementerio a observar el homenaje a estos brigadistas que ahora están en el foco. En el año 1941, estos enterramientos fueron profanados para cambiar los cuerpos de ubicación. Allí todavía se les guarda en recuerdo, a la espera de que aparezcan los restos de estas 451 personas.
Son las 10 de la mañana y una excavadora lleva ya varias horas trabajando en una explanada del barrio madrileño de Montecarmelo, situada a escasos metros del cementerio municipal de Fuencarral. Aquí se citan miembros de la Asociación de Amigos de las Brigadas Internacionales (AABI), curiosos, vecinos que pasan haciendo ejercicio o en bicicleta, políticos, embajadores y, como es más habitual en estos casos, familiares. Es el segundo día de excavaciones en esta zona, en la que se supone que está la fosa común más grande de Madrid. 451 brigadistas fallecidos en batallas alrededor de la capital durante la guerra civil en el punto de mira de familias extranjeras y arqueólogos.
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