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Jano, el ilustrador madrileño que diseñó más de 3.000 carteles de películas
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exposición de alrededor de 210 piezas

Jano, el ilustrador madrileño que diseñó más de 3.000 carteles de películas

La exposición, que recoge más de dos centenares de piezas y está comisariada por su hijo, puede verse en el Complejo el Águila hasta el 15 de septiembre

Foto: Ilustración de Jano del actor estadounidense James Dean, considerado un icono cultural y un símbolo americano por excelencia. (Cedida)
Ilustración de Jano del actor estadounidense James Dean, considerado un icono cultural y un símbolo americano por excelencia. (Cedida)

Según se entra a la exposición hay un minimalista luminoso donde se puede leer su nombre: Jano. A la derecha, un enorme mural de carteles de películas con su firma es capaz de hacernos imaginar todo el trabajo que tuvo. Muerte de un ciclista, la cuidada película dirigida por Juan Antonio Bardem y protagonizada por Lucia Bose; Salvaje, el film de Marlon Brando y Lee Marvin; Tuset Street, la psicodélica obra de Sara Montiel rodada en Eastmancolor en 1968; o El quinteto de la muerte de la Ealing, con Peter Sellers de actor principal son solo algunas de ellas.

Jano: Medio siglo de carteles e ilustración, la muestra que puede verse en la Biblioteca Regional de Madrid, en el barrio de Palos de la Frontera, indaga en la prolífica obra de uno de esos autores únicos y geniales, Francisco Fernández-Zarza Pérez (Madrid, 1992-1992). Medio siglo ligado a la producción cultural de un país, no solo por la importancia que tuvo Jano en el estilo y forma de ver muchas películas, sino también por su participación en portadas de novelas o en el diseño de carteles de conciertos, obras de teatro o representaciones circenses.

“Mi padre comenzó en el mundo del cine en 1945 gracias a un dibujo en gris de Jorge Negrete para la película El Rebelde, lo que le permitió trabajar como dibujante exclusivo para Hispano-Mexicana Films”, explica Victor Zarza, hijo de Jano y comisario de la exposición, también de su legado. En ese momento, era responsable de diseñar carteles y clichés de prensa para las películas que distribuía la compañía, que también gestionaba los cines Gran Vía y Vergara. Sin embargo, en 1947, Jano se independizó y comenzó a trabajar para múltiples distribuidoras.

placeholder Cartel de Jano para la película 'Atraco a las 3' (1962) de José María Forqué. (Cedida)
Cartel de Jano para la película 'Atraco a las 3' (1962) de José María Forqué. (Cedida)

El ilustrador trabajaba a partir de sinopsis y fotografías en blanco y negro que le proporcionaban. Y dependiendo del jefe de publicidad, a veces le sugerían elementos específicos a incluir en el diseño, aunque en general tenía libertad creativa para elaborar bocetos, desde lápiz hasta incluir algo de color. Rápidamente se hizo un nombre importante en la industria cinematográfica. Y comenzó a trabajar a destajo.

Una casa, un estudio y colaboradores

“Nuestro hogar también era su primer estudio, en la calle Bordadores, que originalmente pertenecía a mi abuelo. Cuando mis padres se casaron, se mudaron a esa casa porque era bastante grande”, cuenta Zarza, que también es profesor en la Facultad de Bellas Artes, en el Departamento de Pintura. El estudio estaba justo a la derecha al entrar en el vestíbulo, “y no solo mi padre trabajaba allí, sino también los ayudantes que necesitaba para gestionar la carga de trabajo”.

Esto es importante mencionarlo, ya que una sola persona no podría manejar todo por sí sola; necesitaba asistentes que comprendieran sus instrucciones. “La producción de mi padre fue realmente vasta. En mi investigación sobre carteles de cine, he encontrado cerca de 3,000 títulos”, específica. En la exposición se puede disfrutar de una muestra amplia, con multitud de registros y que abarca cinco décadas, centradas, sobre todo en los años centrales del siglo, y llegando hasta los ochenta.

A menudo, una sola película requería múltiples carteles: uno de una hoja y otros de dos o tres hojas. Un ejemplo es Bienvenido Mr. Marshall, que tuvo un cartel de una hoja y otro de dos hojas. Además, se producían programas de mano, cuyo diseño no siempre coincidía con el del cartel. También se diseñaba la portada de la guía publicitaria o "pressbook", que se distribuía a empresarios y prensa, junto con los clichés para los periódicos. Para algunas películas, esto incluía hasta diez dibujos diferentes del mismo motivo, cada uno con una composición distinta. “Mi padre tenía un equipo de colaboradores, entre ellos José Montalbán, quien se formó como cartelista en su estudio antes de desarrollar su propia carrera”, señala.

placeholder El cartel diseñado para la película 'Bienvenido Mr. Marshall' de Luis García Berlanga. (Cedida)
El cartel diseñado para la película 'Bienvenido Mr. Marshall' de Luis García Berlanga. (Cedida)

Enorme reconocimiento

“En cuanto a su reconocimiento, mi padre comenzó a destacar más allá de ser un mero dibujante cuando participó en una exposición en 1949, que celebraba un aniversario de Cervantes”, continúa explicando del éxito que tuvo Jano. En ese momento, se le consideraba uno de los 100 mejores dibujantes de España, a pesar de llevar solo cuatro años en el mundo del cine, habiendo trabajado previamente en cómics. Ya con 27 años, su obra empezaba a trascender y a recibir atención mediática.

Respecto a la exposición que ha organizado, su interés es mostrar una visión más integral de la obra de su padre. Aunque su fama proviene principalmente de los carteles de cine, también fue reconocido por sus ilustraciones en la revista "Chicas" y en las portadas de la colección del mismo nombre, que fueron muy populares en los años 50. Durante la Feria del Libro del Retiro, el stand de la revista atraía a numerosos adolescentes que buscaban autógrafos. “Mi padre solía contar cómo estas chicas tiraban de su pelo, una experiencia que comparaba con la locura por los Beatles. Aunque hoy esto pueda parecer extraño, en ese momento era todo un fenómeno”, señala Zarza.

Foto: Imagen: Laura Martín

Las portadas de "El Coyote" también contribuyeron significativamente a su popularidad. “Mi padre trabajó en la serie "El Coyote" dos veces. Según César Mallorquí, el hijo de José Mallorquí, este último afirmaba que el "Coyote" de Jano era, sin duda, su favorito en términos gráficos”, dice Zarza sobre el autor de “El Coyote”, que antes de fallecer dejó instrucciones a la editorial para que Jano se encargara de una nueva edición de la colección en los años setenta. “Esto muestra el impacto del trabajo de mi padre no solo en el ámbito cinematográfico, sino también entre el público en general. Me interesa mucho mostrar esta faceta de su obra”.

Vocacional y autodidacta

Jano fue un dibujante vocacional y absolutamente autodidacta, algo de lo que nunca presumió como un mérito. “Para él, era más una pena no haber tenido formación formal. Aprendió observando los cómics, revistas infantiles, portadas de novelas y periódicos que leía de niño. Esta experiencia fue su escuela”, dice de un Jano que no se inspiró en los grandes artistas de la época, como Vázquez Díaz o Solana, sino en los ilustradores que admiraba, como Francisco Sancha y Rafael de Penagos. Incluso comenzó a coleccionar originales de estos artistas en los años 70. Publicó su primer dibujo, uno de Macaco, a los cinco años en una revista infantil. Años más tarde, Caíto, creador de Macaco, le dedicó un original como admirado colega, cerrando así un ciclo importante en su vida.

placeholder Retrato de Humphrey Bogart hecho por Jano. (Cedida)
Retrato de Humphrey Bogart hecho por Jano. (Cedida)

Durante la Guerra Civil, siendo aún un adolescente, aprovechó la oportunidad de contribuir gráficamente a diversas publicaciones y boletines de la época. No estaba motivado por ideologías, sino por su deseo de dibujar. Al principio firmaba como Fernández Pérez. El nombre "Jano" comenzó a usarlo a partir de 1943, cuando trabajaba en cómics en el estudio de Alfonso López Rubio. Aunque nunca explicó por qué eligió ese seudónimo, se especula que podría haber sido un homenaje a José Bardasano, a quien admiraba mucho. También podría relacionarse con su signo zodiacal, Géminis, y el dios romano Jano, ambos asociados a la dualidad.

Foto:

“Mi padre también trabajó en fachadas de cine para los cines de la Gran Vía y en grandes carteles para eventos como el Festival de San Sebastián”, rememora Zarza de unos años, la época dorada en la Gran Vía, donde había pintores excepcionales. Sin embargo, su actividad principal siempre fue la creación de carteles para ser reproducidos en papel. A pesar de morir joven, con 69 años, aún estaba en plena actividad creativa: “En la década de los 80, mi padre vivió un declive en la producción de carteles de cine, coincidiendo con una creciente influencia de producciones extranjeras”.

El caso Zulueta

Esta época se caracterizó por un diseño menos atractivo, con algunas excepciones notables, según Zarza. Un ejemplo fue Iván Zulueta, un cartelista único que trabajaba con total libertad creativa y no dependía económicamente de ello, aunque produjo bastantes carteles. “Hay una historia interesante con Zulueta: durante la celebración del centenario del cine español, se realizó una exposición de carteles en Zaragoza y luego en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. Se utilizaron videos de entrevistas realizadas en los años 80 a varios cartelistas, aunque estos nunca se montaron oficialmente. El comisario de la exposición, cuyo nombre no recuerdo, creó pequeños montajes con este material. En su entrevista, Zulueta afirmaba que cuando llegó a Madrid, lo primero que hizo fue buscar trabajo en el estudio de mi padre, y que trabajó allí un tiempo. Sin embargo, esto no es cierto”, comenta con una sonrisa Zarza.

Si Zulueta alguna vez visitó el estudio, como muchas personas lo hicieron buscando empleo, Jano les pedía que realizaran pruebas de estilo. Les daba una foto de un actor para que la reprodujeran en acuarela y tinta. Algunas personas volvían, pero generalmente no cumplían con el estándar requerido, mientras que otras no regresaban. “Si Zulueta estuvo allí, debió de ser uno de los que no volvió, ya que no tenemos ningún registro de su paso”, destaca. “Cuando vi la entrevista, mi padre ya había fallecido, pero había hablado con él sobre Zulueta muchas veces. También consulté con Montalbán y José Luis Moya, colaboradores cercanos de mi padre, y ninguno recordaba a Zulueta. Mi madre, que vivía en el estudio, tampoco tenía recuerdos de él. A pesar de esto, encuentro la anécdota encantadora. Es un gran homenaje a mi padre, ya que su impacto era tal que se hablaba de él incluso inventando historias”.

placeholder 'Veraneando en la Costa Morada'. (Cedida)
'Veraneando en la Costa Morada'. (Cedida)

Nuevas generaciones

Al preparar la exposición, el objetivo de Zarza ha sido el de acercar la obra de su padre a nuevas generaciones y asegurar su lugar en la historia de la ilustración y el cartelismo en España. La exposición ofrece una perspectiva que apreciarán especialmente los especialistas en arte, ilustración y cómic, según cuenta. “Sin embargo, hay dos aspectos que me interesan especialmente. El día de la inauguración, después de haber terminado el curso, invité a mis alumnos de la Facultad de Bellas Artes de la Complutense a asistir. Para mi sorpresa, varios acudieron, y sus comentarios fueron reveladores. Muchos de ellos utilizan ahora medios digitales, y les emocionó ver trabajos hechos a mano. Aunque para ellos la estética pueda parecer lejana, encontraron el trabajo sumamente atractivo y comenzaron a cuestionarse aspectos del diseño de los carteles de cine”, comenta.

Al observar los carteles de Jano, se puede ver una evolución de la estética española: en los años 40, los estilos eran muy diferentes a los de los años 50, que se caracterizaron por una mayor dinamización; en los 60, se introdujo el estilo pop. Un ejemplo es el cartel de La larga agonía de los peces de Serrat, que es completamente pop, o el cartel psicodélico de Tuset Street de Sara Montiel. A través de estos carteles, se puede ver cómo cambió la sociedad española, desde la moda hasta el diseño gráfico, reflejados en los estilos, colores, composiciones y tipografías. “Cada cartel cuenta una historia social, estética y emocional de España, ya que, aunque las películas fueran extranjeras, los carteles estaban hechos para el público español”, concluye.

placeholder Cartel de Jano para 'Luces de candilejas' (1954) protagonizada por Marilyn Monroe. (Cedida)
Cartel de Jano para 'Luces de candilejas' (1954) protagonizada por Marilyn Monroe. (Cedida)

Colección de la Biblioteca Regional

La exposición incluye alrededor de 210 piezas. La mayoría de ellas provienen de la Biblioteca Regional. “La Biblioteca mostró interés en comprar todo el material, especialmente los carteles y la colección de mi padre de otros ilustradores”, comenta Zarza. Aunque inicialmente no estaba dispuesto a vender, finalmente pensó que este material debía formar parte del patrimonio cultural, accesible a cualquier investigador interesado. Recientemente, un investigador de Nantes estuvo estudiando los carteles de Jano para una tesis sobre la promoción del cine francés en España en la segunda mitad del siglo XX. Lo que demuestra la importancia de preservar y compartir este legado.

“En cuanto a las ubicaciones de los estudios de mi padre, yo nací en 1962, y nuestra primera casa fue la de Bordadores. Vivimos allí hasta que nos mudamos cerca del viaducto. Mi padre mantuvo el estudio en Bordadores hasta 1970. Posteriormente, tuvo un estudio en la Plaza del Conde Miranda antes de trasladarse a la Cava Baja, donde trabajó desde 1972 hasta su fallecimiento en 1992 debido a un cáncer de próstata, que no fue tratado a tiempo y desarrolló metástasis”, termina explicando. Un artista fascinante, cuya evolución estética ya forma parte de la historia del cartelismo español.

Según se entra a la exposición hay un minimalista luminoso donde se puede leer su nombre: Jano. A la derecha, un enorme mural de carteles de películas con su firma es capaz de hacernos imaginar todo el trabajo que tuvo. Muerte de un ciclista, la cuidada película dirigida por Juan Antonio Bardem y protagonizada por Lucia Bose; Salvaje, el film de Marlon Brando y Lee Marvin; Tuset Street, la psicodélica obra de Sara Montiel rodada en Eastmancolor en 1968; o El quinteto de la muerte de la Ealing, con Peter Sellers de actor principal son solo algunas de ellas.

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