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Feria de San Isidro | Yo vi, yo ver
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Feria de San Isidro | Yo vi, yo ver

Seis novillos de Montealto de entre 473 y 530 kilos, muy bien presentados. Serios, cuajados, con peso y volumen, una corrida de toros en cualquier plaza de España

Foto: El novillero Jorge Molina durante el duodécimo festejo de la Feria de San Isidro. (EFE/Zipi Aragón)
El novillero Jorge Molina durante el duodécimo festejo de la Feria de San Isidro. (EFE/Zipi Aragón)

Plaza Monumental de Las Ventas, 23 de mayo de 2023

12ª de la Feria de San Isidro.

Casi tres cuartos de entrada en la segunda novillada de la feria lo que confirma la buenísima tendencia de aforo de este año. Tarde desapacible con fuerte lluvia justo antes del inicio del festejo y leves rachas de lluvia primaveral en los dos últimos toros del festejo, descargando de nuevo fuerte en el sexto. A cambio de las incomodidades de la lluvia el viento amainó con respecto a días anteriores. El ruedo aguantó las inclemencias del tiempo de forma impecable.

Foto: El rejoneador Diego Ventura, a hombros, por la puerta grande de Las Ventas tras cortar tres orejas. (EFE/Daniel González)
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Seis novillos de Montealto de entre 473 y 530 kilos, muy bien presentados. Serios, cuajados, con peso y volumen, una corrida de toros en cualquier plaza de España. Aunque sin estridencias en sus arboladuras, agresivos por delante. Con movilidad típica de utreros, segundo y cuarto embistieron más por abajo, pero en general complicados. Bueno el primero. Peores los tres últimos. Quinto complicado en banderillas claudicó a la muleta de Jorge Molina brindando algunas buenas embestidas pero rajado al final. El sexto el más serio de la corrida mirón y complicado.

• JORGE MARTÍNEZ, de bureos y oro, ovación tras gran estocada y ovación.

• JORGE MOLINA, que hacía su presentación en Madrid, de azul marino y oro, ovación tras aviso y ovación tras aviso después de resultar volteado de forma violenta al entrar a matar en su segundo intento, pasó a la enfermería al finalizar su turno.

• SERGIO RODRÍGUEZ, de azul pavo y oro, ovación tras aviso y silencio tras aviso. Resultó lesionado durante la lidia del sexto con un fuerte esguince de tobillo que no le impidió seguir la lidia aunque fueron manifiestas sus limitaciones.

Perfecto en la lidia del segundo Juan Navazos. Los banderilleros Juan Carlos Rey y Toñete saludaron una ovación tras parear al tercero. Muy buena lidia en el sexto de Juan Carlos Rey.

Negacionistas del cambio climático bienvenidos a la estadística. Reseñar lluvias en mayo debería ser sentencia, fin de la discusión y suficiente evidencia. Recuerdo mayos lloviendo de mañana y tras la cena. Empapado en el colegio entrando a primera hora aun viviendo en la otra acera. Y por la noche lo mismo. Lluvia casi garantizada. Mesa sin recoger, primer mandamiento en casa, pero con bula papal, y sobre todo mamal, para salir a buscar caracoles a las cunetas cercanas al regocijo del agua que también caía del cielo. Con la mesa medio puesta y el ya recogemos mañana, tras la segunda tormenta del día, a veces era la tercera, se animaban los gasterópodos, al cobijo de la luna, a colonizar ese verde que inundaba todo borde, entonces más que frondosos, de caminos y veredas.

Reinaba día tras día de aquel mayo añorado una mezcla de calor y lluvia intensa, que antes del cambio climático llamábamos primavera. Esos nutritivos moluscos, previa sabia salsa de tomate, constituían menú casi de día de fiesta. Su recogida era nocturna, húmeda y gratificante. Una familia a la caza de seres que al desplazarse no sacaban gran ventaja. Buscaban en sus horarios una protección genérica ineficaz con nosotros, inmunes a los horarios. Linternas y proto-chubasqueros, bolsas de red y maletero pleno de cajas, constituían la logística de la captura de lo que décadas más tarde supe que llamaban scargots y vendían caro en Francia. Por entonces no era gastronomía, era nutrición por intuición. Y aromas de supervivencia. Era consecuencia de la lluvia y era habitual en esas fechas.

Caían tormentas intensas, las lluvias eran torrenciales, era el calor del ambiente que evaporando humedades que aún conservaba la tierra de recientes aguaceros, remataban con frecuencia el milagro, entonces no valorado, del misterioso y eterno ciclo fundamental del agua.

También recuerdo acudir a mi andanada de Las Ventas superando algún diluvio, charcos descomunales y tormentas disuasorias, al fin y al cabo eran la norma en aquel mayo de flores, de olor a tierra mojada, de chubasquero o camiseta dependiendo de la hora. Era María Auxiliadora el 24 de Mayo. Llovía sí o sí en el colegio a pesar de las plegarias. Entonces casi rezábamos para que el cielo entendiera que lloviendo tantos días ese día no lloviera. Hoy los ruegos han cambiado y rezamos, yo por lo menos, para que nos llore ese cielo que, estando tan compungido por ozonos y carbonos, en vez de inundarnos de lágrimas parecen demandar colirio, tal es su ratio ruinoso de de humedad en el ambiente.

Hoy, tras meses esperando, la lluvia vino a los toros. Vino al campo y al asfalto, vino a salvarnos la vida. Era tanta la expectativa, tan clara la necesidad, que nadie pareció molesto por tener que cobijarse. Ni interrumpió el espectáculo ni levantó ningún recelo. Llovió y todos de acuerdo que el ruedo necesitaba riego, el granito algún lavado, el paraguas un por qué y el chubasquero un por algo. Ni los toros, ni los toreros un mal gesto por el agua. Porque el agua calma el viento, calma sed y riega aplausos.

Muchas han sido las faenas lauredas bajo el agua. Mucha la comprensión de las dificultades que riega, en forma de barro y peso al empapar la muleta. Hoy sin llegar al extremo de arruinar una faena ha calado en el ambiente el cambio meteorológico. La lluvia, que calma al viento, es más amiga del temple, hace embestir a los toros y hace aplaudir a la gente.

Media plaza, medio frío, medio toro, novillada. Y sin embargo, sin triunfos, una tarde entretenida de ver toreros cuajados, como los Jorges, tanto Martinez, como Molina. Buenos cites, buenos temples, buenas disposiciones. Muletazos arrancados, robados y regalados conformaron una tarde de tenue pero constante disfrute. Ver novillos, casi toros, con movilidad constante y ver toreros sin complejos, sin prejuicios y sin perjuicios de festejos anteriores. Especialmente asentado Jorge Martinez, especialmente templado Jorge Molina, especialmente agraciado Sergio Rodriguez. La alegría de la lluvia, el entusiasmo de los utreros y las ganas de los anunciados remataron una tarde que sin ser de las que van a hacer historia en el toreo puede que empiecen a hacer historia en los registros de el tiempo. Tiempo al tiempo. Lluvia a mayo.

Plaza Monumental de Las Ventas, 23 de mayo de 2023

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