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Hace 100 años que Hemingway pisó por primera vez Madrid y esto es todo lo que hizo
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Hace 100 años que Hemingway pisó por primera vez Madrid y esto es todo lo que hizo

Bares, restaurantes y hoteles, pero también plazas de toros, el Museo del Prado o El Retiro. Muchos son los lugares que marcaron al escritor en sus visitas a la capital, desde aquella primera llegada en mayo de 1923

Foto: Ernest Hemingway. (Getty)
Ernest Hemingway. (Getty)

Cuando Gertrude Stein le dijo por carta que tenía que visitar Madrid e ir a una corrida de toros, Ernst Hemingway no sabía que así estaba empezando su relación con la ciudad que más le marcaría fuera de sus Estados Unidos natal. La primera vez que el reconocido escritor pisó la capital fue en mayo de 1923. Un siglo después, Madrid ha cambiado, aunque no lo suficiente para que hayan desaparecido todos los lugares por los que asentó sus posaderas, hincó sus codos antes de ponerse a escribir o enarboló las cucharas con las que, ricamente, se comía el cocido. Bienvenidos, bienvenidas, al Madrid de Hemingway, un paseo en el que se llegará a dilucidar un sitio nuevo de la ciudad, desconocido hasta ahora, que inspiró al escritor.

Foto: Ernest Hemingway. (Alamy/PictureLux/The Hollywood Archive) Opinión
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El autor, que en 1954 cosecharía el Premio Nobel de literatura, llegó a ser una de las grandes figuras que podían reconocerse por la ciudad. A lo largo de las numerosas estancias que disfrutó en la capital de España, tanto sus andanzas como sus relatos dejan entrever la íntima relación que el también periodista trabó con las calles de Madrid.

José Antonio Gurpegui, catedrático de Estudios Norteamericanos en la Universidad de Alcalá (UAH), es uno de los mayores expertos de este personaje que llegaría a terminar con su propia vida en 1961. Aunque muy presente en otras regiones como Pamplona y Ronda, ninguna influiría tanto a Hemingway como Madrid, según lo expresado por el docente universitario. "Aquí es donde más recalaba. Incluso su conocido libro Fiesta, sobre los San Fermines, termina en Madrid, concretamente en el primer piso del restaurante Botín", enfatiza.

Exquisito paladar

Ese es, precisamente, uno de los sitios más visitados por el notable autor. El restaurante Botín, todavía abierto en la actualidad, fue el hogar para Hemingway durante el tiempo que tardaba en comerse el cochinillo asado que solía pedir, según ha relatado el dueño del establecimiento. A tenor de lo que contó en su día, el abuelo del actual dueño no logró enseñar al escritor a preparar la paella.

Foto: Hemingway en Sanfermines.

El buen comer y beber del personaje le llevó al Museo Chicote, espacio de Madrid todavía frecuentado por reconocidos personajes de la vida social y política de la ciudad. Además de ser el lugar en el que se desarrolla una de las escenas de su única obra teatral, La quinta columna, aparece en su relato La denuncia, donde el escritor utiliza el establecimiento como un símbolo del afecto que, tanto sus clientes más castizos como otros extranjeros como él, sentían por España.

Foto: Fachada del Museo Chicote.

Unos pasos más arriba de Gran Vía, dejando al Chicote detrás, el histórico edificio de la Telefónica jugó un papel determinante durante la Guerra Civil que Hemingway cubrió desde Madrid. "Aquel era el cuartel de los corresponsales de guerra extranjeros y desde donde enviaban sus crónicas al mundo entero", relatan desde el Área de Cultura del Ayuntamiento de la ciudad. El Consistorio, dada la efeméride del centenario, ha preparado una ruta guiada por algunos de estos puntos dentro de su programa Pasea Madrid.

La Plaza Santa Ana

La plaza en la que se rinde homenaje al poeta Federico García Lorca con una escultura de aspecto realista en la que sujeta una alondra se podría considerar el epicentro neurálgico desde el que Hemingway irradiaba sus pasos hacia las tabernas, locales y reconocidos enclaves de alrededor. La Cervecería Alemana es uno de ellos, ubicada por aquel entonces en el número 7 de la plaza. La revista Life fue la publicación en la que el afamado escritor recordó a este sitio como un buen lugar para tomar cervezas y café.

placeholder Ernest Hemingway durante una corrida de toros en Madrid. (Getty/Central Press)
Ernest Hemingway durante una corrida de toros en Madrid. (Getty/Central Press)

A escasos metros de la Plaza de Santa Ana estaba el Villa Rosa, un tablao flamenco del que Hemingway era habitual, y en la misma plaza, el Hotel Reina Victoria, conocido también por el hotel de los toreros. "Solía ir porque cuando había alguna corrida era el lugar en el que se alojaban los toreros. El escritor, en Muerte en la tarde, menciona cómo vino a España pensando que las corridas de toros serían un espectáculo cruel y sangriento, pero al final se enamora de ellos. Siempre dijo que Nicanor Villalba era el mejor torero, y a su hijo le puso ese mismo nombre, Nicanor, en su honor", relata el experto.

Uno de los mayores descubrimientos que Gurpegui realizó junto a varios expertos internacionales de Hemingway y que en estas líneas sale a la luz es la relación que hay entre el escritor y el bar que había en la plaza Santa Ana haciendo esquina con la calle del Prado, a la izquierda del Teatro Español si se le mira de frente. "Llegamos a la conclusión de que ese era el bar que aparecía en su relato Un lugar limpio y bien iluminado. Nos reunimos varias veces para averiguarlo, incluso nos acercamos al barrio a preguntar si eso siempre había sido un bar y nos dijeron que sí", explica Gurpegui. Ese lugar, actualmente, se ha convertido en una vinoteca.

Hoteles famosos y desaparecidos

Sus largas estancias en la capital dejaron, a su vez, toda una ristra de hoteles y pensiones en los que se hospedó. La Pensión Aguilar, en el número 32 de la carrera de San Jerónimo, fue el lugar en el que se alojó con su familia las veces que visitó Madrid entre 1923 y 1926, según Carlos Baker, su biógrafo. En dicho establecimiento no se olvidan de que su habitación era la número 7. "En el documental Spanish Earth, dirigido por un danés y en el que participó defendiendo la causa republicana, relata cómo cayó una bomba cerca de este hotel durante la Guerra", agrega Gurpegui, el profesor de Estudios Norteamericanos.

En febrero de 1999, el Hotel Madrid Gran Vía, actualmente llamado Tryp Gran Vía, decidió añadir un atractivo en su fachada. Una placa recuerda cómo, desde ese hotel, Hemingway "escribió en 1936 sus mejores crónicas sobre la Guerra Civil española". Además, el autor habla del establecimiento en textos como Night before battle y en La quinta columna.

Foto: Ernest Hemingway junto a  Antonio Ordonez. (JFK Library)

El Hotel Suecia, ahora un establecimiento de la cadena NH Collection, fue el refugio de Hemingway durante sus últimas visitas a España, ya en los años 50. Cualquier persona que vaya a su bar, todavía podrá disfrutar del Hemingway Cocktail. El archiconocido Hotel Palace fue otro de los enclaves por los que transitó, y también su espacio de restauración. "Este hotel es protagonista de algunas de las páginas de Fiesta, cuando los personajes hablan de la maravillosa gentileza con la que te atienden en el bar de un hotel", agregan desde el Área de Cultura del Ayuntamiento.

A todos ellos se suma el desaparecido Hotel Florida, ubicado en la Plaza del Callao, considerado uno de los lugares más cosmopolitas de la ciudad. Desde el Consistorio madrileño explican que esta obra del arquitecto Antonio Palacios de principios de los años 20 del siglo pasado fue demolida en 1964 para dar paso a lo que ahora son unos grandes almacenes: "En este hotel se hospedaban Hemingway y otros corresponsales extranjeros de la Guerra", completan.

Entre los toros y el Retiro

Como no podía ser de otra forma, la plaza de toros era uno de los lugares en los que más se recreaba este aficionado a la tauromaquia. La primera vez que pisó la capital, en 1923, la Monumental de Las Ventas se estaba construyendo, así que la primera vez que Hemingway vio una corrida de toros fue en la plaza ubicada en la actual calle Goya, llamada Fuente de los Berros. Sin ir más lejos, en "Muerte en la tarde", dice explícitamente que "si realmente quieres aprender sobre las corridas de toros, o si alguna vez te interesa mucho, tarde o temprano tendrás que ir a Madrid".

Foto: Donatella Versace. (Efe)

De la misma forma, su pasión por la cultura le llevó al Museo del Prado, ya hace 100 años una de las mayores pinacotecas europeas. "Su cuadro favorito eran Las Meninas, de Velázquez", afirma Gurpegui. Cerca de allí, los jardines del Parque de El Retiro embelesaron a un Hemingway que no dejó pasar la oportunidad de aprovecharlos como telón de fondo en su prestigiosa obra "Por quién doblan las campanas". Robert Jordan, uno de los personajes, menciona en sus sueños con un parque con jardines y gran variedad de árboles, en Madrid, donde él y María, otro personaje, podrían llegar a ser felices.

Por último, la zona de Ciudad universitaria fue otro de los lugares transitados por Hemingway como corresponsal de guerra a partir de 1936. "Milton Wolff, jefe de la Brigada Lincoln, no soportaba al escritor. Él mismo me dijo que Hemingway les llevaba chocolatinas y cebollas, y que allí hacía prácticas de tiro, parece que con buena puntería. Lo que ocurría es que, cuando la cosa se ponía fea en ese frente de guerra, se marchaba rápido, por eso no le gustaba a Wolff", dice Gurpegui, también director del Instituto Franklin – UAH.

En aquellos momentos, el escritor tenía libertad de movimientos por la capital dada su cercana relación con los rusos asentados en Madrid. Aquello no fue óbice para que, terminada la contienda, retornara sin ningún tipo de problemas. Según finaliza el propio Gurpegui, "recibió bastantes críticas en Estados Unidos por visitar un país bajo la dictadura de Franco, pero al dictador le venía genial que viniera, incluso le patrocinaba saliendo en el No-Do".

Cuando Gertrude Stein le dijo por carta que tenía que visitar Madrid e ir a una corrida de toros, Ernst Hemingway no sabía que así estaba empezando su relación con la ciudad que más le marcaría fuera de sus Estados Unidos natal. La primera vez que el reconocido escritor pisó la capital fue en mayo de 1923. Un siglo después, Madrid ha cambiado, aunque no lo suficiente para que hayan desaparecido todos los lugares por los que asentó sus posaderas, hincó sus codos antes de ponerse a escribir o enarboló las cucharas con las que, ricamente, se comía el cocido. Bienvenidos, bienvenidas, al Madrid de Hemingway, un paseo en el que se llegará a dilucidar un sitio nuevo de la ciudad, desconocido hasta ahora, que inspiró al escritor.

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