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Así es por dentro el club de cannabis más exclusivo de Madrid: "Aquí viene gente de bien"
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CUESTA 500 EUROS AL AÑO

Así es por dentro el club de cannabis más exclusivo de Madrid: "Aquí viene gente de bien"

Operar en la clandestinidad no exime a este club de perseguir lo exclusivo. Este tipo de locales espera un efecto dominó tras la decisión de Alemania de estudiar la legalización de la marihuana

Foto: Un visitante fuma un porro en un club de Breda. (Reuters/Piroschka van de Wouw)
Un visitante fuma un porro en un club de Breda. (Reuters/Piroschka van de Wouw)
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Hacia la mitad de la calle Noviciado hay unas casas blancas bajas que rompen con los edificios del centro de Madrid. En esa zona existe un club privado que tiene como vecinos una iglesia y una peluquería, y en cuya segunda planta operan fondos buitre que adquieren en masa pisos turísticos. Sobre las paredes de las casas no hay ningún número que indique el portal, y tampoco hay un telefonillo o timbre al que llamar. De hecho, al club se entra con una clave que solo se puede conseguir si uno sabe moverse por según qué grupos de Telegram. Los vidrios son opacos, lo que permite que desde la calle nadie preste especial atención al lugar.

El salón huele a palo santo y marihuana. La casa tiene grandes salas con mesas de madera, tableros de ajedrez y sofás de cuero que miran a un patio con terraza. Allí, un grupo hace yoga mientras dan de cuando en cuando caladas a sus porros.

Foto: Cannabis. (EFE/ Rungroj Yongrit)

El ambiente hace que todos los socios mantengan un tono de voz muy calmado. La mayoría hablan en inglés. Marc acaba de aterrizar en Madrid. Vive en Canadá, pero cada vez que pisa España su primera parada es siempre la misma: Noviciado, un club privado muy exclusivo en el corazón de Malasaña.

De convento a sauna gay y club cannábico

Alberto, su dueño y fundador, llegó a Madrid hace muchos años y un día, por casualidades del destino, terminó administrando un club de cannabis. Ese primer bar cerró y un día, buscando un nuevo lugar donde volver a montar su club, encontró en el centro de Madrid un letrero: "Se arrienda".

Supo de inmediato que aquel era el lugar ideal para su negocio. Habló con los dueños y, después de muchas remodelaciones, el espacio adquirió la forma que tantas veces había soñado. "Aquí viene gente de bien, estudiados e intelectuales", explica Andrea, la encargada de cocina. El club antes fue una sauna gay, y mucho antes un convento. Ahora es un refugio para amantes de la marihuana.

Quien quiera acudir debe mostrar su identificación por un chat de Telegram y avisar a qué hora quiere que le abran la puerta

Para poder acceder a él hay que ser invitado por un socio, mandar una solicitud y rellenar unos formularios. Una vez los documentos son aprobados, quien quiere acudir debe mostrar su identificación por un chat de Telegram y avisar a qué hora quiere que le abran la puerta. “Aquí cuidamos mucho la gente que entra y a quién hacemos socio”, asegura María, una de las encargadas del local. Lleva cinco años trabajando en Noviciado.

Las reglas del lugar son muy claras: nada de fotos, de vídeos ni de tabaco. Tampoco se puede pisar el césped y hay que tener especial cuidado con los animales que rondan el local. "Aquí la gente tiene claro que todos fumamos marihuana, pero no queremos otros olores, y el del tabaco es muy fuerte", explican desde el club.

Cuesta 500 euros al año

En un día normal, pueden entrar 50 personas, y en fin de semana, unas 80. "Nos gusta que la gente se sienta cómoda en el espacio, así que nunca hay mucha gente al mismo tiempo", dice Andrea. La membresía cuesta 500 euros al año.

Foto: Fernanda de la Figuera, en una reunión de Mujeres Cannábicas en Barcelona. (Getty/Laura Lezza)

Todos los días hay actividades: yoga, shows de flamenco, noches de película, fiestas con DJ de la casa y torneos de ajedrez, entre otras muchas. Además, los socios cuentan por supuesto con la posibilidad de ir a pasar el día y estar de chill en un sofá con amigos.

Pero que nadie imagine un club estático. De hecho, el negocio tiene planes para incorporar todavía más posibilidades. Por ejemplo, quiere empezar a hacer actividades solo para mujeres, como un día de relajación y spa en la terraza con cannabis o un brunch con yoga el domingo.

El local cuenta, por otra parte, con una pequeña cocina donde ofrecen a sus socios comida como tequeños, arepas, gofres, helados de coco y galletas con matcha y remolacha. "Fresca, con o sin marihuana y 100% vegetariana", explica Andrea, que recuerda que el año pasado hicieron una boda cannábica en la que todo era comestible.

Foto: Fotografía de archivo de una plantación de marihuana. (Reuters/Blair Gable)

Hay socios que van al club todos los días, antes y después de la universidad. También los hay que se conforman con ir todos los fines de semana, casi como si hacerlo formara parte de algún tipo de ritual sagrado. Paloma se hizo socia la primera semana que llegó a vivir a Madrid. Le encanta ir porque siente que es un lugar seguro y, por qué no decirlo, también algo pijo y exclusivo. Se siente en confianza: "He ido a otros clubes y nada que ver. Aquí vienen muchas mujeres, y la mayoría son estudiantes de máster internacionales con las que es muy divertido pasar el rato", explica.

"Nos gusta la multiculturalidad"

El perfil mayoritario son hombres y mujeres de entre 19 y 30 años. "Cuando empezamos a tener mucha gente de una nacionalidad, dejamos de hacer socios. Nos gusta la multiculturalidad", aclara el dueño.

El modelo de asociaciones o clubes cannábicos nació en España hace 25 años y se ha exportado por todo el mundo. En este momento, existen 1.700 asociaciones en el país, según la Confederación de Federaciones de Asociaciones Cannábicas de España. La mayoría se encuentran en Barcelona y el País Vasco. En la capital, hay 75 registradas actualmente.

Foto: ¿Te imaginas tenerlo en tu despensa?

Sin embargo, la situación legal de estas asociaciones se halla en una situación jurídica compleja. Aunque hace años se popularizó la idea de que lo que está penado es la compraventa de cannabis y no su consumo en espacios privados, en 2015 el Tribunal Supremo en pleno estableció que el consumo de marihuana en una asociación de cannabis debe ser condenado por tratarse de un delito contra la salud pública. Aun así, explican diversos abogados expertos en esta cuestión, dado que la situación jurídica sigue sin estar del todo clara al no haber una regulación específica de este tipo de clubes, la Fiscalía y estos locales viven una suerte de pacto de no agresión, que suele respetarse siempre y cuando la actividad no moleste a nadie. Es por esto, entre otros muchos motivos, que la Confederación de Federaciones de Asociaciones Cannábicas reclama desde hace tiempo una regulación clara sobre su actividad.

Europa da pasos en este sentido. El pasado miércoles, Alemania anunció que va a iniciar el camino para legalizar el consumo y la posesión de cannabis. Si al final este proyecto de ley sale adelante, el país germano será el segundo de la Unión Europea en legalizar la posesión y consumo recreativo de cannabis tras Malta, que lo hizo en 2021. Otros países, como Holanda, tienen un historial largo de permisividad con esta droga, pero con muchas más limitaciones que las que impone el país mediterráneo, que solo sanciona su consumo delante de niños.

placeholder Foto: Reuters/Athit Perawongmetha.
Foto: Reuters/Athit Perawongmetha.

Según las primeras versiones del texto, la posesión de un máximo de 25 gramos de cannabis y el autocultivo de un máximo de tres plantas quedarán exentos de castigo. También estará permitido el cultivo y la distribución de esta droga en asociaciones especiales.

Desde la confederación, valoran muy positivamente el paso que ha dado Alemania, y creen que esto tendrá un efecto dominó en Europa. “Esperemos que España replantee su postura frente al cannabis”, manifiestan. Mientras, como en mitad de una ensoñación, entre cigarros, conversaciones quedas, humo, lujo y semiclandestinidad, el dueño de Noviciado ya fantasea con el momento en que el cannabis sea legal en España y él pueda abrir otros clubes en distintas ciudades del país. Más fantasía para su fantasía.

Hacia la mitad de la calle Noviciado hay unas casas blancas bajas que rompen con los edificios del centro de Madrid. En esa zona existe un club privado que tiene como vecinos una iglesia y una peluquería, y en cuya segunda planta operan fondos buitre que adquieren en masa pisos turísticos. Sobre las paredes de las casas no hay ningún número que indique el portal, y tampoco hay un telefonillo o timbre al que llamar. De hecho, al club se entra con una clave que solo se puede conseguir si uno sabe moverse por según qué grupos de Telegram. Los vidrios son opacos, lo que permite que desde la calle nadie preste especial atención al lugar.

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