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Algodón de azúcar, pizzas y ramos: el vending del futuro ya ha tomado Madrid

Convencidos por su capacidad de vender sin parar, las empresas tratan de impulsar el negocio de las máquinas expendedoras con todo tipo de productos

Foto: Una chica compra una pizza en una máquina de vending en una imagen de archivo. (Reuters/Yara Nardi)
Una chica compra una pizza en una máquina de vending en una imagen de archivo. (Reuters/Yara Nardi)

Como sucede de cuando en cuando con las distopías, esta ha resultado tener cierto carácter profético. En Madrid hay cada vez más máquinas y venden cosas cada vez más raras. Muchas se están volviendo tendencia en TikTok, donde son la última sensación entre transeúntes que, sorprendidos, se las topan sobre todo en los centros comerciales. Aunque aún carecen de sagradas formas, los vendings ofrecen hoy en Madrid casi cualquier cosa, desde productos japoneses hasta dulces americanos, pasando por ramos de flores, algodón de azúcar y pizzas hechas en 5 minutos.

Estas han venido a superar a las máquinas expendedoras de patatas, chicles y latas de refresco de toda la vida, y encuentran su origen en intentos más o menos extravagantes como el que protagonizó en 2016 una empresa asturiana que intentó vender cachopos con una de ellas. Aunque la Cachopomatic, nombre que recibió aquel invento, no tuvo una vida muy larga, inspiró a muchos.

Foto: Montaje: G. C.

Inasequibles al desaliento, de hecho, la misma empresa de los cachopos se ha propuesto inundar España con su nueva JaponMarket24h, máquinas expendedoras de productos japoneses en donde se pueden comprar las galletas míticas de Shin Chan y pollo con curry japonés.

La mayoría de estas máquinas están apareciendo en centros comerciales como Príncipe Pío o La Vaguada, pero también se pueden encontrar en lugares especialmente transitados como la céntrica calle Leganitos. Su objetivo es claro: vender mucho y a todas horas. Porque, a diferencia de los humanos, las máquinas no se cansan y no tienen vacaciones, horario ni sueldo: puro beneficio, el trabajador perfecto.

Junrui Ying Ye, de 29 años, compró la máquina de productos japoneses para su local en verano y afirma que la viralidad de las redes ha sido el impulso que necesitaba para que los madrileños se animaran a conocer su JaponMarket24h.

Foto: Foto: Flickr CC (Richard Winchell)

"En España el abanico de oportunidades que ofrece el vending no llega a niveles de otros países como Japón, pero los hábitos de consumo han ido cambiando poco a poco. Aun así, por ahora la gente no está acostumbrada a comprar su cena de una máquina", asegura Ying Ye.

En el centro comercial Príncipe Pío también aterrizó hace poco una máquina expendedora de algodón de azúcar. "Hemos reinventado el mejor dulce de las ferias y lo hemos llevado al día a día de los españoles", asegura, orgulloso, uno de sus dueños.

Su marca, Colorín, fue creada por Adrián Monfort Gil y Tuane Umeki Salles de Oliveira después de un viaje a Brasil en el que conocieron la máquina y decidieron traerla a España. Después de dos años analizando el mercado, en enero de este año se lanzaron a las calles y ahora, gracias a la buena acogida que han tenido, están creciendo cada vez más. Tienen cinco máquinas de algodón de azúcar repartidas ya por Madrid y Barcelona, pero aseguran que pronto serán ocho.

placeholder Máquinas de vending con productos japoneses en Madrid. (Cedida)
Máquinas de vending con productos japoneses en Madrid. (Cedida)

La máquina ocupa menos de un metro y tarda dos minutos en hacer un algodón de azúcar. Permite cuatro sabores y 30 modelos distintos que van desde un arcoíris hasta un trébol.

Es evidente que los hábitos de consumo están cambiando en la capital, pero no todo el mundo tiene claro que lo estén haciendo para bien. Rubén Sánchez, activista por los derechos de los consumidores, teme que puedan generar cierta indefensión entre los clientes. "Lo más importante a tener en cuenta es que estos servicios cuenten con una vía rápida de reclamaciones del producto en caso de estar en mal estado, ya que ahí el cliente no tiene a nadie que lo atienda", explica Sánchez.

En el 2019, unos meses antes del confinamiento por el covid, Duber Jaramillo, de 43 años, decidió comprar una máquina expendedora para vender por ahí ramos de flores a 10 euros las 24 horas del día.

Foto: Foto: cortesía.

Durante la pandemia tuvo mucho éxito porque cuando todos los comercios tuvieron que cerrar, él pudo seguir vendiendo sus flores gracias a la máquina. Jaramillo asegura que vende entre 10 y 15 ramos de flores todos los días, lo que le puede dar unos beneficios de 2.000 euros aproximadamente todos los meses. Estos se suman a las ganancias de su floristería Jardín (Bravo Murillo, 37), donde está la máquina.

Esta le permite acceder a públicos que ni siquiera consideraba hace años, como los jóvenes que, de camino entre la discoteca y su casa, se paran frente a ella de madrugada para comprar un ramo a sus parejas. "Algunos hasta compran tres seguidos", explica.

Asegura haber amortizado ya el precio del vending y que, además, este le ha dado popularidad en redes sociales. "A la gente le sigue gustando más la atención cara a cara, pero cuando está cerrada la floristería ahora saben que pueden venir por flores siempre para cualquier emergencia", dice Jaramillo.

Foto: Máquinas expendedoras. (Unsplash)

Las emergencias a las que se refiere usualmente tienen que ver con anhelados reencuentros en el aeropuerto, flores para enfermos en hospitales o personas que, en mitad de su particular comedia romántica, sienten la imperiosa necesidad de comprar un ramo pasada la medianoche.

Hay que decir que no a todo el mundo le funciona. Una máquina expendedora puede costar desde 10.000 euros, y en el caso de la franquicia Taste of América, que vende dulces y productos americanos en el madrileño barrio de Chamberí (Paseo San Francisco de Sales, 3), esta no ha funcionado como esperaban. "Ya han pasado cinco años y no creo que vayamos a recuperar la inversión que hicimos", explica Mark Wareham, de 48 años.

Wareham llegó de Venezuela hace seis años con la idea de montar su propio negocio. Creció entre dulces americanos y le sorprendió mucho que estos productos no se consigan en Madrid. Así que decidió montar su propio local, pero no está siendo fácil: los productos no son baratos y mucha gente no los conoce. "Si le sacamos a la máquina 30 euros brutos es mucho. No tiene sentido", afirma resignado.

Como sucede de cuando en cuando con las distopías, esta ha resultado tener cierto carácter profético. En Madrid hay cada vez más máquinas y venden cosas cada vez más raras. Muchas se están volviendo tendencia en TikTok, donde son la última sensación entre transeúntes que, sorprendidos, se las topan sobre todo en los centros comerciales. Aunque aún carecen de sagradas formas, los vendings ofrecen hoy en Madrid casi cualquier cosa, desde productos japoneses hasta dulces americanos, pasando por ramos de flores, algodón de azúcar y pizzas hechas en 5 minutos.

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