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Lucio, el tabernero más famoso de Madrid que dio de comer a Julio Iglesias y a Lola Flores
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Lucio, el tabernero más famoso de Madrid que dio de comer a Julio Iglesias y a Lola Flores

El Ayuntamiento de Madrid homenajea al icónico Casa Lucio. El restaurante lleva 48 años siendo uno de los referentes de la capital. Los lunes, martes y miércoles se siguen sirviendo los mismos platos que entonces

Foto: Homenaje a Casa Lucio por parte del Ayuntamiento de Madrid. (Cedida)
Homenaje a Casa Lucio por parte del Ayuntamiento de Madrid. (Cedida)

El teléfono en Casa Lucio no para de sonar. “Siempre es así. No es por lo que ha pasado esta semana”, dice María del Carmen Blázquez, hija del mítico Lucio. El hecho al que se refiere es el descubrimiento de una placa en honor al restaurante, que ha dado la vuelta a todos los telediarios por lo accidentado que fue. El alcalde, José Luis Martínez-Almeida, no pudo descorrer la cortinilla que la tapaba y se tuvo que solucionar a las bravas. Sin embargo, nada empañó el evento, que celebraba no sólo los 48 años de vida del local, sino también los 90 de Lucio Blázquez (que los cumple el 12 de febrero).

Foto: El mesonero Lucio, en una imagen de archivo. (EFE)

La celebración también ha servido para que otros compañeros —cocineros como Mario Sandoval, Juanjo López, Marián Reguera, Pepa Muñoz, Nino Redruello, Juan Pozuelo y Sacha Hormaechea— reinterpreten durante la próxima semana sus famosos huevos y se vuelva a hablar de uno de los personajes más singulares del universo hostelero madrileño.

El rey de la noche

“Por aquí ha pasado todo el mundo. Cantinflas, Pelé, Rock Hudson, Tom Cruise. Futbolistas, actrices, toreros, cantantes. Todos”, comenta Teodoro Martín, que lleva 46 años trabajando en este espacio señero de la Cava Baja. “Lucio me lo ha dado todo”.

Aquel hombre menudo, que con poco más de 16 años comenzó a trabajar en el antiguo Mesón el Segoviano, pronto se hizo un hueco en la noche más fiestera madrileña: Pasapoga, Morocco, Chicote o Casablanca eran los nombres de los centros del ocio más farandulero. “Nunca faltaba al trabajo”, recuerda Lorenzo Díaz, autor de su primera biografía publicada en 1996.

placeholder La barra de lo que era el Mesón del Segoviano (actual Casa Lucio) con el actor Rene Claire. (Cedida)
La barra de lo que era el Mesón del Segoviano (actual Casa Lucio) con el actor Rene Claire. (Cedida)

En los años 50 y 60, Lucio se forma en tabernas como Schotis, que aguantó contra la gentrificación en la misma cava hasta hace una década, y disfruta de todo lo que depara la nocturnidad de esos años. “Madrid ya no saborea las noches y se ha quedado sin madrugadas. Aquellas que se aguardaban en una churrería típica de los barrios bajos, donde se reúnen después de la última función los flamencos del Calderón y de Villa Rosa con artistas de otros teatros”, le decía a Díaz.

No será hasta noviembre de 1974 que Lucio se haga con aquel primigenio Mesón del Segoviano y acometa unas obras. Fue Fernando Fernán Gómez quien le ayudó a renombrar aquel vetusto establecimiento. La gran Ymelda Moreno, crítica gastronómica del diario ABC en los setenta, recordaba cómo fueron aquellos inicios: “El montaje es familiar. Su hermano Fidel le ayuda en la dirección del comedor, así como el primo Joaquín atiende al mismo con 10 camareros más. Su hermana lleva las cuentas. Vicente de Gregorio está al frente de la cocina, cuyo punto culinario se hizo ya famoso en el Schotis”.

Lo gastronómico como valor diferencial

En aquella época los lunes había lentejas con conejo, que aportaban un punto diferente y único; los martes, unas judías de La Granja con compango de Burgos; los miércoles, cocido; los jueves, un guiso de patatas y cordero; y así sucesivamente. Hoy, como si el tiempo se hubiera detenido hace cuarenta años, todo sigue igual. Los lunes, martes y miércoles son idénticos. No han perdido consistencia. Ahora brillan los guisos del día, como las judías con perdiz, el rabo de toro o sus famosos callos con garbanzos, una especialidad de la que Lucio sigue siendo un rendido admirador.

Sería absurdo no mencionar los huevos con patatas, que además dan nombre a otro de sus locales —junto con el legendario Lando una de las triadas más infalibles de ese viejo Madrid que se resiste a desaparecer—. Sin embargo, el interés reside en esas recetas de otro tiempo que aún manejan con una soltura envidiable: consomé y sopa de marisco, por ejemplo.

placeholder Huevos rotos de Casa Lucio. (Cedida)
Huevos rotos de Casa Lucio. (Cedida)

Y mucho producto. Ellos son uno de esos clientes que Pescaderías Coruñesas sigue tratando con enorme cariño. El rape, el bacalao, la merluza, las almejas, las cigalas o las angulas (que durante una época, como los cangrejos de río, se servían sin fin) destacan por encima de la media.

Julio Iglesias y Mario Conde

María y Teodoro abundan en el anecdotario de famosos. “Julio Iglesias nos llamaba y le esperábamos para cenar a las dos de la noche. Tomaba Pesquera, luego cambió a Valbuena, sus langostinos, su solomillo y sus huevos. Siempre sin sal. Era una persona muy generosa. Muchísimas noches le hemos esperado después de un concierto”, comenta el jefe de sala, a punto de jubilarse ya.

placeholder Lucio junto al Duque de Cádiz, Carmen Martínez Bordiú y el entonces presidente del Atlético de Madrid, Vicente Calderón. (Cedida)
Lucio junto al Duque de Cádiz, Carmen Martínez Bordiú y el entonces presidente del Atlético de Madrid, Vicente Calderón. (Cedida)

Otro de los habituales en esos años de esplendor, cuando Madrid se vivía en las calles y en la mayoría de reservados de los locales, fue Mario Conde, “nuestro Gordon Gekko”, como lo ha definido acertadamente Zabala de la Serna, con el que llegó a montar un tablao flamenco. El Portón, en el número 25 de López de Hoyos, fue durante los ochenta y noventa el refugio del famoseo capitalino. Mezclando gomina y sevillanas, que era lo que se estilaba en esos años. “Personalidades del mundo de la economía, la política, el periodismo, el fútbol y los toros se liaban entre la cuarta y la tercera al compás de Los Marismeños”, contaba De La Serna.

¿Y ahora qué? “Ahora esto sigue hasta arriba. El público ha cambiado mucho. También la noche madrileña. Pero nosotros seguimos igual que siempre”, señala la hija de Lucio, al que se puede ver al mediodía, sentado en su mesa, a la entrada, saludando y despidiendo a la clientela. “Es algo que siempre le gusta hacer”. Tradición manda.

El teléfono en Casa Lucio no para de sonar. “Siempre es así. No es por lo que ha pasado esta semana”, dice María del Carmen Blázquez, hija del mítico Lucio. El hecho al que se refiere es el descubrimiento de una placa en honor al restaurante, que ha dado la vuelta a todos los telediarios por lo accidentado que fue. El alcalde, José Luis Martínez-Almeida, no pudo descorrer la cortinilla que la tapaba y se tuvo que solucionar a las bravas. Sin embargo, nada empañó el evento, que celebraba no sólo los 48 años de vida del local, sino también los 90 de Lucio Blázquez (que los cumple el 12 de febrero).

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