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Champagne y jolgorio en el Palacio de Hielo por el Gordo de Navidad: “¡El número del día que parí!”
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400.000 euros por décimo

Champagne y jolgorio en el Palacio de Hielo por el Gordo de Navidad: “¡El número del día que parí!”

La administración 522 del centro comercial ha vendido 10 series del número premiado. Los vecinos del barrio no han querido perderse la alegría de la lotera que "revivió el negocio"

Foto: Los loteros de Canillas. (A. F.)
Los loteros de Canillas. (A. F.)

Soledad Muñoz está que no cabe en sí. Ha vendido 10 series del Gordo de Navidad, un total de 40 millones de euros en el barrio de Canillas de Madrid, el punto de venta que más repartido del gran premio en la capital. “¡El día que parí!”, dice emocionada. El número de la suerte ha sido el 05490. Para los auténticos fanáticos de la lotería, una cifra aparentemente muy fea. A nadie le gusta que los décimos empiecen por cero, pero, el 5 de abril del 1990, Soledad dio a luz a su hijo Luis y apostó por dicho número hace seis años. “Todos los años lo pido”, responde. Y esta vez los niños de San Ildefonso estuvieron de su lado. Los décimos se repartieron todos por ventanilla a clientes del barrio, e incluso ayer por la noche se acercó algún rezagado a por los últimos. Cuando echaron el cierre, no quedó ninguno.

Foto: Dónde han caído los premios de la lotería de Navidad 2022. (EC)

El Gordo de la Lotería ha tocado en el Palacio de Hielo. El mismo lugar que hace dos años, en los tiempos más oscuros del covid, albergó la mayor morgue del país. Ahora, probablemente se trate de unos de los lugares más felices de España. Paco y Marisa, un matrimonio de 76 y 79 años, no han dudado en acercarse a felicitar a la lotera. Su décimo tenía los mismos números del Gordo, pero en otro orden. Por suerte, se lo tomaron con humor y quisieron acompañar a Soledad con su éxito. "Es una mujer divina que levantó el negocio", explica ella. Tiempo atrás, la administración de loterías de este centro comercial estaba de capa caída. Soledad y su hijo Luis apostaron por darle una segunda oportunidad a la venta de los décimos de la suerte hace siete años. Y funcionó. No es la primera vez que reparten alegrías: en 2016 y 2019 dieron un quinto y, además, un primer premio de la Lotería Nacional de los sábados. Todo un éxito si nos fijamos en las escasas probabilidades que hay de que repartir tantos premios. "Que se note que, que se note", señala una mujer mayor que pasea emocionada por los pasillos del centro comercial, "que no todo es Doña Manolita, ¡nos ha tocado en el barrio!", continúa. Lo cierto es que a ella no le ha tocado nada, pero lo celebra como si de una fortuna propia se tratase.

placeholder Paco y Marisa, del barrio, se han acercado a felicitar a la dueña. (A. F.)
Paco y Marisa, del barrio, se han acercado a felicitar a la dueña. (A. F.)

El 05490 se ha repartido en decenas de puntos del país. Una administración de A Coruña vendió 45 series del primer premio. Le siguen Lugo, Asturias, Almería, Barcelona, Castellón, Sevilla, Valladolid... ¿Por qué ha tocado en tantos sitios? "Porque es un número que se considera feo. Se reparten las series por muchos sitios y, además, se pueden sacar de máquina, no es exclusivo de ningún negocio. Los números que se consideran bonitos suelen tocar solo en una o dos administraciones. Cuando uno tiene abonos, no suele pedir estos. La gente siempre apuesta por los 7 o los 5", señala otra lotera de Madrid. Pero Luis, el hijo de Soledad, nació el día que tenía que nacer y su madre no dudó en apostar por esa cifra. Además, teniendo en cuenta que los bombos no entienden de supersticiones, toca lo que toca.

placeholder El afortunado discreto. (A. F.)
El afortunado discreto. (A. F.)

Dicen las buenas o malas lenguas del juego que, si le toca la lotería, no revele nunca el secreto. Un elegante señor de traje y abrigo largo de unos 50 años se acerca, tratando de pasar desapercibido, a la administración. Abraza a Soledad y ambos se emocionan. Ninguno dice nada, pero todo se intuye. Apenas permanece unos minutos y se marcha dando las gracias visiblemente conmovido. Poco después, alguno se pregunta cómo es posible que todavía no se haya acercado ningún premiado a festejar su éxito. "Bueno, alguno ha venido, alguno ha venido", confiesa. Nadie sabe cuánto dinero llevará en los bolsillos aquel hombre silencioso del abrigo gris, pero se asume que nunca olvidará este 22 de diciembre.

"Se equivocaron con las camisetas, nos trajeron las del tercer premio en lugar del Gordo", dice Soledad

La clásica celebración del champán tardó más de la cuenta. El número premiado se conoció en torno a las once y cuarto de la mañana —el Gordo siempre se hace esperar—, pero hasta pasada una hora más tarde no pudieron salir a brindar. "Loterías se ha equivocado con las camisetas y los carteles, nos trajeron las del tercer premio en lugar del Gordo", explican los dueños. Lo que gana un lotero dando el premio es, básicamente, publicidad y la alegría de repartir dinero a los clientes del barrio. "Es una alegría, lo mejor que te puede pasar en este negocio", señala Soledad.

Este no ha sido el único punto de venta donde ha tocado el Gordo en Madrid. El intercambiador de Moncloa, la calle Arenal, el Centro Comercial Islazul, Las Rozas, Colmenar Viejo, San Lorenzo del Escorial o Príncipe de Vergara son otros destinos afortunados.

Soledad Muñoz está que no cabe en sí. Ha vendido 10 series del Gordo de Navidad, un total de 40 millones de euros en el barrio de Canillas de Madrid, el punto de venta que más repartido del gran premio en la capital. “¡El día que parí!”, dice emocionada. El número de la suerte ha sido el 05490. Para los auténticos fanáticos de la lotería, una cifra aparentemente muy fea. A nadie le gusta que los décimos empiecen por cero, pero, el 5 de abril del 1990, Soledad dio a luz a su hijo Luis y apostó por dicho número hace seis años. “Todos los años lo pido”, responde. Y esta vez los niños de San Ildefonso estuvieron de su lado. Los décimos se repartieron todos por ventanilla a clientes del barrio, e incluso ayer por la noche se acercó algún rezagado a por los últimos. Cuando echaron el cierre, no quedó ninguno.

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