Es noticia
Ciencia ciudadana sobre el asfalto: catalogar pájaros y otros bichos es posible en Madrid
  1. España
  2. Madrid
MEDIO AMBIENTE

Ciencia ciudadana sobre el asfalto: catalogar pájaros y otros bichos es posible en Madrid

Las nuevas tecnologías y el acceso a Internet han permitido a científicos y conservacionistas servirse de los datos y observaciones que aportan los aficionados a la naturaleza

Foto: Dos gorriones comen de la mano de una mujer en El Retiro. (EFE/J. J. Guillén)
Dos gorriones comen de la mano de una mujer en El Retiro. (EFE/J. J. Guillén)

Catalogar la biodiversidad de entornos como las lagunas de Ambroz o Soto Gutiérrez, censar el número de cotorras argentinas y de kramer que pululan por los parques de Madrid, localizar e informar de la aparición del mosquito tigre, reportar el descubrimiento de una nueva especie vegetal, conocer la contaminación de la capital según el estado de salud de los líquenes de los árboles... son ejemplos de ciencia ciudadana, en este caso en el campo del ambientalismo. El movimiento está brindando un importe volumen de información y datos a científicos y conservacionsitas gracias a aquellos vecinos que registran en aplicaciones específicas a través de sus teléfonos móviles lo que observan. Y la Comunidad de Madrid no es una excepción.

En el conjunto del planeta, según el Fondo de Información Global sobre Biodiversidad, “más del 50% de los datos ya provienen de la ciencia ciudadana, que actúa como un complemento al trabajo científico que permite conocer mejor algunos aspectos relevantes para la conservación de la biodiversidad”.

Foto: Lagunas de Ambroz de San Blas-Canillejas.

Las aplicaciones disponibles (eBIRD, OpenAerialMap, Flood City Sense, Observadores de mar, Mosquito Alert, Adopta una planta, Natusfera, PlantNet, Liquencity…) son la evolución de los antiguos cuadernos de campo donde se apuntaban las características de la especie avistada, la fecha, la hora y su localización. Ese trabajo, que realizaban perfiles muy específicos de amantes de la biodiversidad no profesionales, ahora se ha popularizado gracias al Big Data y las nuevas tecnologías. Cualquier madrileño puede ir al campo, a un parque o estar en su terraza e informar de la especie observada. Sus ojos multiplican la mirada de los científicos, que tienen en la ciencia ciudadana una legión de colaboradores que facilita su trabajo y aumenta las opciones de preservar los diferentes ecosistemas.

Esta participación desinteresada de ciudadanos no especializados tiene su origen en los años 80, concretamente en el avistamiento de aves. En la capital, durante los pasados meses de mayo y junio, la organización conservacionista Seo BirdLife puso en marcha un proyecto de ciencia ciudadana para determinar el número más exacto posible de ejemplares de cotorra argentina y de kramer. El objetivo era “disponer de nuevos datos y conocer la distribución y población de las especies”. El exceso de población de estos pájaros invasores está generando en Madrid numerosos problemas, por lo que Ayuntamiento aprobó en mayo de 2021 un plan integral para controlar el número de ejemplares.

placeholder Un hombre descansa tumbado sobre la hierba del Retiro. (EFE/Juan Carlos Hidalgo)
Un hombre descansa tumbado sobre la hierba del Retiro. (EFE/Juan Carlos Hidalgo)

“Existen muchas acciones de ciencia ciudadana desarrolladas en el medio urbano, aunque pocas duran en el tiempo. Desde hace décadas, por ejemplo, nosotros realizamos un seguimiento de aves comunes, que establece la evolución de las poblaciones existentes y es un perfecto indicador del estado de la biodiversidad” de las ciudades madrileñas, ilustra Juan Carlos del Moral, coordinador de Ciencia Ciudadana de Seo BirdLife.

Precisamente, muchas localidades de la Comunidad de Madrid han sido las grandes estrellas del desarrollo de la ciencia ciudadana en los últimos años, que contó con su máximo apogeo en los meses del confinamiento estricto por la crisis sanitaria porvocada por el covid, en la primavera de 2020. Aislados en las casas, los madrileños usaron horas y horas del día para compartir sus avistamientos desde ventanas, balcones y terrazas. Miles de datos que han servido a la comunidad científica conocer mejor la biodiversidad de la región.

Foto: Vista del humedal de Soto Gutiérrez sin agua. (Cedida)

Según Del Moral, “los grandes núcleos urbanos —como el cinturón que forma el Madrid metropolitano junto con la capital— tienen una fauna y flora en algunas ocasiones abundante y en otras ocasiones escasa”. Esta disparidad es difícil de controlar porque “estos núcleos urbanos son espacios grandes y sus diversos ambientes solo pueden ser cubiertos por muchas personas y muy a largo plazo. Por eso, la actividad de ciencia ciudadana es tan importante para conocer la evolución de la biodiversidad en nuestra ciudad”.

Madrid tiene muchos Serengetis

José Luis Gallego, ingeniero de Montes de Honor por la Universidad Politécnica de Madrid, naturalista y divulgador ambiental, acaba de publicar 'Naturalistas en zapatillas', editado por Libros Cúpula, una guía práctica que enseña la naturaleza más cercana. “Con este nuevo libro busco despertar la curiosidad del lector hacia la naturaleza cotidiana”, explica. “Debemos fomentar el asombro por la biodiversidad y eso es lo que he intentado en este libro. Nuestra ciudades están llenas de rincones interesantes”.

Cada entorno tiene una biodiversidad específica, según numerosos factores, como la climatología, y con unas funciones concretas. Un león resulta llamativo a los ojos humanos, pero en el conjunto de los ecosistemas del planeta es un elemento más, con sus funciones en el ciclo de la vida del territorio. “Un murciélago común en El Retiro puede ser igual o más interesante, desde el punto de vista de la biodiversidad, que un león en el Serengeti. En el caso de Madrid, —detalla Gallego— creo que el Parque de El Retiro es una de las arboledas más magníficas que hay en nuestro país, donde uno puede seguir el pulso de las estaciones y observar cómo acontecen los fenómenos naturales de una manera directa, sin demasiado equipaje, tan sólo abriendo los ojos y contemplando rincones mágicos llenos de invertebrados, aves, pequeños mamíferos… y que pueden constituir una hermosa tarde de campo”.

placeholder Una abeja se posa sobre una flor en Madrid. (EFE/Rodrigo Jiménez)
Una abeja se posa sobre una flor en Madrid. (EFE/Rodrigo Jiménez)

Sin embargo, no todo son ardillas, gorriones o abubillas en los parques madrileños. A la hora de enumerar animales que se puedan encontrar en las calles de la ciudad, posiblemente gane la lista de las especies que más incomodan o asustan al hombre: cucarachas, palomas, sapos, murciélagos, serpientes, arañas, ratas o salamanquesas. “Son los proscritos de la naturaleza”, animales que el ser humano repudia injustamente y que Gallego defiende en su libro. “El reto está en encontrar belleza allí donde otros ven molestia. Salvo por las fobias, totalmente respetables, quiero que el lector dé una oportunidad a esas especies y caiga en el hechizo de su biología, que lo tiene. Me gustaría que todo el mundo fuese capaz de encontrar la belleza en las cosas en las que yo la encuentro, porque de ahí saldría el respeto a la naturaleza, de las cosas cotidianas que mucha gente ignora y que cree que son fuente de contagios y de pandemias y nada más lejos de la realidad”.

Ser naturalista en casa, en zapatillas y participar de la ciencia ciudadana no requiere de grandes inversiones. Usar el libro de Gallego para tener una guía útil y, sobre todo, “estar equipados con nuestro equipo sensorial. Abrir bien los ojos y las orejas y descubrir el entorno como si fuésemos unos niños que se aproximan a la naturaleza con curiosidad”. Gallego recomienda “usar un cuaderno de campo, porque nos permite dar crónica de nuestras experiencias y resulta muy reconfortante recordar con el paso de los años de ese paseo vivido por El Retiro o por nuestro propio jardín. Ahí está el origen de la ciencia ciudadana, en esas anotaciones que hacen los naturalistas aficionados. Lo primero que necesita la naturaleza es gente con ganas de reconocerla y admirarla. Y no olvidar que todo respeto pasa por el conocimiento.

Catalogar la biodiversidad de entornos como las lagunas de Ambroz o Soto Gutiérrez, censar el número de cotorras argentinas y de kramer que pululan por los parques de Madrid, localizar e informar de la aparición del mosquito tigre, reportar el descubrimiento de una nueva especie vegetal, conocer la contaminación de la capital según el estado de salud de los líquenes de los árboles... son ejemplos de ciencia ciudadana, en este caso en el campo del ambientalismo. El movimiento está brindando un importe volumen de información y datos a científicos y conservacionsitas gracias a aquellos vecinos que registran en aplicaciones específicas a través de sus teléfonos móviles lo que observan. Y la Comunidad de Madrid no es una excepción.

Aves Universidad Politécnica de Madrid Madrid Mundo sostenible