Es noticia
Dos décadas sacando tickets: los parquímetros revolucionaron el paisaje urbano de Madrid
  1. España
  2. Madrid
MOVILIDAD

Dos décadas sacando tickets: los parquímetros revolucionaron el paisaje urbano de Madrid

La ciudad cambió para siempre en 2002 con la implantación del Servicio de Estacionamiento Regulado. Las primeras tarifas oscilaban entre los 20 céntimos por 20 minutos y el euro y medio por dos horas

Foto: Una mujer utilizando los primeros parquímetros en 2006. (Getty/Carlos Álvarez)
Una mujer utilizando los primeros parquímetros en 2006. (Getty/Carlos Álvarez)

Hoy resulta difícil imaginarlo, pero hace apenas 20 años un madrileño que trabajara en el centro podía ir en coche y aparcarlo en plena calle sin pagar ni un euro. Los intentos previos para regular el estacionamiento de vehículos privados en el centro de la ciudad habían sido un fracaso. La Operación de Regulación de Aparcamiento (ORA) que aprobó Enrique Tierno Galván en 1980 atravesó un rosario de contratiempos que nunca la hicieron verdaderamente operativa. Madrid afrontaba el siglo XXI siendo una 'rara avis' entre las capitales de provincia españolas, que ya contaban con sistemas de limitación del aparcamiento basados en el funcionamiento de parquímetros.

El actual decano del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid, Sigfrido Herráez, era en aquel entonces el concejal de Movilidad Urbana. Recuerda las dudas del alcalde, José María Álvarez del Manzano, por empezar a cobrar al ciudadano por lo que hasta entonces era gratis. “Pero cuando Manzano decidía apoyarte, ya iba adelante sin pararse”. Las elecciones municipales de 2003, en las que él ya no fue el candidato del Partido Popular, asomaban en el horizonte. Pero en el equipo municipal eran conscientes de que las políticas incentivadoras del uso del transporte público tenían que ir acompañadas de otras que disuadieran de entrar con el coche en las zonas más congestionadas. Lo que había hasta entonces, a juicio de Herráez, era “la selva”. “Cada uno aparcaba donde quería”.

Foto: Un vecino de Madrid utiliza un parquímetro. (EFE/Emilio Naranjo)

El pleno lo aprobó en primavera para empezar a instalar las primeras máquinas en septiembre. El trabajo previo estudió los sistemas que funcionaban en las demás ciudades españolas. Estuvo al frente el director general de Circulación, Sebastián de la Rica. Se llegó a la conclusión de que lo mejor era separar residentes de visitantes y ajustar precios y tiempos. Ya saben: la zona azul es para los visitantes y la verde permite estacionar a los residentes con el pago de una única cuota anual. Herráez descarta cualquier afán recaudatorio en la operación. Las primeras tarifas oscilaban entre los 20 céntimos por 20 minutos y el euro y medio por dos horas. Hoy, el servicio está sometido a unas tarifas mucho más enrevesadas que juegan con distintas variables. Las bases son 1’10 euros/hora en la zona azul y 2’05 euros/hora en la zona verde.

placeholder Un usuario pagando el parquímetro en 2006. (Getty/Carlos Álvarez)
Un usuario pagando el parquímetro en 2006. (Getty/Carlos Álvarez)

Calles de los distritos Centro, Chamberí, Salamanca, Retiro y Moncloa-Aravaca fueron las agraciadas con los primeros parquímetros nada más volver del verano de 2002. Los integrantes de las asociaciones de vecinos recuerdan la curiosidad inicial. En el Barrio de las Letras pasaban serios apuros para aparcar cerca de sus casas. La implantación de las primeras máquinas les permitió ganar mucho espacio pero trasladó el “efecto frontera” a Embajadores, como recuerda Manolo Osuna, de La Corrala. En aquel entonces, reconoce, sí era rentable pagar por la tarjeta de residente que autorizaba a estacionar en tu barrio. Veinte años después, lo que cunde es la certeza de que siempre habrá más coches que sitio.

Foto: Un hombre utilizando un parquímetro en Madrid. (EFE/Emilio Naranjo)

Pilar Rodríguez, de El Organillo (Chamberí), fue testigo de cómo a sus compañeros de trabajo, en una oficina en Ríos Rosas, les cambió la vida con los parquímetros. Se acabó eso de ir en coche desde Getafe o Móstoles. El transporte público pasó de ser objeto de desprecio a la manera obligada para ir a la oficina. Ya como vecina, evoca el disgusto de una multa en los primeros compases de los parquímetros, cuando pensaba que con su tarjeta de residente también podía aparcar en la zona azul.

Una de las claves de los comienzos fue evitar el vandalismo. Al final, este se produjo en menor medida de lo esperado. Aún así, desde el Ayuntamiento y las empresas concesionarias tenían la consigna de reponer las máquinas a la mayor velocidad posible para evitar un “efecto contagio”.

placeholder Protestas contra los parquímetros en Carabanchel en 2006 y 2007. (FRAVM)
Protestas contra los parquímetros en Carabanchel en 2006 y 2007. (FRAVM)

Sigfrido Herráez trae a colación que el SER creó empleo. El paisaje urbano de Madrid no cambió solamente con los parquímetros. También lo hizo con sus controladores. La hemeroteca abunda en piezas sobre las condiciones durísimas en las que tienen que desempeñar sus funciones y en el peligro que han corrido tan expuestos a las iras de los conductores multados.

Hablamos con una trabajadora que lleva 16 años en una de las contratas que cubre una zona concreta de Madrid. Llegó atraída por el horario, de nueve de la mañana a cuatro de la tarde, cuando su hijo era pequeño y ahí sigue. En la misma jornada en la que atiende a El Confidencial ha sido insultada por un usuario. En esta más de década y media ha aprendido que nunca hay que contestar, aunque a veces se termine saltando. “Hay que mentalizarse de que se lo dicen al uniforme, no a la persona”. Los conductores, afirma, suelen barajar unidades temporales que oscilan entre “un segundo” y “cinco minutos” para protestar cuando se les denuncia por haber excedido el límite temporal que habían abonado previamente.

placeholder Un controlador de un parquímetro atendiendo a un conductor.
Un controlador de un parquímetro atendiendo a un conductor.

Las malas miradas son cotidianas, así como una manera muy particular de decir “gracias” en la que predomina el retintín. También hay gente educada, recalca. Pero algunos compañeros suyos han sufrido en carne propia agresiones, empujones o escupitajos. Reconoce que la violencia física ha descendido con el paso de los años, pero no así la verbal. La ola de calor no ayuda. Las altas temperaturas suelen alterar los ánimos, recalca. En ese sentido, agradece el cambio reciente por el que los controladores, personalmente, eran identificados en las denuncias. Conoce casos en los que eso se ha traducido en episodios desagradables: con amenazas en el propio domicilio. El sueldo está entre los 1.050 y los 1.100 euros si se hace la jornada completa. La exposición a los rigores del clima es absoluta. Tienen complicado ir al baño o hacerse con una botella de agua.

Foto: Botella presenta los nuevos parquímetros (foto: Ayuntamiento de Madrid)

El Ayuntamiento de Madrid reconoce que ampliar las zonas SER implica mover las fronteras del servicio a barrios cuyos vecinos ven aumentada la dificultad de aparcar, lo que se termina traduciendo en que ellos también contar con la regulación de aparcamiento. Desde 2021, la ampliación del servicio pasa por escuchar la opinión de las asociaciones. De modo que solo llegaría a aquellos barrios en los que una mayoría lo crea necesario. Antes de eso, se han hecho estudios sobre rotación o grado de indisciplina de los conductores aparcando para establecer de modo objetivo si una zona en concreto necesita funcionar con parquímetro.

El sistema celebra su 20 aniversario con una nueva modalidad: las plazas de “alta rotación”. Diseñadas para gestiones rápidas, tienen una tarifa superior y no permiten exceder los 45 minutos de aparcamiento. “Con estos dos parámetros mas restrictivos que en el resto de las plazas: tiempo de permanencia y tarifa, se busca que estos espacios tengan una mayor disponibilidad de estacionamiento y ofrezcan una solución para esas gestiones de corta duración, normalmente vinculadas con zonas de la administración, empresas, zonas comerciales, entidades bancarias o centros sanitarios”, cuentan desde el Consistorio.

placeholder Uno de los primeros parquímetro de Madrid del barrio 14. (Getty/Carlos Álvarez)
Uno de los primeros parquímetro de Madrid del barrio 14. (Getty/Carlos Álvarez)

Allá por 2002, Sigfrido Herráez se apostó una cena con el concejal de Hacienda, Pedro Bujidos, fallecido en 2012, a que el primer año el sistema daría beneficios. Haberla ganado es la anécdota que hoy rememora con más cariño. Tiene algunas críticas a cómo se fue expandiendo después. Ve un “sentido extraño” en algunas de las ampliaciones. Ahora sí ve afán recaudatorio, con tarifas indistinguibles a su juicio de las de los aparcamientos privados. El Ayuntamiento actual hace un balance totalmente positivo. “Ha permitido racionalizar el uso del coche” tanto para los residentes como para los visitantes, afirman.

En 2002 el euro acababa de llegar al bolsillo y el coche eléctrico, que, por cierto, está exento de pagar el SER, era casi utópico. Pero algo empezó a cambiar para siempre en la relación de los coches con el centro de la ciudad.

Hoy resulta difícil imaginarlo, pero hace apenas 20 años un madrileño que trabajara en el centro podía ir en coche y aparcarlo en plena calle sin pagar ni un euro. Los intentos previos para regular el estacionamiento de vehículos privados en el centro de la ciudad habían sido un fracaso. La Operación de Regulación de Aparcamiento (ORA) que aprobó Enrique Tierno Galván en 1980 atravesó un rosario de contratiempos que nunca la hicieron verdaderamente operativa. Madrid afrontaba el siglo XXI siendo una 'rara avis' entre las capitales de provincia españolas, que ya contaban con sistemas de limitación del aparcamiento basados en el funcionamiento de parquímetros.

Ayuntamiento de Madrid Partido Popular (PP) Transporte