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Feria de San Isidro | Tardes que marcan los años

Lleno de no hay billetes ante la vuelta de Roca y el esfuerzo de Ginés Marín de torear tras apenas nueve días desde su última actuación, en la que resultó cogido de gravedad

Foto: El diestro Ginés Marín da un pase con la muleta a uno de los de su lote, durante la corrida de la Feria de San Isidro. (EFE/Juanjo Martín)
El diestro Ginés Marín da un pase con la muleta a uno de los de su lote, durante la corrida de la Feria de San Isidro. (EFE/Juanjo Martín)

Plaza Monumental de Las Ventas, 25 de mayo de 2022

18ª de la Feria de San Isidro.

Lleno de no hay billetes ante la vuelta de Roca y el esfuerzo de Ginés Marín de torear tras apenas nueve días desde su última actuación, en la que resultó cogido de gravedad. Tarde agradable de temperatura, pero con un viento constante y molesto que dificultó mucho la lidia.

Foto: El diestro Daniel Luque. (EFE/Mariscal)
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Seis toros de Fuente Ymbro, de entre 577 y 615 kilos, todos nacidos en 2016, lo que los deja no muy lejos de los seis años. Sin decepcionar del todo, pero sin permitir lucimiento, afectados por el viento, no estuvieron a la altura de sus hermanos utreros, lidiados hace dos días. Tremendamente serios, con cuajo y encornaduras muy respetables, chatos y algo estrechos de sienes en el tipo de la casa. Bajos, de manitas cortas, hondos, anchos y de trapío irreprochable para corrida de figuras. El tercero, algo más fuera de tipo que, además, flojeó y fue protestado, sobre todo tras romperse el pitón izquierdo. El cuarto, un tío, rebrincado, violento y difícil. El sexto, con movilidad y con expresión de manso, encontró junto a las tablas el sitio donde embestir, siempre a favor de querencia. No desarrollaron buen juego, prontos en los primeros tercios y más reservones y escarbando en la muleta en general, no dieron opciones de ningún tipo.

Diego Urdiales, de verde botella claro y oro, leves pitos tras una estocada muy fea y silencio.

Andrés Roca Rey, de azul marino y oro, palmas y ovación.

Ginés Marín, de burdeos y oro, silencio y silencio.

Foto: El diestro peruano Andrés Roca Rey. (EFE/Martín)
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Marín fue ovacionado al acabar el paseíllo por el tremendo esfuerzo de reaparecer tan pronto. Javier Ambel saludó montera en mano, empieza a no ser noticia, tras un gran tercio al segundo.

Es una cuestión de edad la falta de facultades. Empeora la intención con el paso de los años. La nobleza la perdemos con el transcurrir de los días. Los esfuerzos se hacen cuesta y vas acumulando kilos. La testosterona baja, la mala intención te aumenta, te pones a la defensiva y dejas de querer pelea. Casi seis años de un toro se acercarán a mis 50, eso lo explica todo. Tienes un par de arranques y luego son todo miradas, escarbar y a 'que te pego'. En caso de ir a mayores te muestras conciliador, que no te conoces freno, pero eliges tus batallas. No vamos a hacernos daño que dirías a un dentista agarrando sus redaños. No quieras buscarme las vueltas, que por ahí yo no paso. Pero si se meten contigo te juegas todo a una carta. A un puñetazo certero, que no estás para dos asaltos, lo sabes ya hace algún tiempo. Eso es un toro cinqueño. Te ofrece la paz diciendo como te pases te mato. Y algo ves en su expresión que da credibilidad a unas malas intenciones, que igual le duran un minuto, pero que no quisieras comprobar el daño que causarían desatada la pelea.

Foto: El novillero Jorge Martínez. (EFE/Osés)
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Un chaval te da seguro, pero te le quedas mirando y le dices ¿dónde vas o en serio quieres pegarte? Cuando amenaza un adulto, algo te dice prudencia, no quieres encajar la segunda, ni que te dé la primera. Esa mirada de enfado que da el pasar de los días se manifiesta en una forma de acometer la muleta que a lo que más se parece es a dar un puñetazo. Si el saco al que golpear, en este caso los trastos, bambolea al albur del viento que se hace tan fuerte en mayo, el resultado es un asalto bruto, burdo y sin cadencia. No puedes armar un diálogo con quién vino a derribar lo que le pongan delante con golpes y cabezazos. Puteando los engaños, que se decía antaño, el temple se hace imposible, se hace inalcanzable el arte, no hay lugar para el sosiego, el éxito sale corriendo y la tarde se precipita árida y sin remedio en bulliciosa cuesta abajo entre protestas y alientos.

Hermanos de Fuente Ymbro, hace apenas dos jornadas, en plenitud juvenil, pusieron en evidencia que lo de hacerse mayor no es ajeno ni a los bóvidos. Utreros con todas las ganas de entregarse en la pelea tornaron hoy resabiados al borde de la geriatría, que se arrancan para dar certero su golpe de gracia, o tratan de evitar pelea, buscando chiqueros o tablas. Misma sangre, misma planta, más musculada y recia, con apéndices crecidos, rizos entre las orejas y un no te pases de listo, impidieron que la tarde reeditara los talentos que acredita su familia para encumbrar a figuras como ayudan novilleros.

El viento fue el enemigo en esta conjunción de fuerzas. Ayer ya se anticipaba y hoy no quiso el vendaval perdérsela. Imposible para Urdiales, a la contra con Ginés, solo el loco de este Andrés fue buscándose su sitio y el sitio donde los toros embistieran a su ritmo. Y probablemente a su gusto, no si al del toro o el torero, pero al final pases hubo. Puso la muleta delante, muslos y pecho entre medias, se la pasó por detrás, se la dejó en los ojos, se la quitó de la cara y se la volvió a poner tantas veces que las gradas exacerbaron su aplauso tapando las 'maldecibles' protestas de los de siempre. Si no pincha tenemos bronca de dividir dos Españas. Con Perú en una de ellas que lo patrio siempre llama.

Falló a espadas que no a ganas este torero de época que reconduce embestidas, atempera violencias, embarca por el carril a toros más que descarrilados y basa en el no moverse su dudosa supervivencia. Puso los tendidos cercanos a tapar con sus aplausos las malintencionadas protestas de los que, en vez de ver toreo, parece que ven contratos. Esos que con un grito a destiempo y dos o tres palmas de tango quieren pontificar que el éxito es solo un bien efímero y por ellos otorgado. Incluso para este chaval, podría decir torerazo, que está llamado a reinar. Nombre tiene desde luego para un reinado largo y tiene talento y valor para que no le destronen ni abdique de ese privilegiado puesto lo que nos queda de década. Y creo que me quedo corto por el talento y el plazo.

Ginés, todo voluntad, y tan recientemente roto, bastante pundonor mostró, bastante valor acredita, no por el hecho de vestirse, que ya me parece un mundo, sino por buscarle las vueltas al también anciano sexto, que con las mismas protestas acreditó que no es fácil ganar un pulso ni al toro ni mucho menos al tiempo.

Más vale tarde de toros que 'nuncas' de nuestra fiesta, incluso con ancianos toros.

Plaza Monumental de Las Ventas, 25 de mayo de 2022

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