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Feria de San Isidro | A premiar, señor presidente
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TOROS

Feria de San Isidro | A premiar, señor presidente

Algo más de media plaza en tarde agradable, pero algo ventosa, especialmente en el segundo, quinto y sexto

Foto: El novillero Jorge Martínez. (EFE/Osés)
El novillero Jorge Martínez. (EFE/Osés)

Plaza Monumental de Las Ventas, 23 de mayo de 2022.

16ª de la Feria de San Isidro.

Tercera Novillada del ciclo.

Algo más de media plaza en tarde agradable, pero algo ventosa, especialmente en el segundo, quinto y sexto.

Seis novillos de Fuente Ymbro de entre 496 y 525 kilos, muy bien presentados, serios, grandes, pero sin ser descomunales, con movilidad y buen juego. Gran novillada. Especialmente bravo el primero y a más el sexto, encastado, que salió desparramando la vista, pero que tras un buen tercio de varas acabó premiado con la vuelta al ruedo por su incansable embestida. Con muchas dificultades el lote de Jorge Martínez que en otras manos nos hubieran hecho pasar muy mal rato.

Manuel Diosleguarde, de nazareno y oro, oreja y silencio tras aviso.

Jorge Martínez, de azul marino y oro, que hacía su presentación en Las Ventas, gran ovación con saludos y vuelta al ruedo tras petición mayoritaria y bronca tremenda al palco tras la inexplicable y antirreglamentaria no concesión de la oreja, se negó a dar una segunda vuelta al ruedo que el público pidió con insistencia.

Álvaro Alarcón, de blanco y plata, que también hacía su presentación en Las Ventas, oreja y dos orejas. Salió por la puerta grande tras una tarde excepcional.

Saludaron montera en mano Andrés Revuelta y Félix Delgado tras parear al tercero. Vuelta al ruedo también para el ganadero, Ricardo Gallardo, y su mayoral. Y pitos al final del festejo a la presidencia, más que justificados por su falta de criterio.

A premiar. En los toros, a veces hay triunfos. A veces hay premio. A veces apuro. A veces apremio. Hay días de laurel y de galardón. Hay tardes de bronca y de frustración. Hay días de cisco y de alboroto. Hay festejos de bullicio y pelotera. Pero pocas veces, como este lunes, hay un compendio de todo. Dos horas de tobogán que nos llevaron veloces de los aplausos y los oles de tres o cuatro faenas, a los pitos y bramidos de bronca a la presidencia. De sustos y satisfacción a frustración y enfado en menos que se arrastra a un toro. De la sonrisa del triunfo a la mueca del estafado, en lo que tarda un ignorante en no sacar un pañuelo, en moverse su listón, en prostituir su criterio.

Y todo como casi siempre con el mismo claro origen: las embestidas del toro. Tremenda la novillada por movilidad y por ganas, por variada, variopinta, por seria sin ser ciclópea, por resultar un examen a quien busca doctorarse en este oficio inaccesible. Buenos, pero no tontos, lo que muestra más valía del que se pone delante. Con fuerza, con resistencia, con constancia y energía, cada uno con lo suyo, sacaron de principio a fin todo lo que llevaban dentro, manteniendo la emoción, la atención y sobre todo el esfuerzo de estos toreros en sazón que más bien me parecieron maestros.

placeholder El novillero Manuel Diosleguarde. (EFE/Miguel Osés)
El novillero Manuel Diosleguarde. (EFE/Miguel Osés)

Manuel Diosleguarde, veterano y pinturero, abrió terna y tarde de gloria con una oreja en el cesto tras tratar muy bien a un toro que, de bravo, fue muy bueno. Temple, sitio y compostura, ritmo, cadencia y estilo puestas alrededor de la bravura suelen acabar en premio. En el cuarto miles de ganas para un novillo sin motor que acabó en el que menos hizo honor al resto de sus hermanos. Un silencio de respeto dictaminó la plaza a un novillero que seguirá evolucionando y dará tardes de gloria con enemigos mayores. El público está esperando un torero salmantino que salvaguarde, Diosleguarde, ese estilo de toreros.

Álvaro Alarcón, en día de claro premio, tres se llevó para su casa. Las dos orejas del sexto a base de confianza. De ponerle la muleta una y otra vez al utrero mirara donde mirara. Pero ponérsela de veras. Adelantada y baja. De tirar con convicción, algo en línea al principio fruto de un defecto en la vista del toro de salida. De esa confianza que, contemplada desde un tendido, parece cabezonería, mejoró las embestidas de un animal con raza que acabó embelesado, más templado y entregado de lo que su genio prometía. Eso permitió otro trazo. Relajado y cadencioso que llega más en Madrid. Y en perfecta progresión, que también exige esta plaza, culminó con espadazo la vida de Embriagado, que embriagó con su determinación a público y presidente para hacerse premiar con el mayor homenaje cuando no salvas la vida: pañuelo azul y vuelta al ruedo. Lo sólido de sus maneras, su fe en sus propios métodos, su gran determinación y la muerte del novillo en apenas dos segundos culminaron con el éxito de su presentación en Las Ventas. Tres orejas a un novillero pasa cada muchos años y, como apuesta de futuro, casi siempre aciertan las salidas en volandas.

Entre medias de los dos, éxitos de variado calibre, me quedó la frustración de la injusticia con Jorge. Su primer toro imposible, su segundo muy improbable. En este fue donde recitó un monumento al toreo que al final no es otra cosa que entrega, emoción y lucimiento. Para mí de lo mejor de la tarde. Parece mucho decir con cuatro orejas cortadas y ninguna de ellas viajando para Murcia. Pero es lo que yo he visto cuando a base de ponerle la barriga a su novillo le ha hecho cambiar las ideas, olvidarse de bordados y tragarse la muleta. Con más verdad que Veritas, con más talento que un Papa, exprimió las embestidas de un novillo complicado, dando además pases con arte, con profundidad y alto riesgo. Mató de certera estocada y se lo reconoció el público con petición mayoritaria. El resto me sale de insulto.

Hay que apremiar para que castiguen al que incumple el reglamento. Al que tapa su sonrisa debajo de una mascarilla mientras destroza la vida de un chaval tan entregado. Hay que reaccionar al insulto de ser tan blando de criterio y tan duro de mollera. Tan injusto y tan siniestro. Tan hombre para ser presidente como rata para acreditarlo. Tan vulgar, alardeando de clichés y desconocimiento. Tan anónimo que merecería que no dijera su nombre, pero que no me puedo callar, sabiendo que toda la plaza se encargó este lunes de gritar. Y yo no voy a ser menos Sr. Ignacio Sanjuan. Lo hago sin buscar más premio que remover su conciencia y que le pida perdón a ese pedazo de torero que salió andando de Las Ventas con una injusticia a cuestas por no saber que, en su cargo, usted se dedica a premiar, no a castigar torerazos.

Plaza Monumental de Las Ventas, 23 de mayo de 2022.

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