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Terremotos, guerras y epidemias: así fueron los orígenes del periodismo en España
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Terremotos, guerras y epidemias: así fueron los orígenes del periodismo en España

La muestra, que puede visitarse hasta el 12 de junio en la Biblioteca Nacional, recoge más de un centenar de documentos para descubrir cómo se transmitían las noticias entre los siglos XVI y XVII

Foto: Uno de los documentos expuestos. (Biblioteca Nacional)
Uno de los documentos expuestos. (Biblioteca Nacional)

Prodigioso volcán de fuego que exhala en medio del mar océano enfrente de la isla de San Miguel, una de las Terceras, y nueva isla que ha formado. Tuvo principio en 3 de julio deste preferente año de 1638”, se puede leer nítidamente en uno de los más de cien documentos que hay en la exposición ‘Noticias verdaderas, maravillosos prodigios. Relaciones de sucesos en la BNE y los orígenes del periodismo’, comisariada por Adelaida Caro y Nieves Pena y que puede verse en la Biblioteca Nacional.

Una labor de archivo que ahora se ve representada con un monográfico dedicado a estos textos efímeros, antesala de lo que solo unos años más tarde serán los primeros periódicos, pero que funcionaban de igual manera para transmitir todo tipo de noticias que sucedían a lo largo del mundo.

Novedosos documentos

Pena apunta, en conversación telefónica, que estos textos no han sido demasiado populares hasta el momento y que muy pocos los están estudiando. “Los primeros que empezamos en España fuimos la Universidad de La Coruña, en 1994”, indica sobre unos ejemplares muy escasos y difíciles de localizar.

placeholder Uno de los documentos expuestos. (Biblioteca Nacional)
Uno de los documentos expuestos. (Biblioteca Nacional)

Las relaciones de sucesos, textos de carácter informativo cuya publicación ocasional proliferó entre los siglos XVI y XVII, constituyen un producto textual, tipográfico y editorial que, con muy pocas diferencias, se extendió por toda Europa e incluso por otros territorios, hasta el punto de que podría decirse que la producción de impresos informativos en la Edad Moderna fue un fenómeno global”, aclaran al inicio del catálogo, una guía de estimable valor para ir recorriendo sucesos y hechos significativos en España y más allá, a partir de estas noticias que pretendían acercarse al lector informando, entreteniendo y conmoviendo.

El proyecto expositivo está dividido temáticamente. Dejando espacio para guerras (La corte y el campo de batalla), eventos de carácter religioso (En el nombre de Dios), fiestas y celebraciones cortesanas (Dejar memoria de las solemnes fiestas) o catástrofes (Las fuerzas de la naturaleza). “Gracias a las relaciones de sucesos los ciudadanos pudieron conocer noticias diversas de lo acontecido en China o Japón, lo que ocurría en la frontera con el Imperio otomano o en las costas de Argel, recibir información de los terremotos de Lima o saber del extraño monstruo pescado que apareció en Livorno”, apuntan las dos comisarias.

Relatos fantásticos

Una de las secciones más curiosas que puede verse en las salas de la Biblioteca Nacional es la dedicada a hechos fantásticos, que muchas veces se confundían con sucesos reales. Narraciones de casos extraordinarios de hermafroditismo, niños gigantes o directamente formas fantásticas, mitad humano y mitad pez, por ejemplo. “Se trata de un tipo de relación que con frecuencia va acompañado de grabados xilográficos que ilustran los fenómenos relatados, contribuyendo a convertir estas relaciones en productos especialmente llamativos”, comentan.

Foto: Miliciana en primera línea de avanzadilla de la sierra de Madrid.
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Entre los documentos que los visitantes podrán disfrutar está una carta amenazadora del emperador de Alemania al imperio turco, la noticia de la erupción del Vesubio, el documento que prueba la aparición de un monstruo en las aguas del Vesubio, la victoria de las tropas cristianas en territorio sagrado, la famosa riada del Guadalquivir o sucesos como la peste, que recuerda a procesos similares a los vividos recientemente.

También utilizaban técnicas que podríamos denominar modernas, intentando atraer la atención del lector con títulos largos o llamativos. “Hacían un uso muy extendido del epítome fiel y verdadero para hacer creer que aquello era cierto”, explica Pena, que también apunta a quien se encargaba de su venta: “Solían ser ciegos libreros ambulantes”.

Profesionales de la información

¿Y los autores? “La mayoría eran diplomáticos y secretarios de nobles. Aunque también lo hacían embajadores, religiosos o jesuitas”, destaca Pena. El primer profesional de la información será Andrés de Almansa y Mendoza, cuya primera noticia es de 1621 y del que se cuentan hasta dieciséis redacciones. Pena continúa mencionando que “los datos del editor y el impresor solían coincidir. Por lo que las fronteras eran difíciles de discernir entre los dos”. Otro hecho llamativo eran las noticias en verso. “Se hacía así para que se pudieran leer en voz alta. Era habitual enseñar en el colegio a versificar, ya que ayudaba a la memorización. Eran técnicas para que las noticias se transmitieran de boca en boca”.

placeholder Uno de los documentos expuestos. (Biblioteca Nacional)
Uno de los documentos expuestos. (Biblioteca Nacional)

Si se quiere saber cuál fue la primera relación que hay registrada hay que echar la vista hasta 1492, un documento publicado en Sevilla y que relata, en latín, la toma de Granada. De cinco años más tarde será la siguiente, donde se nos cuenta con gran claridad las fiestas celebradas en Santander en honor a Margarita de Austria, que acaba de llegar de Flandes para casarse con el príncipe Juan, heredero de los Reyes Católicos.

Primeras noticias

“En cuanto a Barcelona, la primera relación de sucesos barcelonesa que conocemos rivaliza en importancia histórica con el relato de la conquista de Granada", explica Henry Ettinghausen, catedrático de Estudios Hispánicos. “Se trata de la epístola enviada por Cristóbal Colón en la que da cuenta de su descubrimiento del Nuevo Mundo, impresa por Pere Posa, en 1493”.

Ettinghausen también destaca como en la primera prensa lo más típico es “encontrar relaciones de celebraciones fastuosas, victorias fulminantes, triunfos de la religión propia y horrores de los demás, exóticos descubrimientos geográficos, aterradores desastres naturales, milagros asombrosos, crímenes y atrocidades escalofriantes, monstruos raros”.

placeholder Uno de los documentos expuestos. (Biblioteca Nacional)
Uno de los documentos expuestos. (Biblioteca Nacional)

Las noticias se publicaban en imprentas que estaban colocadas estratégicamente en los núcleos urbanos más relevantes: Madrid, Sevilla, Barcelona, Valencia o Medina del Campo, entre otras. “Unos documentos de los que se tiraban unos 1.500 o 2.000 ejemplares y costaban unos tres maravedíes, aunque dependía mucho de si llevaba algún detalle realizado en madera (xilográfico) o en cobre (calcográfico)“.

La Colección de la BNE

La colección que atesora la BNE contiene más de 4.000 ediciones identificadas, clasificadas y digitalizadas. “Nosotras hemos seleccionado 150 piezas. Las más significativas y las que mejor mostraban lo que queríamos contar”, concluye Pena.

Foto: Periodista de televisión, en Reino Unido. (Reuters)

‘Noticias verdaderas’ consigue que se vea con ojos del presente mucho de lo que sucedía hace trescientos y cuatrocientos años. Una labor divulgativa, a la vez que histórica, lo que permite no perder de vista nuestro propio pasado y entender mucho mejor los hechos actuales. Según la comisaria, “ya tenemos 'fake news' en el siglo XVI y XVII”. En la exposición puede verse una relación que narra la victoria de la Armada Invencible o victorias en Flandes, mientras en Amberes se publicaban como derrotas. Hoy como ayer.

Prodigioso volcán de fuego que exhala en medio del mar océano enfrente de la isla de San Miguel, una de las Terceras, y nueva isla que ha formado. Tuvo principio en 3 de julio deste preferente año de 1638”, se puede leer nítidamente en uno de los más de cien documentos que hay en la exposición ‘Noticias verdaderas, maravillosos prodigios. Relaciones de sucesos en la BNE y los orígenes del periodismo’, comisariada por Adelaida Caro y Nieves Pena y que puede verse en la Biblioteca Nacional.

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