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Feria de San Isidro | Heridos

Dos heridos en el ruedo el día de San Isidro. Uno quiso entrar por su propio pie en la plaza. El otro hizo lo propio al abandonarla

Foto: Álvaro Lorenzo en la Feria de San Isidro. (EFE/Fernando Villar)
Álvaro Lorenzo en la Feria de San Isidro. (EFE/Fernando Villar)

Plaza Monumental de Las Ventas, 15 de mayo de 2022

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Casi lleno en tarde primaveral, con menos calor que días atrás y alguna racha de viento que molestaron a los toreros en el centro del ruedo.

Cinco toros de El Parralejo de entre 505 y 580 kilos, cuatro de ellos cinqueños, bien presentados, con trapío y astifinos, y un sobrero de José Vazquez, lidiado en segundo lugar, con más volumen y cuajo aún que los titulares. El sexto que desentonaba de sus hermanos por delante fue el mejor. El primero y quinto embistieron con largura por el pitón derecho y algo más frenados por el izquierdo, el resto sin muchas posibilidades de lucimiento. Segundo sin transmisión. Tercero descastado y sin fijeza. Cuarto imposible y peligroso.

Curro Díaz de corintio y oro, silencio tras aviso, silencio y oreja con protestas en el que mató en lugar de Ginés Marín.

Álvaro Lorenzo de gris plomo y oro, que toreaba tras su cornada del pasado 8 de mayo en esta misma plaza, silencio y oreja tras aviso con alguna protesta.

Ginés Marín de azul añil y oro, ovación tras terminar la lidia de su toro con una fuerte cornada en los primeros compases de su faena.

El parte médico certifica: herida por asta de toro en tercio medio del muslo derecho, con orificio de entrada por cara anterior y con dos trayectorias, una ascendente de 25 cm que alcanza anillo inguinal y contusiona arteria femoral y otra transversal de 20 cm que lesiona el recto anterior y presenta orificio de salida en cara lateral del muslo. Es intervenido quirúrgicamente bajo anestesia general y trasladado al Hospital La Fraternidad Muprespa. Pronóstico grave que le impide continuar la lidia.

Se recibió a Ginés Marín con una fuerte ovación al acabar el paseíllo por su última salida a hombros en esta plaza el pasado 12 de octubre. Buena lidia de Andrés Revuelta en el segundo, se desmonteró Lipi en el cuarto que lidió con efectividad Curro Javier.

Dos heridos en el ruedo el día de San Isidro. Uno quiso entrar por su propio pie en la plaza. El otro hizo lo propio al abandonarla. Álvaro Lorenzo, herido hace una semana en Las Ventas, llegó con la herida abierta. A Ginés le abrieron el muslo y está anunciado en diez días. Ambos convocaron a la épica acabando con sus toros mientras la sangre corría pierna abajo hasta la media. Con una cornada grande terminar con la faena no lo exigen los contratos y no me explico cómo se lo puede exigir su ética. La exigencia de un torero en fase de abrirse camino, ni con las carnes abiertas, le deja ni un paso atrás porque sabe que sería paso fatídico a un lado. Al lado que no hay contratos.

Foto: El diestro Antonio Ferrera, con el primero de la tarde, durante la corrida de la Feria San Isidro. (EFE/Javier Lizón)
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La frialdad de Ginés después de que un Congresista, era el nombre de su toro, le atravesara la pierna me ha dejado estupefacto. Con los músculos destrozados ni uno solo de su cara ha hecho el más leve gesto. Se ha incorporado y se ha puesto otra vez al toro como si de nuevo empezara. La gravedad del percance la intuíamos todos por el tiempo que quedó colgado de tan astifino gancho. Es verdad que la sangre no resultó borbotón y que, aunque cojeando mucho, no perdió movilidad y eso, en expresión taurina, es una cornada limpia, que no te sesga la vida. Y la cuadrilla no intervino retirándolo del ruedo.

Acabada la faena siguió con su parsimonia. Esperó a que arrastraran a su ya inerte enemigo y con paso más que digno recorrió el callejón recibiendo los aplausos del público más sensible. Y justo antes de encarar la puerta de la enfermería, recibió también el beso en la mejilla de su padre. La expresión del progenitor delataba más angustia y más dolor que la de su valiente hijo. Aunque la misma hombría, reforzada con la grandeza que le daban los brillos de oro de la chaquetilla de picador de turno que lucía Guillermo Marín. Padre y subalterno al unísono con gran nudo en la garganta.

Los límites de la razón no operan cuando te vistes de luces. Aun así, hay ciertos códigos que parecían razonables. Todo dentro del contexto de la irracionalidad de demostrar a tus congéneres que la fuerza de voluntad humana no tiene, precisamente, límites. Uno de esos códigos que los nuevos toreros están derribando es el de retirarte herido mientras puedas permanecer erecto. O el de perder alguna fecha para poder volver en plenas facultades a la cara de otro toro.

Parece que las cornadas no duelen, que estos extraterrestres se curan como si fueran lagartos. Un toro hace mucho daño, pero también puede que haga daño lo de quitarle importancia. Estamos en el límite de que se confunda el arrojo, el sacrificio más estoico y la entrega ilimitada con el desprecio al dolor o a la propia vida. Porque cuanto más la valoras, más mérito tiene exponerla. Cuando más te duele la herida, más mérito tiene volver a buscarla.

En públicos que confunden cada vez más realidad y ficción no sé si hace afición demostrarse tan absolutamente contenido y controlado. Con el dolor tan por dentro. Con esas limitaciones, que generan las heridas, tan ocultadas. No seré quien quite mérito al aguante o valor al compromiso, pero tengo ciertas dudas de hasta donde habrá que llegar para acreditarlo. José Tomás marcó un camino que no sé bien donde nos lleva.

Foto: El diestro Morante de la Puebla, este miércoles. (EFE/Martín)
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A pesar de torear con los puntos de otra cornada extensa, Álvaro lució un toreo bueno que no requiere facultades, sino quietud, temple y buen gusto. Y todo eso acreditó para ganarse su oreja y seguir acumulando méritos para mantener el buen nivel de carteles en el que le ubica la empresa.

Curro Díaz mató tres toros, dos de ellos los mejores, y le arrancó una oreja al toro que Ginés Marín seguro hubiera elegido. Con su toreo intermitente de compás abierto y relajo llegó más con el sexto que mató de un estoconazo.

Ojalá que vuelva Ginés a su compromiso en diez días. Ojalá sea porque está en perfectas condiciones. Y que le toque un toro como el que hoy le tocaba. Estoy seguro de que alternará puerta grande, herida y puerta grande.

Plaza Monumental de Las Ventas, 15 de mayo de 2022

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