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La Ribot, la artista madrileña que ha renovado las artes vivas se “expone” en Alcalá 31
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La Ribot, la artista madrileña que ha renovado las artes vivas se “expone” en Alcalá 31

La coreógrafa presenta en la sala de arte una de las muestras más inquietas y transgresoras del momento que se podrá disfrutar hasta este domingo

Foto: Exposición 'La Ribot' en Alcalá 31. (Guillermo Gumiel)
Exposición 'La Ribot' en Alcalá 31. (Guillermo Gumiel)

El arte de La Ribot es un arte vivo. De esos que es necesario tocar, ver y, en algunos casos, hasta trabajar. Agacharse, girarse, moverse a su alrededor para poder entender todo lo que intenta transmitir. La sala Alcalá 31, perteneciente a la Comunidad de Madrid, ha acogido estos dos últimos meses una de las muestras más singulares y arriesgadas del panorama artístico madrileño. La performer, bailarina y coreógrafa, Premio en Artes Plásticas 2018 de Madrid, Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes, en 2015, y León de Oro a la carrera en Biennale Danza di Venezia 2020, es una de las más grandes pensadoras sobre el cuerpo que tenemos aquí.

Foto: Escena costumbrista. (Jean-Démosthène Dugourc, 1813)

La exposición, que termina este domingo, ha ejecutado obras en vivo a diario con parte de su compañía y colaboradores legendarios, que llevan acompañándola más de dos décadas, como Juan Loriente. Aún puede verse LaBOLA, un trabajo que amplía los conceptos coreográficos de lo que se entiende por 'performance', avanzando y retrocediendo a partir de distintas vestimentas que hay repartidas por toda la sala.

Foto: Sombrereras en 1946. (Comunidad de Madrid)

“Yo me imagino que podríamos estar todos bailando sin parar, todo el rato, todos a la vez, y haciendo más o menos lo mismo, transformándonos continuamente, pasando por todo tipo de experiencias; partiendo, por ejemplo, de nosotros mismos, intercambiándonos las camisas, los pantalones, los gorros; intercambiándonos los zapatos, las toallas y los vestidos, las formas”, dijo en el discurso de la entrega del León de Oro honorífico de la Bienal de Danza veneciana. Esta idea es la que subyace en la pieza que puede disfrutarse viernes y sábado, a partir de las 19h, y el domingo, en horario de doce del mediodía. “Es mucho más que una interpretación. Cada día es diferente. Todo lo que uno ha hecho a lo largo de la jornada, de algún modo, influye y cambia la pieza”, confiesa Mathilde Invernon, una de las intérpretes.

Exponer la danza

María José Ribot nació en Madrid en 1962. Aunque vive fuera de España desde 1997, ahora está en Ginebra, donde se ha establecido con su pequeña compañía. La artista y 'performer' internacional, con exposiciones y trabajos en los principales museos del mundo, se siente cómoda en Madrid. “Todas mis obras se han presentado siempre aquí. Mis galerías, Soledad Lorenzo y Max Estrella, han ayudado a que mis obras se conozcan. Amo hablar en castellano y disfruto mucho la ciudad cada vez que vengo", destaca. Ella ha actuado en Tate Modern, Londres; Théâtre de la Ville de París y Centre Pompidou, París; Trienal de Aichi, Nagoya; Galería Soledad Lorenzo, Madrid; o Museo Serralves, Oporto, entre otros. Además de contar con su trabajo visual en las colecciones del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, el Centre Pompidou, el Centre National des Arts Plastiques, el MUSAC o la Fundación Cajasol, en Sevilla.

placeholder Artistas en una 'performance' de 'La Ribot. A escala humana'. (Guillermo Gumiel)
Artistas en una 'performance' de 'La Ribot. A escala humana'. (Guillermo Gumiel)

‘La Ribot. A escala humana’ ha sido comisariada por Olivier Kaeser, que para la ocasión ha escrito un breve texto donde desarrolla algunas de las claves de la coreografía. “Como indica su título, la exposición subraya el papel clave que desempeña el cuerpo humano en la práctica de La Ribot: el cuerpo escenificado, el contacto entre cuerpos, la relación del cuerpo con su entorno espacial y arquitectónico, la huella del cuerpo en los objetos, la memoria de los gestos en vídeo o fotografía”, cuenta el curador suizo. “La noción de escala también es determinante, ya que las obras se conciben y producen desde y con el cuerpo de la artista o de los intérpretes. Las herramientas y los accesorios, como las cámaras de vídeo, los trajes o los objetos, se utilizan en función de las posibilidades físicas del cuerpo, sin ninguna otra aportación o artificio externo”.

A lo largo de estos cuatro años el proyecto ha ido mutando y adaptándose al espacio

Toda la exposición comenzó a plantearse en 2018, cuando el director de Alcalá 31 le propuso una exposición alrededor de ella. A lo largo de estos cuatro años el proyecto ha ido mutando y adaptándose al espacio, siempre persiguiendo un objetivo: exponer la danza. “Se exponen muy poco las artes vivas en lugares de artes plásticas”, explica por teléfono Ribot. “Esta vez no hemos podido presentar una retrospectiva, sino que he querido centrarlo en mis piezas más corporales”.

placeholder La muestra podrá verse hasta el domingo 3 de abril. (Guillermo Gumiel)
La muestra podrá verse hasta el domingo 3 de abril. (Guillermo Gumiel)

De esta forma, además de las obras en vivo que se han representado desde la inauguración, donde hubo coreografías de 2006 y 2016, también se pueden apreciar sus videoinstalaciones y trabajos con sillas de madera, pertenecientes a antiguos cines al aire libre y teatros ambulantes, y en las que ella ha intervenido contando historias. Son las llamadas sillas legibles en las que el público participa de forma activa descifrando su contenido, siempre con ideas y frases alrededor del movimiento y el cuerpo.

Cuerpos moviéndose

“En la primera planta, entre otras obras, se presenta una gran selección de cuadernos en vitrinas. Verdaderas extensiones del cerebro de la artista desde cuarenta años, estos cuadernos proporcionan una visión íntima y sensible de su forma de pensar, de combinar elementos, de esbozar proyectos, de utilizar referencias y de mezclar el arte y la vida”, explica Kaeser.

placeholder Las sillas de madera son un elemento recurrente en la 'performance'. (Guillermo Gumiel)
Las sillas de madera son un elemento recurrente en la 'performance'. (Guillermo Gumiel)

Son otra manera de ver y analizar la danza, un proceso en continuo movimiento. “Es como enseñar el cerebro”, cuenta La Ribot. “De esta manera se pueden entender muchas de las obras que hay en la exposición. Los cuadernos a veces son muy detallados y en otras hablo de ideas y divagaciones. Sin embargo, siempre es fácil intuir de dónde han salido”.

En esa planta también hay hueco para sus reconocidas polaroids, en las que fotografiaba sus pechos y el pubis durante el curso de interpretación Pieza Distinguida, de 1997. A lo largo de seis años, La Ribot tomó más de 300 imágenes, que luego pegaba sobre las partes de su cuerpo desnudo, mostrándolas en sus actuaciones.

La Ribot concluye con una declaración de intenciones: “Aquí no se trata solo de contemplar”. Para, seguidamente, entrar de lleno en lo que le interesa: actuar y usar. “La exposición habla de lo que las personas hacen con sus cuerpos, los objetos y el espacio. Y de lo que sucede en las múltiples relaciones que se establecen entre todos ellos. Las relaciones pueden ser geométricas, filosóficas, sentimentales, catastróficas, narrativas, inesperadas y siempre poéticas”. La poesía y el arte como medios con los que acercarse al presente. A más de cuarenta años de historia. La historia de La Ribot y la danza.

El arte de La Ribot es un arte vivo. De esos que es necesario tocar, ver y, en algunos casos, hasta trabajar. Agacharse, girarse, moverse a su alrededor para poder entender todo lo que intenta transmitir. La sala Alcalá 31, perteneciente a la Comunidad de Madrid, ha acogido estos dos últimos meses una de las muestras más singulares y arriesgadas del panorama artístico madrileño. La performer, bailarina y coreógrafa, Premio en Artes Plásticas 2018 de Madrid, Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes, en 2015, y León de Oro a la carrera en Biennale Danza di Venezia 2020, es una de las más grandes pensadoras sobre el cuerpo que tenemos aquí.

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