Los taxistas se ahogan con la subida de la gasolina: "Pago un 65% más que hace un año"

Rafael Ruano comenzó a trabajar como taxista hace 20 años y a sus 55 se ha topado con un récord del precio de combustible que lo ha dejado despavorido. “Estamos asustados porque no sabemos si hay techo o va a seguir subiendo”, lamenta. Recuerda que en el 2014 hubo otro conflicto bélico, la invasión de Crimea, pero el resultado no le afectó tanto: “El gasoil subió de 0,89 euros el litro a 1,20, pero es que el mes anterior llegamos a 1,45 y ahora estamos en 2 euros aproximadamente”. Lleva sus cuentas minuciosamente: “Pago un 65% más que el año pasado, que estaba sobre 1,25”.

Ruano y sus compañeros de profesión se sienten ahogados. Según la Asociación Nacional del Taxi (ANTAXI), el coste del gasoil y la gasolina han aumentado un 40%; y el gas un 100%. Por ello, la agrupación publicó el viernes un comunicado en el que anunciaba que del sector, unido al del transporte, exigía al Gobierno ayudas al combustible. Además, anunciaba que el Comité Nacional del Transporte había solicitado una reunión urgente con la Ministra de Transporte, Raquel Sánchez, para exigir “medidas excepcionales”.

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Lo defiende Miguel Ángel García, Secretario de la Asociación Gremial de Auto Taxi de Madrid (AGATM) y de la Federación Española del Taxi (Fedetaxi): “Si la situación es extraordinaria, que los mandatarios adopten decisiones extraordinarias”. Está pendiente de un encuentro que les aporte soluciones. “En países de nuestro entorno, como Portugal, se está dando a los taxis ayudas directas en forma de cheque combustible y eso es lo que pedimos: que actúen y que lo hagan rápido”, apunta.

García encuentra la situación complicada para los que utilizan gasoil, como Ruano, aunque llega a ser insostenible para los que utilizan gas. “Ha subido más del doble”, zanja sobre una cifra que varió en días. “El gas natural no solo se nos recomendó. Prácticamente, se nos obligó a que, a la hora de renovar, apostáramos por vehículos ecológicos”, prosigue. Es el caso del sobrino de Ruano, que tiene un Seat Toledo de gas natural comprimido (GNT). “El gas licuado del petróleo (GLP) no ha subido tanto, pero igualmente ha pasado de 0.65 a 0.90 céntimos”, explica el taxista.

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El presidente de la asociación espera una ayuda inminente porque no encuentra otra forma de salir de ese estado de incertidumbre. Sus compañeros lo único que podrían hacer sería subir las tarifas, pero es imposible. “Las actualizamos anualmente y, aunque no queremos aplicar este incremento a los servicios, no se nos permitiría: Las tarifas se revisan a final de año y se aplican en enero”. El funcionamiento consiste en que ellos proponen un precio, el Ayuntamiento les escucha, a ellos y a los consumidores, y hace una propuesta a la Comunidad, que es la que certifica.

La dificultad de una ciudad grande

La situación es crítica también para las empresas, como la de Ruano. Cuenta con tres licencias –la última aún la paga– y tres vehículos que circulan por Madrid. Uno de ellos lo utiliza él durante 8 horas y los otros taxis los emplean tres trabajadores: uno durante 12 horas y los otros, que comparten un coche, media jornada. “Son unos 210 de incremento por automóvil, es decir, pago cerca de 630 euros en total más al mes”, calcula.

A García le surgen interrogantes: “No entendemos si realmente el producto está mucho más caro, yo mantengo mis dudas. Lo que es seguro es que llevamos mucho tiempo pidiendo combustible profesional y que se nos tenga más en cuenta”. Se plantea que quizás la única solución para ser escuchados sea parar su trabajo.

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Rememora cuando en la pandemia fueron incluidos como un “servicio esencial”; entonces se esforzaron por el bien común. “Solo les pedimos que colaboren con este aumento porque nosotros llevamos el transporte de la ciudad; ayudamos a ciudadanos, al turismo, y estamos desbordados por las ferias, todo el mundo quiere asistir y recuperar el tiempo perdido”, describe sobre algunos eventos masivos.

En una ciudad grande como Madrid esta faena multiplica; tienen muchos más viajes. Se organizan telemáticamente y por radio en el centro, en la periferia, en los polígonos industriales. “Los trayectos son largos, hay veces que llegamos a los 40 kilómetros”, asegura García. Por ello, cada vez se agolpan más en las paradas. “La forma de trabajar te cambia porque no ruedas tanto por la calle, vas buscando hacer menos kilómetros, prefieres pararte y que te busque a ti el cliente”, reconoce Ruano.