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25 años de Matador: la revista de arte que juntó a los creadores más importantes del XX
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25 años de Matador: la revista de arte que juntó a los creadores más importantes del XX

El Centro Fernán Gómez homenajea con una exposición a una de las publicaciones más relevantes de la creación contemporánea

Foto: La muestra es un viaje a España y a varias de las generaciones de artistas que ha acompañado.
La muestra es un viaje a España y a varias de las generaciones de artistas que ha acompañado.

El reto desde el inicio parecía mayúsculo. Aunque en aquella época, 1995, las revistas inundaran los quioscos a diario. Y era un verdadero desafío porque la publicación debía mantenerse en el tiempo durante 28 años. Ahí es nada. “Se nos ocurrió la idea de que fueran números anuales y que cada uno llevara la letra del abecedario. De esa manera, también, nos marcabamos un final”, cuenta Alberto Anaut, el director de la legendaria revista Matador y comisario de la exposición que ahora tiene lugar en el Centro Cultural de la Villa, ‘Matador 25 años: Viaje al corazón de una revista mítica’.

El también director de La Fábrica y presidente de PhotoEspaña, que durante los noventa fue redactor jefe de El País Semanal y La Revista de El Mundo, tenía claro que llegarían al final: “Nunca lo dudé. Hemos pasado por mejores y peores momentos, pero siempre he confiado en que terminaríamos el proyecto”. Por sus páginas han pasado los artistas y figuras más importantes del siglo XX: Marina Abramovich, Eduardo Chillida, James A. Fox, Bill Viola, Bob Dylan, Nelson Mandela, Louise Glück, Toni Morrison, José Saramago, Jaume Plensa, Yves Saint-Laurent, Gloria Steinem, Sebastião Salgado, Paul Bowles... y así hasta cerca de mil personas relevantes del mundo de la cultura y la sociedad.

placeholder La exposición recorre los 25 años de historia de la revista.
La exposición recorre los 25 años de historia de la revista.

Mucho más que una revista

La muestra, que puede verse hasta el 13 de marzo en el espacio cultural Fernán Gómez, en la plaza de Colón, hace un recorrido por los hitos más representativos de una publicación que ha funcionado como aglutinadora de “sueños, imágenes, estilo y gustos de varias generaciones”. Matador, además, ha sido el germen de otro tipo de propuestas como el Club Matador, los Cuadernos de Artista, el Diccionario de Vidas Ilustradas, a la manera de aquellas ‘Vidas de los más excelentes arquitectos, pintores y escultores italianos’, que escribió Giorgio Vasari en el siglo XVI, o la Bodega de Matador.

Foto: Juan Garaizabal. (EFE) Opinión

“Yo entré a colaborar con Alberto en 1998. Fue a través de Lourdes Fernández, que en aquel momento dirigía ARCO”, comenta Telmo Rodríguez, uno de los winemaker que mejor ha llevado el nombre del vino fuera de nuestras fronteras. Su trabajo ha consistido en dar a conocer bodegas que en estos años han aportado algo al ecosistema peninsular de las uvas y el terroir, sirviendo de unión entre ellos y la revista, para así sacar una serie de botellas únicas.

placeholder “Cada botella iba con la etiqueta de los autores que firmaban el Cuaderno de Artista”.
“Cada botella iba con la etiqueta de los autores que firmaban el Cuaderno de Artista”.

Y lo ha conseguido de una forma singular, embotellando un líquido que ya forma parte de la historia de la revista. “Cada botella iba con la etiqueta de los autores que firmaban el Cuaderno de Artista”, sigue comentando el bodeguero. La de Dirk Niepoort la hizo Sol Lewitt, la de Raúl Pérez iba con un dibujo de Palazuelo, la de Viña Tondonia llevaba un Philippe Parreno o la de Peter Sisseck, por ejemplo, tenía en su etiqueta una obra de Miquel Barcelo, el único que ha llegado a hacer tres.

“He querido ser capaz de ir avanzando con los años y mostrar aquellos productores que han sido importantes en cada generación. Quiero pensar que hemos abierto también una puerta a los siguientes”, indica Telmo, que además de tener la oportunidad de mostrar su selección a lo largo de estos más de veinte años, también ha conocido al que ha sido su diseñador de cabecera, Fernando Gutiérrez, que lo fue de la revista durante once años.

El diseño como idea

Gutiérrez entraría a formar parte de Matador desde su primer número. Lo hizo porque ya era un elemento diferenciador en El País Semanal, donde trabajaba con Anaut. “He visto pasar de todo en los años en los que estuve en Matador”, comenta Gutiérrez, que echa la vista atrás, hasta aquellos diseños que eran “auténticos collages”, montajes de galeradas de texto y recortes de fotografías.

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La exposición podrá verse hasta el 13 de marzo.

“Cada ejemplar estaba impreso normalmente en ocho tintas y dos barnices”, recuerda Gutiérrez. Él fue el responsable de las líneas maestras de su diseño: formato, calidades, tipografía Gill Sans, portada sin mancheta ni títulos… En el recorrido de la exposición, en un enorme muro, hay un hueco para todas las tipografías que han empleado, además se mencionan especialmente a desaparecidas imprentas como TF Artes Gráficas.

“Siempre tendré un cariño especial al primer número que hicimos, fue como un sueño. Conseguimos juntar a un compositor, a un arquitecto, a un fotógrafo de la Agencia Magnum… Mejor no se podía empezar”, reflexiona este diseñador, que posteriormente sería nombrado Real Diseñador para la Industria Británica por la Royal Society of Arts.

“Matador tenía un respeto increíble por la imagen. La imagen era tratada como una joya”, afirma. Gutiérrez fue el director de arte de los volúmenes que fueron de la A a la J. Luego continuaría Pablo Rubio diez años más, entre 2007 y 2017. Y ahora, se encuentra a los mandos Juanjo Justicia, con la ayuda de Pablo Suárez.

Creadores y fiestas

Para Anaut, que un proyecto de este tipo haya conseguido mantenerse en el tiempo es gracias a sus socios y a los creadores que han formado parte de él. Entre los hitos de la revista, que también pueden verse en la exposición —un despliegue absoluto de piezas de gran formato, obras audiovisuales y, como no, impresiones de muchas de las más de 5.000 páginas que se han hecho—, están las diapositivas de trabajo del primer número de la revista, la fotografía original de Jimi Fox para los primeros socios, la video-entrevista de 24 horas que Anaut realizó a Eduardo Arroyo, el trabajo del escultor Juan Muñoz, las páginas del diario de Miquel Barceló, que relatan su paso a finales de los ochenta por Mali; y las fotografías de Alberto García-Alix, un fotógrafo ligado no solo a la historia de Matador, sino también a la del propio Anaut. Su último número hasta la fecha, el X, está dedicado a figuras femeninas como Emilia Pardo Bazán, Maria Zambrano, Elena Asins, Cristina García Rodero, Chantal Maillard o Imogen Cunningham.

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Para Anaut, que un proyecto de este tipo haya conseguido mantenerse en el tiempo es gracias a sus socios y a los creadores que han formado parte de él.

¿Se le resistió algún artista? “Fueron pocos. Pero alguno hubo. Por ejemplo, David Hockney. Probablemente no llegamos a su círculo de confianza”, indica Anaut, que en una parte importante de la muestra también deja espacio para hablar de las increíbles fiestas por las que se hicieron conocidos. “Muchos nos conocieron por ellas. Eso es algo que me parece muy brillante. Siempre formaron parte de nuestra historia. En algunas llegamos a meter a más de 7.000 personas”, asegura.

Entre las más representativas están la primera, que tomó una de las Torres Kio, o aquella en la que metieron una noria gigante en el antiguo palacio de los deportes que casi rozaba el techo del pabellón. Sitios emblemáticos como el Real Jardín Botánico, el Circo Price, el Círculo de Bellas Artes o el Museo Reina Sofía, con actuaciones en directo que fueron desde Enrique Morenta o Rodrigo Leao a bandas de swing formadas por una decena de músicos.

Ahora, cuando está a punto de dar por finiquitado su trabajo —solo faltan la Y y la Z—, Anaut no tiene tiempo de echar la vista atrás. “Tengo muchos proyectos por delante”, destaca. Aunque si hay que mirar al pasado, quizás sea necesario ver aquello que dejó por escrito Oliviero Toscani en el libro que conmemoraba los diez años de Matador: “El arte es la más alta expresión de la comunicación”. Una revista como Matador está ahí para reafirmarlo.

El reto desde el inicio parecía mayúsculo. Aunque en aquella época, 1995, las revistas inundaran los quioscos a diario. Y era un verdadero desafío porque la publicación debía mantenerse en el tiempo durante 28 años. Ahí es nada. “Se nos ocurrió la idea de que fueran números anuales y que cada uno llevara la letra del abecedario. De esa manera, también, nos marcabamos un final”, cuenta Alberto Anaut, el director de la legendaria revista Matador y comisario de la exposición que ahora tiene lugar en el Centro Cultural de la Villa, ‘Matador 25 años: Viaje al corazón de una revista mítica’.

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