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Parque de la Chimenea: el hogar de las personas sin hogar en el corazón de Madrid
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Parque de la Chimenea: el hogar de las personas sin hogar en el corazón de Madrid

El recinto de Arganzuela ha dejado de ser de sus vecinos. Algunos indigentes han formado asentamientos y el barrio protesta

Foto: Parque de la Chimenea en Madrid. (D.O.)
Parque de la Chimenea en Madrid. (D.O.)

Situación desagradable en pleno corazón de Madrid. Para ser más exactos, en el vértice que ensambla la calle Gasómetro con la calle Concejal Benito Martín Lozano, en el barrio de Arganzuela. Allí se ubica el Parque de la Chimenea, también conocido como el Parque del Gasómetro, un espacio verde, en principio pensado para uso, ocio y disfrute de los vecinos de la zona pero, desafortunadamente, nada más lejos de la realidad. Allí se juntan cada día casi una decena de indigentes, personas sin hogar, que han hecho del parque el suyo, su comunidad. Tienen instaladas sus propias camas, perennes, bancos convertidos en literas improvisadas, cartones que hacen las veces de colchones y plásticos cuya función es proteger del frío durante estos meses de invierno.

El mal ambiente creado y la inseguridad que se destila por los malos e insalubres hábitos de los inesperados inquilinos suponen las mayores trabas para que los menores residentes en la barriada puedan disfrutar como es debido del parque. Razón por la que la Asociación de Vecinos Pasillo Verde Imperial se encuentra indignada, manteniendo continuas reuniones con el Ayuntamiento madrileño y reclamando soluciones para una situación que se ha vuelto ya insostenible. “Tenemos rabia porque es uno de los pocos espacios de recreo del vecindario y es horroroso que no lo podamos utilizar”, señala con cierto enfado Maite Gómez, presidenta y portavoz de la agrupación. “Solo pedimos poder utilizar el parque con un mínimo de seguridad y limpieza. Pero no solo por nosotros, nos preocupa mucho también el porvenir de la gente que está malviviendo aquí”, lamenta.

Foto: Un hombre duerme en el exterior de la estación de Príncipe Pío, en Madrid. (Alejandro Martínez Vélez)

Una de las iniciativas del grupo de vecinos que conforman la entidad fue ponerse, rápidamente, en contacto con el Consistorio para hacerle llegar su problemática y preocupación. En este sentido, Borja Carabante, Delegado de Medio Ambiente y Movilidad del Ayuntamiento de Madrid, presentó a los vecinos un proyecto de remodelación del espacio en el que se incluye una zona infantil, un área canina pero cuyo plato fuerte “es rodear el parque con una valla metálica de dos metros de altura con el objetivo de que se pueda cerrar por las noches y nadie pueda entrar a dormir ni a otras cosas”, afirma Maite. Pero, reconoce, que esta medida no satisface a todos.

placeholder Parque de la Chimenea de Madrid. (D.O.)
Parque de la Chimenea de Madrid. (D.O.)

“Hay vecinos que están a favor y otros que no lo vemos del todo claro porque, ¿cuál va a ser la solución? Se irán de aquí pero tomarán el parque de Peñuelas, que está a menos de 200 metros. Y, entonces, ¿qué van a hacer? ¿Van a vallar también el parque de Peñuelas?”, se pregunta la presidenta, consciente también del daño estético que puede causar esta solución. De hecho, hay otros habitantes del barrio que no aprueban la medida. “También se gastaron 200.000 euros en vallar un túnel que hay pegado al Parque de la Chimenea porque los jóvenes lo usaban para hacer botellón y molestaban. Una señora que vive enfrente dice que cuando se asoma a la ventana parece que está en Guantánamo. Bajo nuestro punto de vista esa no es la solución, no se puede atacar el ‘sinhogarismo’ con vallas, hay que tener más altura de miras”, zanja.

Los vecinos de Arganzuela esperan que Borja Carabante cumpla con lo pactado

No obstante, los vecinos de Arganzuela esperan que Borja Carabante tenga un gesto con ellos y cumpla con lo pactado que no es otra cosa que visitar el barrio junto a ellos para que les expongan su problemática y vea en primera persona la gravedad de la situación. “Estamos esperando la visita, ojalá podamos llegar a algún acuerdo cuando se produzca”, comenta esperanzada Maite. “Es que no es solo una cuestión de seguridad”, prosigue, “hemos llegado a tener una plaga de rata negra porque en el parque defecaban y malvivían unas cuarenta personas.

Afortunadamente, esto lo han podido controlar, según nos comentó la concejala de Arganzuela, aplicando el protocolo de limpieza más de veinte veces. Ahora ya no se ven ratas correr pero sí que es cierto que hemos tenido graves problemas higiénicos como cucarachas”, concluye Maite. Gracias a eso, “ahora los indigentes que ocupan la plaza son bastante menos. Durante el día son cuatro o cinco, pasan allí la jornada completa, es decir, viven allí y por la noche llega alguno más pero eso depende, no siempre es la misma afluencia”, destaca la presidenta.

placeholder Cartones en el parque de la Chimenea. (D.O.)
Cartones en el parque de la Chimenea. (D.O.)

La Asociación de Vecinos Pasillo Verde Imperial confían en poder alcanzar una solución conjunta con el Ayuntamiento lo antes posible para que todos los habitantes del barrio puedan volver a disfrutar de un espacio de ocio que les fue arrebatado sin previo aviso y que, en la actualidad, se encuentra casi en situación de abandono por la falta de uso y el mal cuidado al que está sometido. Atracciones viejas, pintadas en las paredes y una sensación de soledad y suciedad acuciada, si cabe, por la presencia de botellas de alcohol vacías, cartones y carros repletos de complementos y algo de avituallamiento. Esa es la dolorosa decoración que luce el Parque de la Chimenea, un espacio por el que la barriada va a luchar y que confía en recuperar.

Situación desagradable en pleno corazón de Madrid. Para ser más exactos, en el vértice que ensambla la calle Gasómetro con la calle Concejal Benito Martín Lozano, en el barrio de Arganzuela. Allí se ubica el Parque de la Chimenea, también conocido como el Parque del Gasómetro, un espacio verde, en principio pensado para uso, ocio y disfrute de los vecinos de la zona pero, desafortunadamente, nada más lejos de la realidad. Allí se juntan cada día casi una decena de indigentes, personas sin hogar, que han hecho del parque el suyo, su comunidad. Tienen instaladas sus propias camas, perennes, bancos convertidos en literas improvisadas, cartones que hacen las veces de colchones y plásticos cuya función es proteger del frío durante estos meses de invierno.

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