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De fiesta por el centro de Madrid con cascos que suprimen el sonido ambiente
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De fiesta por el centro de Madrid con cascos que suprimen el sonido ambiente

La empresa Bailalolocos ofrece recorridos simulando una discoteca andante en donde la gente baila y canta por la calle en mitad del asombrado público

Foto: De ruta (y de fiesta) por el corazón de la ciudad.
De ruta (y de fiesta) por el corazón de la ciudad.

Con una falta total de vergüenza propia y ajena, más de una veintena de personas se dan cita en la céntrica plaza de Santa Ana de Madrid. Es sábado y el reloj marca las 19.50. Miles de personas van de aquí a allá. Lo hacen cargando montones de bolsas con las compras propias de la Navidad mientras contemplan las recién encendidas luces de la capital. Como de la nada, una veintena de ella se animan a ocupar el centro la plaza y formar un amplio círculo. Unos a otros, los viandantes de se miran extrañados. Hay quien piensa que es un flashmob, una de esas actuaciones colectivas organizadas en las que un grupo de personas hace una actuación en mitad de una ciudad. Otros piensan que es una manifestación. Hay incluso quien los confunde con alguna de las sectas que llevan a cabo los fines de semana charlas en el centro de Madrid con la intención de ganar adeptos. No es eso. Son personas bailando. Nada más y nada menos.

Para esto, cada una de ellas cuenta con unos inmensos cascos que cancelan el ruido exterior mientras suenan algunas de las canciones de moda en las discotecas. Aunque para quienes observan el círculo desde fuera la escena se parece más a algún tipo de silencioso ritual que a una fiesta de fin de semana, quienes integran el círculo están viviendo la gran juerga: animados por un monitor, todos escuchan las mismas canciones a la vez y tratan de llevar a cabo los mismos pasos. Tras un rato, hasta el más tímido se olvida de que le están observando y se anima con algún movimiento de cadera.

placeholder Bailaloco se fundó en diciembre de 2018.
Bailaloco se fundó en diciembre de 2018.

La empresa que organiza estas fiestas se llama Bailaloloco y ofrece recorridos de una hora por 17 euros. Los trayectos recorren temazo a temazo diferentes plazas del Madrid de los Austrias. Alguno termina el recorrido histórico afónico.

Vistiendo un característico mono amarillo, quien anima el cotarro es Mario Pla, de 42 años. Fundó Bailaloloco en diciembre de 2018 y hoy su trabajo consiste en animar a los asistentes del tour. Lo logra gracias a que los cascos fosforescentes de luz azul que cuentan con la tecnología 'silent' que permite a la gente abstraerse del entorno y que están además conectados a un repetidor de un reproductor de sonido que maneja el Dj. “Entras en una burbuja en donde se te olvida toda la vergüenza, porque si lo piensas, te está viendo medio Madrid.”, afirma una de las asistentes.

Cuando se lo contó a sus amigas, estas no dudaron: ya tenía regalo de cumpleaños

Al caer la noche, lo único que se puede observar a simple vista son un montón de lucecitas azules moviéndose por la calle en forma de zigzag por entre las aglomeraciones que se producen por Navidad. A Bea Robles, de 26 años, sus amigas la llevaron por sorpresa por su cumpleaños hace un par de semanas. Robles es bailarina y alguna vez se había cruzado con un grupo de estos por la calle. Cuando se lo contó a sus amigas, estas no dudaron: ya tenía regalo de cumpleaños. “Cuando llego a la plaza y veo al chico de amarillo (el Dj) pensé, "la que me han montado"”, recuerda Robles. Una noche que parecía tranquila terminó siendo una maratón de baile.

“Próxima parada: Jacinto Benavente”, anuncia el instructor. Durante el recorrido, el guía va dando señales a los participantes. “¡Es momento de sentir la guitarra en nuestras manos!”, escuchan todos por sus cascos. Mientras, empieza a sonar a todo trapo Vivir así es morir de amor, de Camilo Sexto. Los asistentes de la fiesta se vienen arriba y la gente que observa alrededor no entiende por qué de repente todos fingen estar cantando una canción que les obliga a abrir mucho la boca.

placeholder Foto grupal al final del recorrido.
Foto grupal al final del recorrido.

Unos pasos más adelante, el Dj anuncia que es el momento de sacar a la luz sus voces angelicales: “A quién le importa lo que yo hago, a quién le importa lo que yo diga”, se escucha de repente gritar por la calle a los bailarines. Thalia se adueña de la fiesta por unos minutos antes de terminar el recorrido en la Plaza Mayor. “Es que te vuelves loca cantando y gritando, y es super divertido seguir al Dj”, dice Robles.

Además de bailar y cantar, el guía organiza de cuando en cuando, en efecto, algún que otro flashmob y juegos y pruebas de equipo para cantar sin límites. La mayoría de las personas que han utilizado el servicio lo han hecho para cumpleaños, despedidas de solteros y actividades de empresa, aunque está diseñado para todas las edades, según Pla.

Para no ser un peligro, el fundador da instrucciones sobre cómo cruzar las calles

El sábado pasado, un hombre les pidió que le ayudaran a organizar la pedida de matrimonio. Así que al final del tour empezó a sonar la canción 'Marry Me' de Bruno Mars. En ese momento, el chico se arrodilló y le pidió matrimonio a su novia. “Fue un momento muy emotivo”, recuerda Pla. Para no ser un peligro andante, el fundador, Mario Pla, explica que en todo momento se dan instrucciones sobre cómo cruzar las calles, cogerse en fila, cuidar a los compañeros y tener cuidado con las personas que van caminando, en especial con los niños.

La idea de traer Bailoloco a Madrid surgió en verano de 2018 durante el Festival de Artes Escénicas Fringe de Edimburgo. Una de las actividades era hacer un ‘Silent Disco Tours’. Pla vio pasar a un grupo acompañado de un guía: “Me contagiaron ese buen rollo, no escuchaba nada, desde fuera absoluto silencio, pero aun así se me iba el cuerpo y sentí la necesidad de probar la experiencia”.

placeholder Mario Pla trajo a Madrid el formato de Bailaloloco desde Edimburgo.
Mario Pla trajo a Madrid el formato de Bailaloloco desde Edimburgo.

Después de probarlo, decidió traerlo a España y ser la primera compañía en el país en ofrecer disco tours silenciosos. “Ser pionero nunca es fácil”, afirma Mario, que ha tenido que sobrellevar una pandemia que en realidad le dio una oportunidad: su discoteca, que es al aire libre por definición, pudo seguir funcionando. “Esto es lo que todos queremos hacer, bailar a lo loco por la calle”, grita una asistente al tour en un video colgado en sus redes sociales. En países como Reino Unido, Australia o Estados Unidos este tipo de actividades ya son un éxito.

“Nos preguntamos cómo nos veía la gente desde afuera”, dice Robles, que inmediatamente después olvida sus dudas y se vuelve a sumergir en el silencioso ritmo de la noche que ofrece Bailalocos.

Con una falta total de vergüenza propia y ajena, más de una veintena de personas se dan cita en la céntrica plaza de Santa Ana de Madrid. Es sábado y el reloj marca las 19.50. Miles de personas van de aquí a allá. Lo hacen cargando montones de bolsas con las compras propias de la Navidad mientras contemplan las recién encendidas luces de la capital. Como de la nada, una veintena de ella se animan a ocupar el centro la plaza y formar un amplio círculo. Unos a otros, los viandantes de se miran extrañados. Hay quien piensa que es un flashmob, una de esas actuaciones colectivas organizadas en las que un grupo de personas hace una actuación en mitad de una ciudad. Otros piensan que es una manifestación. Hay incluso quien los confunde con alguna de las sectas que llevan a cabo los fines de semana charlas en el centro de Madrid con la intención de ganar adeptos. No es eso. Son personas bailando. Nada más y nada menos.

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