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A subasta la fortuna escondida de la abuela: un alfiler tasado en 95.000 euros
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A subasta la fortuna escondida de la abuela: un alfiler tasado en 95.000 euros

Montes de Piedad celebra una jornada de tasación gratuita y una subasta en donde ha sacado la pieza más valiosa de su historia

Foto: El tasador Pedro Pablo Alonso lleva 30 años en el negocio. (L.F.)
El tasador Pedro Pablo Alonso lleva 30 años en el negocio. (L.F.)

Juana Iglesias, de 65 años, entra a la Casa de las Alhajas protegiéndose del frío. Lleva una mascarilla blanca con la bandera de España que va a juego con su abrigo. Una vez logra acomodarse, rebusca en su bolso y saca un joyero de color rosa con adornos de tela. Iglesias empieza a sacar joyas de todo tipo: un anillo de oro, un collar de perlas, unos pendientes de rubíes y un juego de pulseras con un broche de oro. El tasador coge una por una las joyas, las pesa, las mira con una lupa y aplica unos cuantos ácidos sobre una piedra de toque para verificar la autenticidad del oro. Mira la báscula, después el ordenador y va valorando cada uno de los objetos. “Por este anillo de oro serían unos 500 euros”, se le escucha decir al tasador.

Son las diez de la mañana y el centro de Madrid despierta. Huele a Navidad, Cortylandia ya está a punto de ser inaugurada y los compradores de oro, de chalecos fosforescentes, acechan a las puertas de El Monte de Piedad, la casa de empeño más grande de España, en busca de clientes a los que poder persuadir de que sus intereses son mejores.

placeholder Subasta de joyas en Monte de Pierdad. (L.F.)
Subasta de joyas en Monte de Pierdad. (L.F.)

La entidad alcanza este miércoles su 319 aniversario y para celebrarlo ha abierto sus puertas para que los madrileños que quieran puedan conocer el valor de sus joyas. Según un estudio publicado por el Monte, solo el 37% de los hogares españoles conocen el valor de las joyas que conserva en casa. Además, por la tarde El Monte de Piedad de Madrid ha sacado a subasta la pieza más valiosa de su historia: un alfiler de platino con diamantes y rubíes que tiene un valor inicial de 95.000 euros.

La mayoría de las joyas que se subastan durante el día vienen de clientes que las han dejado en la institución y que nunca las recuperaron. El origen de El Monte de Piedad data de principios del siglo XVIII. Concretamente, de 1702, lo que convierte esta empresa en la más antigua de la Comunidad de Madrid y la segunda más antigua de España, solo por detrás de Codorníu.

El origen de este negocio habla de su carácter. La sede madrileña del Monte se encuentra enfrente al monasterio de las Descalzas Reales. De este mismo convento era el capellán Francisco Piquer, que fundó la institución para combatir la usura, según figura en la Real cédula de 1713 que acredita la fundación de la entidad. Desde entonces, los fines sociales han sido parte fundamental del negocio.

En menos de 10 minutos, el cliente ya tiene el dinero que necesita en su cartera

Aunque el arte de empeñar joyas como garantía de un préstamo de dinero parece muy antiguo, sigue siendo una práctica muy habitual entre cierto perfil de personas en la capital. Este servicio financiero tiene como una de sus grandes ventajas su inmediatez: en menos de 10 minutos, el cliente ya tiene el dinero que necesita en su cartera, a diferencia de los trámites y avales que exige un banco común y corriente. Además, sus intereses son más bajos: entre el 5% y el 8,25%, dependiendo del valor de lo que se empeña.

Las valoraciones cambian con las fluctuaciones del precio del oro y las piedras preciosas en bolsa. Todos los tasadores están formados en gemología y la mayoría son expertos en diamantes. Uno de ellos es Pedro Pablo Alonso, de 55 años, lleva 30 años en el negocio. Alonso es uno de los dos tasadores encargados hoy de recibir a los clientes que se han acercado a conocer el valor de las joyas que tienen en casa. “Lo que estamos viendo es que la gente ha cogido lo que tienen en el cajón de la familia y lo están trayendo”, afirma. Su primera tarea es separar la bisutería de la plata, el oro o los elementos que pueden tener alguna importancia en el valor de una joya. “En el caso de lo que nos ocupa ahora, son en su mayoría herencias en las que hay que tener en cuenta no solo el valor del material, sino la mano de obra”, dice Alonso.

José Ángel Mateo, de 53 años, ha acudido a saber cuánto valen un par de relojes que compró hace ya un buen tiempo. “No sé lo que valen, entonces me da curiosidad. Dependiendo de lo que me digan, me plantearía venderlo”, cuenta mientras espera en la cola.

placeholder José Ángel Mateo consultando por sus relojes. (L.F.)
José Ángel Mateo consultando por sus relojes. (L.F.)

Según el tasador, el perfil de la gente que empeña está cambiando. Mientras que hace unos años el público era esencialmente femenino, ahora cada vez más hombres se acercan a tasar piezas de relojería o sortijas de matrimonio de las que se quieren deshacer una vez quedan viudos. La nacionalidad de la clientela también está cambiando: “Ahora cada vez viene más gente joven inmigrante en cuyos países de origen existe más cultura del empeño”, reflexiona Alonso.

“Debido al bajo interés y a los fines sociales que perseguimos, los réditos económicos generan un doble beneficio”, afirma la coordinadora de subastas de la Fundación Montemadrid, Gema Yenes. Los ingresos se destinan a obras sociales en entidades como la Fundación Montemadrid, la Casa Encendida y el Palacio de la Música.

A pesar de que los tiempos están cambiando, hay cosas que nunca cambian. Una de ellas es la vergüenza: la gente, explican los expertos, sigue asociando acudir a este tipo de lugares con estar pasando apuros económicos. No tiene que ser así. Al menos, no siempre. “A nadie le da vergüenza pedir dinero en un banco, pero sigue teniendo cierto estigma ir a una casa de empeños. Queremos que la gente empiece a verlo como algo normal. Es simplemente una opción financiera para un momento puntual de necesidad de liquidez”, afirma. El que empeña suele recuperar lo empeñado, pues dispone de hasta un año para ello. Según la institución de crédito, el 97% de sus clientes recuperan sus joyas.

¿Cuánto cuesta tu reloj?

El Monte organizó por la tarde una subasta en la Casa de las Alhajas. Durante el evento, presentado por la escritora y periodista Ángeles Caso, se pusieron a la venta 126 lotes, aunque el principal ha quedado desierto. En esta ocasión, la joya de la corona fue un alfiler artesanal de Van Cleff & Arpels realizado en platino con diamantes y rubíes que es una de las piezas más valiosas en la historia de las subastas de la fundación. Tuvo un precio de salida de 95.000 euros.

Hasta ahora, el objeto más caro que El Monte de Piedad de Madrid ha subastado fue un reloj de oro Patek Philippe que vendió en 2016 por 240.000 euros, 60 veces más que su precio de salida.

placeholder Quienes ganan las subastas reciben el dinero al momento. (L.F.)
Quienes ganan las subastas reciben el dinero al momento. (L.F.)

No fue un evento solo para bolsillos desahogados. En él había también una buena cantidad de joyas y objetos valiosos cuyo precio inicial rondó los 50 euros. Dentro de las piezas subastadas estuvo también un reloj Audermars Piguet Genève y tres piezas de manufactura artesanal de Van Cleef & Arpels de la misma época, alfiler, pendientes y sortija, todas de diamantes y piedras preciosas.

La pieza vendida por un precio más alto ha sido un reloj Patek Philppe, por 20.000€. Después de horas de gente entrando y saliendo de la Casa de las Alhajas sorprendida por el valor de las joyas que tiene en casa, la jornada acaba. Federico Vázquez, de 63 años, sale con una sonrisa de oreja a oreja. Buenas noticias. El reloj de diamantes que le compró a su mujer hace unos años tiene más valor de lo que él se imaginaba. Lo compró, precisamente, en otra subasta. Hoy vale unos 500 euros. “Salí muy contento con la valoración, pero eso no significa que lo vaya a vender... Todavía”.

Juana Iglesias, de 65 años, entra a la Casa de las Alhajas protegiéndose del frío. Lleva una mascarilla blanca con la bandera de España que va a juego con su abrigo. Una vez logra acomodarse, rebusca en su bolso y saca un joyero de color rosa con adornos de tela. Iglesias empieza a sacar joyas de todo tipo: un anillo de oro, un collar de perlas, unos pendientes de rubíes y un juego de pulseras con un broche de oro. El tasador coge una por una las joyas, las pesa, las mira con una lupa y aplica unos cuantos ácidos sobre una piedra de toque para verificar la autenticidad del oro. Mira la báscula, después el ordenador y va valorando cada uno de los objetos. “Por este anillo de oro serían unos 500 euros”, se le escucha decir al tasador.

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