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El viaje en autobús que no harán los Reyes de España
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El viaje en autobús que no harán los Reyes de España

Hoy el interés de la que escribe se centra en la parada del autobús 34, la línea con más ocupación de la EMT. Madrid se pierde momentos deliciosos por culpa del móvil

Foto: Felipe VI y la reina Letizia bajan de un autobús en Madrid. (EFE/Emilio Naranjo)
Felipe VI y la reina Letizia bajan de un autobús en Madrid. (EFE/Emilio Naranjo)

Las siete de la tarde es una de las muchas horas punta que tiene el tráfico de la ciudad de Madrid. Las siete de la tarde de un jueves laborable es un día más repleto de contaminación lumínica y de la otra. Edificios, coches, los adornos navideños que esperan amenazantes a ser encendidos.

A las siete, las marquesinas de la Plaza de Cibeles son un ir y venir de gente, y a unos 600 metros aguardan pacientes los que esperan la línea 001, donde 48 horas antes se subieron los Reyes de España sin tarjeta mensual ni bono de diez viajes. Pero hoy el interés de la que escribe se centra en la parada del autobús 34, la línea con más ocupación de la EMT.

Nada más salir uno de Cibeles, primera de las paradas, la marquesina vuelve a llenarse de personas que aguardan al siguiente. Una mujer de unos 60 lee un periódico en papel porque los milagros no solo existen en Navidad; otra pareja, entrados en los 70 escuchan un audio de WhatsApp y de paso lo escuchamos el resto: "Tía, acabo de recoger el aceite que me has traído. Es que ya no sé ni qué decirte. Gracias". La mujer pone cara de orgullo y mientras se sube al autobús y pasa la tarjeta por el lector, hace una llamada. Otra cosa que compartirá con el resto.

Foto: Don Felipe y doña Letizia, con los Bernadotte en una imagen de archivo. (Gtres)

Le pregunta a su interlocutora cómo va todo, le dice que tenga cuidado porque tiene la voz "constipadísima", pregunta por el estado de salud de un señor y a continuación se pone a dar órdenes como solo saben hacerlo las señoras llegadas a una cierta edad y liberadas de todo complejo. Le dice que tenga paciencia, que es importante que el paciente esté "animoso", que coma un poco aunque lo importante es que esté hidratado, que beba agua pero mineral, "no la de Málaga". Que si la cosa no mejora se tome un Nolotil, que las clínicas privadas "son una porquería para eso", que salga a andar y que por favor cene algo no vaya a ser que "caigas mala como él".

Madrid se pierde momentos deliciosos por culpa del móvil. Todos autómatas mirando la pantalla, dando likes, revisando mensajes, mientras un joven de rasgos asiáticos carga con cajas enormes de Lego, quizá anticipándose al apocalipsis navideño que este año quizá lo sea más. Las jóvenes con uñas de gel y bolsas de Bershka, tan necesarias en cualquier contexto. Siempre altivas, expresivas. Ellas.

Están las señoras mayores y bajitas, de esas a las que no les llegan los pies al suelo, de tobillo grueso, la falda recta por debajo de la rodilla, las únicas capaces de aguantar una semana con el peinado de la peluquería.

Foto: El rey Felipe VI. (EFE/J.J. Guillén)

A la altura de la Glorieta de Embajadores un chaval discute por otro por teléfono. Le reprocha que haya rechazado un trabajo tal y como están las cosas, le dice que de las cosas del niño también se puede ocupar la madre. "Macho, ¿vas a dejar un curro de 100 pavos diarios para vivir de lo que ganan Olga y tu padre? Tal y como vienen las fiestas…", grita. A continuación le cuenta que le han llamado los de Amazon para darle trabajo. "Vamos, Amazon no, la subcontrata de ellos".

A la altura de la Glorieta de Embajadores no queda un asiento por ocupar y eso que el autobús es de los dobles. Tres mujeres aprovechan los tres huecos que se liberan de golpe. Son abuela, madre e hija cortadas por el mismo patrón. Rubias y llenas de brillos. En las pulseras, en los enormes pendientes, en las pinzas del pelo llenas de purpurina y glitter. Cargadas de bolsas y con bolsos de flecos, alicatadas en polipiel. No se hacen ni caso. La segunda generación se baja antes, a una altura desconocida de la calle General Ricardos. Un Madrid mucho menos iluminado que el que pisan los turistas.

Otra mujer de edad indeterminada le cuenta a su amiga con un entusiasmo desmesurado que se ha comprado una máquina en Wallapop que hace pulseras con nudos. Aprovecha para criticar a otra mujer por intentar convencerla para apuntarse al gimnasio. "Me dice, Toñi ¿te apuntas a ciclo? ¡Bastante ciclo tengo yo ocupándome de la casa!", dice enfadada. Lleva el pelo canoso con mechas rubias entreveradas, como el tocino con el jamón.

Foto: La reina Letizia, con Laura Mattarella. (Casa Real)

El ambiente se carga tanto que el conductor no arriesga a poner el irritante mensaje de: "Por favor, pasen al fondo". Para evitar claustrofobia miro por la ventana y pienso que podría pasarme la vida leyendo nombres de comercios sin intención científica o sociológica de ningún tipo. Fruterías que se llaman Don Naranja, una clínica veterinaria que lleva el nombre de 'La casa del perro'. Larga vida a Fajas Ruiz.

La línea 34 de la EMT al caer la tarde es matriarcado puro. Mujeres que sueñan con apuntarse a clases de bachata y salsa, jóvenes que anhelan el teletrabajo mientras sujetan la bolsa con el táper vacío de comida y envidian a las amigas que siguen currando desde casa. Ancianas con bolsas del Hospital de San Rafael con radiografías dentro. Ojeras y cansancio. "Id encendiendo el horno para cuando llegue", dice otra por teléfono. A su lado, una mujer revisa con un cuidado exquisito un calendario de 2022 de alguna asociación de personas con discapacidad.

Cerca de la Calle de Eugenia de Montijo, un edificio diferente anuncia lo que en tiempos mejores era la Colonia de la Prensa, un área residencial concebida a principios del siglo XX como zona de descanso para los del gremio. Hoy la puerta está oscura y llena de grafitis.

Foto: Angela Merkel (i) junto con Felipe VI (d). (Reuters)

En el polideportivo Amorós la gente suda mientras mira por la ventana subida a una cinta de correr. Entre una y otra parada Madrid parece ser otro. El tramo de la calle de Joaquín Turina y el Parque de las Cruces es el que describe Jorge Dioni en 'La España de las piscinas'. Edificios nuevos e iguales con zonas comunes para familias recién echadas a andar que votaron Ciudadanos y hoy se reparten entre Casado y Abascal.

A las ocho y poco de la tarde quedamos pocos en el autobús. Mi vecino de asiento se resiste a poner distancia entre nosotros a pesar de que tiene donde elegir, así que decido hacer algo que jamás he hecho. Porque los años te ponen y te quitan cosas, pero hay algunas que permanecen, como mi intolerancia al ruido que hacemos al sorber los mocos. Saco un pañuelo del bolso y se lo regalo. Me bajo del autobús cruzando los dedos para que no me increpe. También la cobardía se resiste a abandonarme con el paso de los años.

Las siete de la tarde es una de las muchas horas punta que tiene el tráfico de la ciudad de Madrid. Las siete de la tarde de un jueves laborable es un día más repleto de contaminación lumínica y de la otra. Edificios, coches, los adornos navideños que esperan amenazantes a ser encendidos.

Autobús Casa Real
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