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Se apaga el fuego de Almeida: la llama eterna del covid, sofocada e inservible en un año
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EL CONSISTORIO DENUNCIA UNA VANDALIZACIÓN

Se apaga el fuego de Almeida: la llama eterna del covid, sofocada e inservible en un año

El homenaje a las víctimas del covid, que se concibió como una llama permanente al estilo de la Plaza de la Lealtad, está apagada desde hace dos semanas y la estructura sufre daños

Foto: El estado de degradación en el que se encuentra el homenaje a las víctimas del covid (A. P.)
El estado de degradación en el que se encuentra el homenaje a las víctimas del covid (A. P.)

El 15 de mayo del año pasado, en plena pandemia y coincidiendo con las fiestas patronales de la ciudad, el alcalde José Luis Martínez-Almeida y la vicealcaldesa Begoña Villacís inauguraron un pebetero de llama eterna en homenaje a los madrileños fallecidos por el covid. Se ubicó en el bulevar del Paseo del Prado, frente a La Cibeles y el Ayuntamiento, y el invitado especial del acto fue el Nobel Mario Vargas Llosa, que felicitó al pueblo madrileño por su "ejemplar comportamiento" durante el confinamiento, pocos días después de que los 'cayetanos' comenzasen a manifestarse por el barrio de Salamanca.

Los dirigentes depositaron una corona de laurel bajo el pebetero mientras una violonchelista interpretaba la tristísima 'El cant dels ocells' de Pau Casals. Villacís lamentó la "pérdida de 9.000 madrileños" (finalmente fueron más de 21.000) y Martínez-Almeida hizo el discurso de inauguración: "Hoy encendemos una llama que nunca se apagará ni en Madrid, ni en el corazón de todos los madrileños. Una llama que será un homenaje eterno del pueblo de Madrid a todos los fallecidos por el covid-19. Una llama de los que lucharon, a los que lucharon hasta el final", dijo el alcalde.

Este es el aspecto que lucía el monumento en su puesta de largo:

La llama eterna se apagó al día siguiente. Al parecer, no se calculó bien el consumo de propano (cuatro bombonas al día) y se acabó el suministro mucho antes de lo esperado. Los técnicos municipales que acudieron a reponer el gas advirtieron que, si se quería mantener una llama de esas proporciones durante todo el día, sería necesario un mantenimiento constante.

Así se funcionó durante unos días hasta junio, cuando el Ayuntamiento decidió cerrar la instalación para someterla a sus primeras reformas. En teoría se había optado por una "instalación provisional" para su inauguración, ya que la idea pasaba por trasladar el pebetero hasta la calle Alcalá, la que sería su ubicación definitiva. Sin embargo, ante el acuciante problema de carburante, se optó por intervenir 'in situ' el pebetero para instalarle un sistema de gas ciudad, lo que hizo necesario abrir una zanja para la acometida de las tuberías.

En Navidad se conoció que el ayuntamiento había concedido el contrato del pebetero por la vía urgente, una modalidad reservada para situaciones de emergencia o de peligro para la seguridad pública, con un coste de 121.000 euros, más otros 17.000 para la reforma.

Y desde entonces, el abandono. El entorno se ha degradado, a causa de las obras aledañas, pero también del nulo mantenimiento municipal. El césped ha crecido y se ha llenado de malas hierbas, el pavimento está manchado y los "materiales de primera calidad" con los que se construyó el pebetero muestran signos de corrosión. Ni siquiera se ha repuesto la corona de laurel, cuyas hojas muertas se mantienen unidas por un lazo raído con la bandera de España.

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Acordonada por los bomberos, no hay llama ni se sabe cuándo volverá. Fuentes de la concejalía de Cultura del Ayuntamiento, encargados de mantener la instalación, denuncian que el pebetero fue vandalizado hace dos semanas, en un ataque nocturno, destrozando el sistema de gas instalado unos meses antes. "Estamos en fase de evaluación de daños. Todavía no sabemos si se puede reparar o si finalmente habrá que sustituirlo, lo que sí tenemos claro es que está muy dañado internamente y que el sistema de gas habría que restituirlo", dicen desde el consistorio a este periódico.

El Ayuntamiento achaca a las obras del entorno el motivo por el que el homenaje a las víctimas se ha degradado tanto en un año, al tiempo que desconoce si hay indicios para identificar a los vándalos, que actuaron impunemente en una de las zonas más videovigiladas de la capital.

El 15 de mayo del año pasado, en plena pandemia y coincidiendo con las fiestas patronales de la ciudad, el alcalde José Luis Martínez-Almeida y la vicealcaldesa Begoña Villacís inauguraron un pebetero de llama eterna en homenaje a los madrileños fallecidos por el covid. Se ubicó en el bulevar del Paseo del Prado, frente a La Cibeles y el Ayuntamiento, y el invitado especial del acto fue el Nobel Mario Vargas Llosa, que felicitó al pueblo madrileño por su "ejemplar comportamiento" durante el confinamiento, pocos días después de que los 'cayetanos' comenzasen a manifestarse por el barrio de Salamanca.

Ayuntamiento de Madrid José Luis Martínez-Almeida