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La 'muerte' de Madrid Central, los vecinos y la burocracia: "Nos van a volver locos"
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"Aquí solo funciona la incertidumbre"

La 'muerte' de Madrid Central, los vecinos y la burocracia: "Nos van a volver locos"

El Supremo ha rechazado este miércoles una de las principales medidas del Ejecutivo de Carmena, a la que los populares se opusieron por su perjuicio al presupuesto municipal

Foto: Cartel de aviso de Madrid Central. (Jesús Hellín)
Cartel de aviso de Madrid Central. (Jesús Hellín)

Ana vive por Plaza de España. Ella no conduce, pero de vez en cuando recibe visitas de amigos a los que deja entrar en su zona un poco de tapadillo. Para eso sirve el permiso adquirido como residente en Madrid Central y el código que ‘heredó’ de su excompañera de piso, propietaria de una moto. La decisión del Tribunal Supremo no está, desde luego, entre sus preocupaciones.

Tampoco lo está la del señor que asiste como espectador a la manifestación de enfermeras que había esta mañana de miércoles en la Puerta del Sol. “Mira, no tengo ganas de decir nada. Pero desde luego, es todo un lío”, explica. Ese “todo” es la decisión que atañe a Madrid Central, pero también a las restricciones provocadas por la pandemia, los cierres perimetrales, los horarios. “Nos van a volver locos”, añade. Y de inmediato se pone a corear los cánticos de las que sujetan las pancartas ante la atenta mirada del público y de las cámaras de televisión.

Foto: Una mujer circula en bicicleta por la calle Alcalá. (EFE)

A media mañana, la parada de taxi que hay al inicio de la calle Mayor está llena de coches. La cola es casi tan larga como de la de los clientes que esperan para entrar en La Mallorquina, el templo de la repostería que lleva años dándonos de merendar napolitanas de crema.

placeholder Una taxista en Madrid. (Jesús Hellín)
Una taxista en Madrid. (Jesús Hellín)

Varios conductores esperan la llegada de clientes respirando oxígeno y nicotina. “Aquí solo funciona la incertidumbre”, explica uno. “Y encima desde el martes también hay nuevas velocidades máximas”, responde otro. “Pero la sentencia de Madrid Central no es en firme, ¿no?”, argumenta otro. “Esto está cada vez peor para la gente. Yo solo puedo decirles que si vienen por aquí en coche les puede caer una multa”, responde el primero.

El despegue del negocio va lento, insisten todos, pero va. Confían en Fitur y en las señales que les lanzan desde algunos hoteles, donde ya se va viendo cierto trasiego de turistas.

Foto: Uno de los stands de Fitur en 2020. (EFE)

Guadalupe trabaja en la recepción del Hotel Pestana, situado en plena Plaza Mayor. Uno de los socios de la cadena hotelera es el futbolista Cristiano Ronaldo, pero no se imaginen dorados ni medusas de Versace, porque la entrada es sobria y minimalista. Afirma que los que pasan la noche en alguna de las habitaciones ya saben que tienen que dejar el coche en un 'parking'. “Tienen nivel adquisitivo, ese no es uno de sus problemas. Esto les afecta poco”, explica, aunque reconoce cierta incertidumbre —“bueno, lo que hemos visto en las noticias”— ante las normativas, que afectan a empleados y proveedores, por ejemplo.

El objetivo de esa medida era buena, no tanto la forma de llevarlo a cabo. Era una cosa improvisada que solo ha ocasionado pérdidas

Mucho más rotundo se muestra José Antonio Aparicio, propietario de la cervecería Plaza Mayor, el local contiguo al hotel. “El objetivo de esa medida era bueno, no tanto la forma de llevarlo a cabo. Era una cosa improvisada que solo ha ocasionado pérdidas y disuasión. Los clientes ya no quieren venir al centro porque entre otras cosas no saben cómo llegar a él. Estaba diseñado con ningún tipo de consideración a la gente que vivimos aquí dentro, pero no somos residentes”, cuenta.

placeholder El hostelero José Antonio Aparicio. (Jesús Hellín)
El hostelero José Antonio Aparicio. (Jesús Hellín)

Aparicio —que es portavoz de la Asociación de Hosteleros del Centro— calcula que ese desincentivo a acudir a la almendra central de la ciudad supone una pérdida económica que la pandemia ha acabado de rematar. “Entre un 30 y un 35% de eventos han dejado de celebrarse. Reuniones, comidas de empresa… Mientras tanto, Ponzano o Jorge Juan viven días de euforia”, dice. Pedagogía, comenta, es el pan nuestro de cada día. La que tiene que hacer con clientes, con proveedores e incluso con otros miembros de la asociación.

Foto: Vista del tráfico en la Gran Vía de Madrid. (EFE)

En la Plaza de Jacinto Benavente, próxima al lugar de trabajo de Isabel Díaz Ayuso, hay jarana de buena mañana. Mucha gente cargada con bolsas, muchos taxis y muchas furgonetas. Uno de los repartidores confiesa el hartazgo. “Todo el rato con la burocracia. No hay quien se entere, y yo desde luego no tengo tiempo de enterarme. Vengo a trabajar y si me multan antes o después, ya veremos qué hacemos”, cuenta.

Es una hora rara de la mañana, la que transita entre el café tardío y el vermut tempranero. Pascual Méndez devora un pincho de tortilla con pimientos de Padrón en Casa González, en el barrio de Huertas. Dos turistas catalanes echan un vistazo a la carta. Él lleva una camiseta negra en la que se puede leer la frase: 'La culpa es de Colau'.

“Todo esto no hace más que generar confusión, porque además las normas no son sencillas”

Méndez tenía un espacio de 'coworking' para nuevos creadores en la calle de San Pedro. Dice que lo cerró por culpa del caos que trajo consigo Madrid Central. “Llegó un momento en el que no se podía descargar. Mientras los vecinos tienen 20 pases, yo tenía que pedirle un favor a alguno para que alguien trajera algo a la empresa”, lamenta. Más allá de lo que opine de una u otra medida, cree que uno de los errores fundamentales es la falta de comunicación. “Todo esto no hace más que generar confusión, porque, además, las normas no son sencillas”, dice. Méndez, que es portavoz de la Plataforma de Afectados por Madrid Central, dice que un nuevo modelo de ciudad no se puede decidir en cuatro meses y muestra cierto escepticismo con el plan alternativo que propone José Luis Martínez-Almeida llamado Madrid 360. “Sinceramente, está todo por ver. Y que no se le olvide a la gente que la primera APR (Área de Prioridad Residencial) la puso el PP hace 15 años en esta zona”, explica. Eso, al menos, sí les ha dado tiempo a aprendérselo.

Ana vive por Plaza de España. Ella no conduce, pero de vez en cuando recibe visitas de amigos a los que deja entrar en su zona un poco de tapadillo. Para eso sirve el permiso adquirido como residente en Madrid Central y el código que ‘heredó’ de su excompañera de piso, propietaria de una moto. La decisión del Tribunal Supremo no está, desde luego, entre sus preocupaciones.

Burocracia Tribunal Supremo Isabel Díaz Ayuso