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Isabel, 15 años muerta en su piso: "Lo último que vimos es que lanzó la TV por la ventana"
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SU CADÁVER HA SIDO DESCUBIERTO EN MADRID

Isabel, 15 años muerta en su piso: "Lo último que vimos es que lanzó la TV por la ventana"

Isabel Rivera apareció hace dos semanas muerta en el baño de su casa. La Policía estima que murió en 2004 y que desde entonces ningún familiar se preocupó por su suerte

Foto: El buzón de Isabel Rivera (A.P.)
El buzón de Isabel Rivera (A.P.)

El coche de Google Maps hizo nueve pasadas por delante de la casa de Isabel Rivera, en la calle José del Hierro, en Madrid. La primera en 2008, la última el pasado mes de abril: en todas las fotografías, el balcón de Isabel, en el segundo piso, permanece intacto: dos sillas y una mesa de plástico en la misma disposición, las persianas siempre a la misma altura, unos platos de adorno cada vez más oscurecidos y varias macetas en las no vive nada.

Los vecinos sospechaban que Isabel, de 78 años, ya no vivía allí, pero ninguno tenía la certeza. Cundió la versión de que su familia la había internado en un centro para mayores, o quizá en un psiquiátrico: “Ella estaba mal. Entraba y salía del sanatorio mental, siempre estaba así desde que se murió su marido, pensábamos que por eso no venía”, dice su vecina de la puerta de enfrente.

Pero la realidad es que Isabel llevaba muerta en su baño desde 2004, hace quince años. Las autoridades policiales apuntan a que la humedad de la estancia, junto a una pequeña apertura en la ventana del baño, ayudaron a que su cuerpo no se descompusiese por completo y desprendiese el clásico hedor 'post mortem'. La noticia la ha adelantado hoy El Mundo.

placeholder El balcón de la anciana fallecida (A.P.)
El balcón de la anciana fallecida (A.P.)

Los vecinos del edificio, en su mayoría jubilados, afirman que Isabel siempre tuvo un “carácter complicado”, pero que la muerte de su pareja, el arquitecto Juan Molina, terminó por sumirla en una profunda depresión. En el portal todavía recuerdan una época en la que se dedicaba a lanzar objetos desde su balcón a la calle, normalmente muy transitada. “Lo último que supimos de ella es que lanzó un televisor que cayó en plena acera, gracias a dios que no pasaba nadie”, dice otra vecina.

Sus sobrinos se desentendieron de la situación de Isabel, de la que no sabían nada desde 2004

De vez en cuando, en la junta de vecinos, alguien sacaba el tema: “¿Pero dónde está Isabel y por qué ya no viene nunca?”. A veces intentaban hablar con Hacienda o la Seguridad Social por si ellos tenían noticias, pero a nadie le constaba su fallecimiento. El comportamiento errático de Isabel en los últimos años no solo la alejó de sus vecinos, sino también de su familia, que en quince años no parecieron notar que la anciana estaba desaparecida. Hace un tiempo, la Policía se puso en contacto con una de sus cuñadas, que confirmó que estaba viva y se desentendió rápidamente del asunto. Los vecinos también intentaron contactar con sus sobrinas, pero tampoco mostraron interés.

Pagaba las facturas

Se daba por buena la versión del geriátrico, pero muchos vecinos no comprendían por qué el inmueble permanecía cerrado y no se ponía en alquiler o se vendía y, sobre todo, por qué nadie venía a retirar la correspondencia del abarrotado buzón. Cada pocos meses, el presidente de la comunidad lo vaciaba y metía todos los sobres en una bolsa, a la espera del regreso de Isabel o alguno de sus familiares. Fuentes de la comunidad apuntan a que Isabel no dejó de pagar una sola cuota de la comunidad, incluso las derramas, porque las tenía domiciliadas en la cuenta. La comunidad también constató que Isabel pagaba el agua y la luz religiosamente.

Uno de los vecinos explica que su perro siempre ladraba al pasar por la puerta de Isabel, en el 2ºB, como detectando un olor extraño, y otros que durante un tiempo se notó un olor muy fuerte que salía de la casa, pero que pensaron que la anciana se habría dejado basura acumulada al mudarse a la residencia. En varias ocasiones intentaron que la Policía irrumpiese en el piso para ver qué sucedía, pero los agentes rechazaban esta posibilidad al no tener respaldo legal. "Solo si hay un incendio o una inundación", les decían.

Finalmente una de sus sobrinas, a principios de octubre, inició una ronda de contactos familiares y constató que Isabel no estaba en ninguna residencia ni institución mental. Intentó entrar en la casa, pero Isabel se había encerrado por dentro y tenía la llave puesta en la cerradura. Tuvieron que entrar los bomberos por un resquicio que dejó abierto en una ventana. Se la encontraron en estado de momificación. La Policía asegura que la muerte sucedió por causas naturales.

El coche de Google Maps hizo nueve pasadas por delante de la casa de Isabel Rivera, en la calle José del Hierro, en Madrid. La primera en 2008, la última el pasado mes de abril: en todas las fotografías, el balcón de Isabel, en el segundo piso, permanece intacto: dos sillas y una mesa de plástico en la misma disposición, las persianas siempre a la misma altura, unos platos de adorno cada vez más oscurecidos y varias macetas en las no vive nada.

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