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La Almudena pone datáfonos para que el cepillo recaude mientras espera a Franco
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tres terminales dentro de la catedral

La Almudena pone datáfonos para que el cepillo recaude mientras espera a Franco

Permite a los fieles y turistas que donen dos, cinco, 10 o 15 euros. La Iglesia obtiene el 60% de sus ingresos en Madrid gracias a las aportaciones de los feligreses

Foto: La terminal para hacer un donativo con tarjeta, frente al altar de la Virgen. (EFE)
La terminal para hacer un donativo con tarjeta, frente al altar de la Virgen. (EFE)

Pocos turistas se percatan del pequeño aparato que rompe la solemnidad y la historia del edificio. Una muestra de modernidad entre tanta columna neogótica. Van a ver el altar de la Virgen, la patrona de la capital, las impresionantes fachadas o la capilla del Santísimo. El museo y la cripta. Peter, de nacionalidad estadounidense, se fija en el terminal. Interesado. "¿Va a usarlo?, ¿sabe cómo funciona?", le pregunta el periodista. "No, es para... ah, tarjeta", señala en un castellano fluido. Sonríe y se va. Laura es sevillana. También se fija en el terminal. Tampoco lo usa. La única pregunta que le surge es: "¿Sabes dónde enterrarían a Franco?"

Está por ver si los restos del dictador llegarán a la catedral de La Almudena, donde ya descansa su única hija, Carmen Franco. Lo que sí ha llegado es el siglo XXI. Las nuevas tecnologías. El pasado 16 de noviembre, la Archidiócesis de Madrid, en colaboración con el Sabadell, instaló tres dispositivos para que fieles y turistas pueden hacer sus donativos con tarjeta o móvil. Por si no llevan monedas o billetes. "Hay que profundizar en el sostenimiento de la Iglesia por parte de los fieles. Y la mejor manera de hacerlo es facilitar lo medios", señala un portavoz de la Archidiócesis.

placeholder Otro de los cepillos electrónicos, junto a la capilla bautismal.
Otro de los cepillos electrónicos, junto a la capilla bautismal.

De momento, es la única iglesia de Madrid que cuenta con este tipo de dispositivos, "aunque lo han solicitado más". La Almudena ha instalado tres cepillos electrónicos, junto al altar de la Virgen (una de las zonas más visitadas de la catedral), la capilla bautismal y la salida del templo. Aparte de una hucha (para que se puedan seguir haciendo donativos en efectivo), las máquinas disponen de un terminal TPV equipado con tecnología sin contacto. Basta con seleccionar la cuantía (solo permite dos, cinco, 10 o 15 euros) y acercar la tarjeta o el teléfono móvil. El terminal no imprime tique.

La Archidiócesis de Madrid no ofrece datos sobre la cuantía de las donaciones en efectivo que ya recibe ni las estimaciones que espera recaudar con la tarjeta. Como la entrada es libre (se pide un donativo de un euro), es difícil calcular cuánta gente visita la iglesia un año. "Entre dos millones y dos millones y medio. Sí podemos saber lo que genera el museo, ya que tiene una entrada que el año pasado pagaron 70.000 personas". El Confidencial pasó un día entre semana más de dos horas en la catedral y no encontró a ningún visitante dispuesto a usar estos terminales.

placeholder Detalle del cepillo electrónico. (Archidiócesis de Madrid)
Detalle del cepillo electrónico. (Archidiócesis de Madrid)

"Ya me parecía a mí que la Iglesia estaba tardando en poner un datáfono. ¿Son nuevos?, ¿no había antes? Qué raro, con lo viva que es la Iglesia en estos temas", señala otra turista española. "Está funcionando relativamente bien", explican desde la Archidiócesis de Madrid, donde recalcan que su puesta en marcha no ha tenido coste, solo la pequeña comisión que se lleva el banco en cada operación. Las aportaciones de los fieles suponen el 60% de los ingresos de la Iglesia en Madrid, según la última memoria de 2017.

Unos 19,9 millones proceden de colectas, 13,9 millones de suscripciones y 16,3 millones de otras aportaciones. Hay que recordar que estos donativos al cepillo, ya sean metiendo una moneda de un euro en la hucha o pagando los 20 céntimos para encender una vela, o las aportaciones que se permiten ahora con las tarjetas de crédito y el teléfono móvil, quedan fuera del radar del fisco. Están exentos por el acuerdo económico que el Estado español y la Santa Sede firmaron en 1979. "Los donativos no son transparentes. Nunca lo han sido. Porque no se declaran y por tanto están exentos de tributar. Hacienda no los controla", explica un portavoz del Observatorio Europa Laica.

placeholder El cepillo electrónico instalado en la salida de la catedral.
El cepillo electrónico instalado en la salida de la catedral.

No solo los donativos. Desde el año 2002, a la Iglesia católica se le aplica la llamada Ley de Mecenazgo, lo que se traduce en que tiene el mismo régimen fiscal que las fundaciones y las asociaciones sin ánimo de lucro declaradas de utilidad pública. Dicho régimen hace que estén exentos de pago del impuesto de sociedades tanto los donativos como los ingresos procedentes de las colectas. La Iglesia también está exenta de pagar este impuesto en los rendimientos del patrimonio inmobiliario y las plusvalías generadas por las ventas de ese patrimonio. También las actividades económicas de asistencia social, como las que presta la Iglesia en hospitales y colegios, actos culturales, cursos y conferencias y actividades deportivas. Sin olvidar que tampoco paga el IBI.

La Conferencia Episcopal también puso en marcha hace tiempo una campaña de donaciones en internet. Y recuerda a los fieles que desde el año 2016 los primeros 150 euros donados desgravan el 75%. A partir de esa cantidad, la desgravación varía entre el 30 y el 35%, en función de que sea esporádica o fija. "A mí me parece bien que la catedral haya puesto para pagar con tarjeta. Ya era hora. Todo lo que sea facilitar el pago al que quiere donar me parece estupendo. Lo raro es que no haya llegado antes", explica Leo, turista mexicano. De momento, los datáfonos no echan humo.

Pocos turistas se percatan del pequeño aparato que rompe la solemnidad y la historia del edificio. Una muestra de modernidad entre tanta columna neogótica. Van a ver el altar de la Virgen, la patrona de la capital, las impresionantes fachadas o la capilla del Santísimo. El museo y la cripta. Peter, de nacionalidad estadounidense, se fija en el terminal. Interesado. "¿Va a usarlo?, ¿sabe cómo funciona?", le pregunta el periodista. "No, es para... ah, tarjeta", señala en un castellano fluido. Sonríe y se va. Laura es sevillana. También se fija en el terminal. Tampoco lo usa. La única pregunta que le surge es: "¿Sabes dónde enterrarían a Franco?"

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