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Los hijos de la EMT que se han convertido en la bestia negra de Carmena
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LOS JIMÉNEZ DORADO SE SABEN LA LEY AL DEDILLO

Los hijos de la EMT que se han convertido en la bestia negra de Carmena

El ayuntamiento de Madrid le llama "el pirata amarillo" y ha hecho todo lo posible por sacarle de las calles sin éxito

Foto: Rafael Jiménez Dorado, junto a su autobús turístico. (EC)
Rafael Jiménez Dorado, junto a su autobús turístico. (EC)

El ayuntamiento de Madrid le llama "el pirata amarillo" y ha hecho todo lo posible por sacarle de las calles, desde echarle encima a la policía municipal hasta llevarle a los tribunales, pero nada ha surtido efecto. Los hermanos Jiménez Dorado, propietarios de la flota de autobuses que lleva su nombre, han estudiado a fondo la Ley Orgánica de Transporte Terrestre y no hay quien les pille. Esto les permite operar dos líneas, la turística y la navideña, haciendo competencia directa a los concesionarios del servicio.

Y, a estas alturas, no van a echarse atrás. Rafael Jiménez Dorado (Madrid, 1971) y su hermano Fernando, hijos de un conductor de la EMT, heredaron el negocio del padre en 1992. "Mi padre conducía un autobús municipal ocho horas al día y luego empezaba otra jornada laboral llevando a los trabajadores de Telefónica desde Alcorcón y otras localidades a Ríos Rosas. Dormía tres horas por la noche y otras dos durante el día, el resto del tiempo conducía", explica Rafael a este periódico.

El ayuntamiento no tiene derecho a concesionar un servicio turístico

De su padre heredaron el autobús y la empresa, que con el paso de los años han escalado a 110 vehículos, que básicamente hacen transporte discrecional. Sus problemas con el ayuntamiento comenzaron en 2013, con Botella como alcaldesa, y se prolongan hasta nuestros días. Jiménez Dorado concurrió al concurso del autobús turístico cuando expiró la concesión que tenía Díaz Ferrán, pero desde el primer momento vio que las cartas estaban marcadas: "No había ninguna información económica de la ruta, esa información solo la conocían los anteriores adjudicatarios", explica Jiménez Dorado. "El ayuntamiento nos dejaba entrar a una habitación en la que había un informe, elaborado por KPMG, en la que había una proyección económica. Ni siquiera te dejaban sacar la carpeta de allí para hacer un estudio serio", lamenta el empresario.

"Después descubrimos que los datos no estaban bien. Decía KPMG que el bus turístico tenía un alcance potencial de 500.000 clientes, cuando la realidad es que en ese momento estaba ya en más de 700.000 usuarios. Nuestra oferta técnica fue buena, pero la económica no", afirma Jiménez Dorado. El servicio le fue adjudicado a una unión de empresas casi igual a la anterior, con Alsa sustituyendo a la Trapsa de Díaz Ferrán.

"No es de utilidad pública"

Los Jiménez Dorado, naturales de un barrio combativo como Carabanchel, no se dieron por vencidos. Juntaron a un sanedrín de abogados, expertos en transporte y turismo, le dieron cientos de vueltas a los textos legales y trazaron una hoja de ruta. "Montamos una agencia de viajes y comenzamos a llevar personas desde el centro de Madrid hasta el Factory de Alcobendas, pasando por las zonas turísticas de la ciudad", dice el empresario. Que el autobús abarcase dos municipios era clave en su estrategia, ya que entonces era la Comunidad de Madrid, y no el ayuntamiento, de quién dependía el permiso. Arrancaron ciñéndose a la ley. Como no podían hacer solo transporte, porque hubieran incurrido en competencia desleal con los concesionarios, añadieron un guía y una parada en el Hard Rock de Neptuno para tomar una coca-cola.

Foto: El Navibus atraviesa las principales arterias de la capital

En 2013 el ayuntamiento emprendió una campaña judicial y administrativa contra los hermanos. "Nos han demandado, nos han parado los autobuses todos los días, haciendo bajarse a todos los pasajeros, para ponernos sanciones de todo tipo, pero ninguna ha llegado a fructificar", narran. El invierno pasado Carmena les prohibió circular por Gran Vía, pero consiguieron que un juez les levantase cautelarmente el veto.

Para demostrar que el ayuntamiento les persigue por cuestiones más allá de lo profesional, Jiménez Dorado señala la situación impune de otras líneas: "Desde los años 70 se opera un autobús, llamado coloquialmente el charabán, que recoge a turistas tres veces al día y les hace un tour por los principales monumentos de Madrid. En invierno se turnan entre tres compañías para operarlo y ahorrar gastos, pero en verano las tres sacan sus coches a la calle. Nunca se ha prohibido este servicio".

Jiménez Dorado no se considera un liberal, sino que piensa que un autobús turístico no debería estar concesionado. "¿Es de utilidad pública pasear a turistas por la ciudad a 21 euros el día? Madrid es de las pocas ciudades del mundo que lo concesiona, pero es ilegal. Ellos me llaman el pirata amarillo y yo voy a empezar a considerarlos los corsarios azules", dice Jiménez Dorado. En Sevilla, la empresa tiene otra maraña legal contra el ayuntamiento por el mismo motivo: "Allí se operan dos autobuses turísticos: uno se lo dieron al hijo del jefe de movilidad de la ciudad, a una empresa llamada Sevirama, y luego al hijo de las mayonesas Ybarra, que a la postre ha espabilado un montón y tiene una franquicia de autobús turístico en casi todas las grandes ciudades del mundo”.

El ayuntamiento no quiere soluciones, solo que cierre y despida a mis trabajadores

Algo parecido les sucede con el Naviluz, el autobús operado directamente por el ayuntamiento en estas fechas para ver el alumbrado. "¿Qué sentido tiene que se pague con impuestos un servicio de este tipo? Encima opera con los autobuses que le requisó a Díaz Ferrán cuando caducó su concesión, que son de 1999 y contaminan más que los míos. ¿O es que la polución solo le importa al ayuntamiento cuando la generan otros?

Mientras, en Madrid, el conflicto avanza hacia su cuarto año sin visos de solución. A pesar de que se han mantenido contactos, el ayuntamiento se niega a ceder: "No quieren arreglar nada. Les vienen muy bien los 4 millones que reciben de la concesión y no quieren negociar. Les hemos ofrecido poner autobuses eléctricos y hacer el recorrido del Madrid de los Austrias, que no tiene servicio en estos momentos, y nada. Les hemos propuesto un tren turístico, eléctrico y a 20 km/h, y tampoco. Lo que quieren es que cierre la línea y tenga que despedir trabajadores”, zanja Rafael.

El ayuntamiento de Madrid le llama "el pirata amarillo" y ha hecho todo lo posible por sacarle de las calles, desde echarle encima a la policía municipal hasta llevarle a los tribunales, pero nada ha surtido efecto. Los hermanos Jiménez Dorado, propietarios de la flota de autobuses que lleva su nombre, han estudiado a fondo la Ley Orgánica de Transporte Terrestre y no hay quien les pille. Esto les permite operar dos líneas, la turística y la navideña, haciendo competencia directa a los concesionarios del servicio.

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