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El último vecino: así resiste al desahucio el artista que hizo la mesa de Felipe VI
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RAFAEL DE LA CONCEPCIÓN, EN SU CASA-MUSEO

El último vecino: así resiste al desahucio el artista que hizo la mesa de Felipe VI

Rafael de la Concepción y su padre elaboraron el célebre escritorio que descansa ahora en el despacho del Rey. Ambos, marqueteros, esconden una historia única en una solitaria casa de Chamberí

El número 44 de la calle Santa Engracia de Madrid es todo un misterio. La fachada del edificio en el Chamberí más castizo se antoja algo abandonada, pero es difícil de imaginar lo que realmente hay allí dentro. Cuatro alturas con dos imponentes pisos de más de 130 metros cuadrados y un solo inquilino que resiste en la tercera planta. La comunidad de vecinos no existe ya, el ascensor obsoleto se refugia entre cadenas y el patio interior certifica el deterioro más absoluto en una de las zonas más codiciadas de toda la ciudad. Rafael de la Concepción, madrileño de pura cepa de 67 años, se bate cada día con los intentos de los propietarios del edificio, dos hermanos empresarios de Valladolid, para que abandone la vivienda. Pero él lleva en esa casa más de 30 años y muchos los compartió con su padre, lo más importante de su vida. Ambos, marqueteros de profesión, guardan tras de sí un legado de obras maestras entre las que está la imponente mesa de escritorio del despacho de Felipe VI, que antes perteneció al rey Juan Carlos.

La sensación al entrar a la casa de Rafael es la deestar en un museo. Eldesordenpropiodeunartistareina en la vivienda desde el rellano a la cocina, al fondo del pasillo. En cada esquina, ceniceros. Las chapas de madera, los pinceles, la pintura, los marcos, bisturís y el resto de utensilios abruman. No hay un detalle que no haya pasado por las manos del marquetero. Escondidobajo un plástico aparece un tablero con cuatro patas que deja sin aliento."Esto es una pieza de museo". Marfil, ébano e infinitas piezas de madera que costaron meses de trabajo y a día de hoymiles de euros. "Esta mesa la hizo mi padre", repite.

El carpintero se bate cada día con los intentos de los propietarios del edificio, dos hermanos empresarios de Valladolid, para que abandone la vivienda

Rafael de la Concepción aprendió a amar el trabajo de su progenitor, de igual nombre pero terminado en Peñalver, a escondidas, cogiendo las navajas que su padre soltaba en las papeleras del estudio. Cuando fue capaz de enseñar dos de sus trabajos completados, su padre comprendió que sería marquetero igual que él. Y de los buenos. La saga no continuará porque los dos hijos que tiene Rafael han optado por la informática, más acorde con los tiempos de ahora. Corría el año 1974 cuando Peñalver recibió la llamada de la Fundación del Generalísimo, ocupada de los encargos de Patrimono Nacional que después pasaría a llamarse Fundación de Gremios. Entonces era una institución que desarrollaba las bellas artes en Madrid y contaba con los mejores artistas del momento dedicados a muebles y tapicería.

Peñalver recibió unencargo muy concreto: unamesa de trabajopara el entoncespríncipe Juan Carlos, que tres años después, con la muerte deFranco,sería proclamado rey y que en 2014 heredaría Felipe VI. "En aquella época solo había tres marqueteros en todo Madrid. El de Vallecas, el que trabajaba para la Casa Herráiz y mi padre". Peñalver fue llamado por la fundación y le entregaron los dibujos. "Entonces lo hicimos todo en marquetería, yo le ayudé.Le dijeron que no podía firmarla mesa y lo que hizo fue plantar su rúbrica debajo de la tapa".

Conoce la obra de Rafael de la Concepción en su web

El escritorio, de hecho, fue una de las pocas cosas que Felipe VI mantuvo al ocupar el despacho del anterior monarca tras ser proclamadoRey y en ella trabaja a día de hoy. La tapa de cuero está visiblemente rayada —tiene 42 años de existencia— y en ella se han apoyado decenas de autoridades de todo el mundo. Este año la célebre mesa ha tenido también como protagonista el goteo de procesos electorales y las visitas continuas de Patxi López y Ana Pastor, presidentes del Congreso de las XI y XII legislaturas. El mueble, de estilo clásico, se realizó con madera y bronce y en sus costados están plasmadas las creaciones de marquetería de Peñalver y su hijo Rafael.

Este recuerdo y tantos otros sobreviven en fotografías guardadas como oro en paño en el 3º izquierdade la calle Santa Engracia número 44. La misma en la que Rafael quiere continuar pasando el resto de sus días pese a haberse quedado solo desde hace ya cinco años, cuando desapareció hasta el administrador. Uno de los pisos está tapiado trasel intento de una familia okupapor encontrar cobijo. En los orígenes, los dos marqueteros tenían instalados sendos estudios a lo largo y ancho de la casa. Cuando murió Peñalver, Rafael hizo de aquel lugar su vivienda y se mudó definitivamente. En los años noventa, los propietarios le hicieron unaoferta de ocho millones de pesetaspara que se marchara.Se negó.

Las propuestas más recientesoscilan los 50.000 euros. También se negó. Incluso un juicio tuvo que superar cuando los arrendadores lo denunciaronacusándolede tener una ebanistería. Recibió la visita de un inspector de la junta municipal de Chamberí en tres ocasiones y su dictamen fue favorable a Rafael: ni tenía montada allí tal cosa ni cometía ninguna ilegalidad. Los propietarios perdieron el juicio, recurrieron y volvieron a perder."Les salió por una pasta al final la broma", comenta con sorna el marquetero. "El inspector concluyó que tenía herramientas normales de bricolaje. Un taladro y alguna cosa más".

"Yo pinto cuadros y los vendo. Hago marqueterías, pero no muebles. No podría tener aquí la maquinaria necesaria. Voy al ebanista con mis diseños, con mis marqueterías y él termina el mueble", explica Rafael, que ha optado por no volver a tratar con los caseros. "Hablan todo con mi abogado". El inquilo asegura desconocer el objetivo final de los hermanos de Valladolid, aunque todo apunta a una remodelación del edificio que permita la instauración de otro tipo de viviendas en pleno Chamberí. Y para eso tiene que marcharse.

El escritorio de Rafael de la Concepción es una de las pocas cosas que Felipe VI mantuvo al ocupar el despacho del anterior monarca tras acceder al trono

Rafael paga más de 600 euros de alquiler, sin gastos de electricidad y agua incluidos.La casa está fría. No tiene un sistema de calefacción y pasea de un lado a otro el radiador que usa para calentarse. El cuarto de baño es un congelador, pero en él haymuchos tesoros. Es la casa de un artista. Latapa del inodoro, de madera, como no podía ser de otra manera, es única. También el lavabo, de las primeras piezas de Roca. Tanespecial es el baño de Rafael que su amigo y fotógrafo Chema Conesa lo retrató para que fuera laportada del Magazinede 'El Mundo' el 16 de febrero de 2003. Estampa quenunca llegó a los quioscosal estallar laguerra de Irak(2003-2011). Pero él sí tiene una copia colgada en la pared. Justo en frente de lamampara de la ducha, propiedad deAlfonso, elfotógrafo de la Guerra Civil.

En el salón descansa otro cuadro único. Un retrato de su abuelo, militar en la República al que solo conoció por fotografía. Lo pintó y elaboró un marco especial con ventana para él. En la parte superior del cristal Rafael se autoretrató con espráis aplicando una técnica de rascado de cuchilla. Era la única manera de estar juntos, aunque solo sea en un reflejo. Rafael reconoce queaprecia la soledadmientras trabaja. Pero solo en esa circunstancia. A pesar de estar divorciado tiene "muchos amigos". Susconversaciones,sin embargo,están llenas de nostalgia, de recuerdos de su padre y, sobre todo, de sus obras de marquetería, que descansan en el solitario edificio de la calle Santa Engracia.

El número 44 de la calle Santa Engracia de Madrid es todo un misterio. La fachada del edificio en el Chamberí más castizo se antoja algo abandonada, pero es difícil de imaginar lo que realmente hay allí dentro. Cuatro alturas con dos imponentes pisos de más de 130 metros cuadrados y un solo inquilino que resiste en la tercera planta. La comunidad de vecinos no existe ya, el ascensor obsoleto se refugia entre cadenas y el patio interior certifica el deterioro más absoluto en una de las zonas más codiciadas de toda la ciudad. Rafael de la Concepción, madrileño de pura cepa de 67 años, se bate cada día con los intentos de los propietarios del edificio, dos hermanos empresarios de Valladolid, para que abandone la vivienda. Pero él lleva en esa casa más de 30 años y muchos los compartió con su padre, lo más importante de su vida. Ambos, marqueteros de profesión, guardan tras de sí un legado de obras maestras entre las que está la imponente mesa de escritorio del despacho de Felipe VI, que antes perteneció al rey Juan Carlos.

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