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Las siete vidas de Celia Mayer, una edil asediada en una concejalía en llamas
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Las siete vidas de Celia Mayer, una edil asediada en una concejalía en llamas

Las principales polémicas vinculadas al Gobierno municipal llevan el sello del área de Cultura. Ni las peticiones de dimisión ni las investigaciones internas han podido con ella

Foto: Manuela Carmena (i), conversa con la concejal de Cultura y Deportes del Ayuntamiento, Celia Mayer. (EFE)
Manuela Carmena (i), conversa con la concejal de Cultura y Deportes del Ayuntamiento, Celia Mayer. (EFE)

Celia Mayer, la delegada del Cultura del Ayuntamiento de Madrid se ha convertido en la funambulista coja del Gobierno de Manuela Carmena, cercada por propios y extraños. Accedió al cargo de rebote, como sustituta de Guillermo Zapata, que protagonizó una dimisión exprés dos días después de asumir sus responsabilidades por unos tuits de humor negro publicados hace ahora cinco años. La lupa de la oposición y los medios se colocó entonces sobre el área, que no ha dejado de acumular polémicas a sus espaldas durante el primer año de gestión del nuevo Gobierno municipal: cabalgata de reyes, memoria histórica, carnavales o 'caso Teatro Español'.

Tras la polémica de los titiriteros estuvo en el punto de mira de Carmena, quien amenazó con depurar responsabilidades. La oposición también pidió su cabeza. Finalmente solo cayeron segundas espadas gracias a la presión interna ejercida por el sector de Ganemos. Sin dejar de estar nunca en el candelero, ahora su departamento es el que más suena, junto al de Urbanismo, para el intercambio de cromos con el PSOE ante su hipotética entrada en el Gobierno. En Barcelona, como precedente de este movimiento, el PSC se quedó con Cultura tras el pacto de gobierno con Ada Colau.

La concejala trató de mantener un perfil bajo cuando accedió a su puesto, alejada de los focos, hasta el punto de que fue acusada de inactividad y parálisis política. El pasado mes de noviembre, la concejala de Ciudadanos Sofía Miranda incluso solicitó formalmente su comparecencia en el pleno para que explicara las líneas de trabajo de su departamento. No convenció su apuesta por una profunda reestructuración de Madrid Destino, empresa en la que se han sucedido las dimisiones forzadas.

Como activista del Patio Maravillas y proveniente del sector Ganemos Madrid, plataforma municipalista de la que fue portavoz, en la que también participó su antecesor en el cargo, no obtuvo carta de devoción por parte de la alcaldesa. Poco después de ser investida, Carmena ya arremetió contra la actitud de los “activistas”, desmarcándose de sus políticas asamblearias. Los choques con la plataforma Ganemos han ido 'in crescendo', a la par que con la delegada de Cultura.

La primera guerra cultural de calado se produjo por la aplicación de la Ley de Memoria Histórica. La crisis abierta por los errores cometidos en su implantación llevó a Carmena a quitarle las competencias en este asunto. Al frente del comisionado del Ayuntamiento de Madrid que aplicará la Ley de Memoria Histórica se colocó a la socialista Francisca Sauquillo. “Manifestamos nuestro desacuerdo ante el nombramiento de semejante comisión y tomamos distancia de esta decisión del Ayuntamiento", zanjó Ganemos en un comunicado.

Con la polémica de los titiriteros volvieron a encenderse todas las alarmas. El acoso de la oposición fue respondido por Carmena con la promesa de abrir una profunda investigación para depurar responsabilidades. El sector más activista del Gobierno municipal se movilizó para evitar su destitución, ante lo que entendían como una "campaña de desestabilización del Ayuntamiento de Madrid" y exigían no ceder frente a los "chantajes" porque "si cedemos, acometer cambios estructurales va a ser, simplemente, una misión fallida".

La negativa de Carmena a respaldar públicamente a su edil llevó a Ganemos a reaccionar con más dureza, haciendo pública una declaración en la que se criticaba "la escasa valentía de la alcaldía y de una parte del Ayuntamiento, que se pliega a las demandas de la propaganda mediática", desautorizando la investigación abierta. El caso se saldó con el cese del director general de Actividades y Programación, Jesús Carrillo, que fue cesado tres semanas después de la polémica.

Los principales frentes abiertos en el área de Cultura se han mantenido latentes. La pasada semana, el pleno del Ayuntamiento aprobó una proposición para la destitución de Santiago Eraso, director de Contenidos y Espacios culturales de Madrid Destino, y nombramiento 'estrella' de la delegada del área, Celia Mayer. Estos días explotaba también el sainete del cese de Juan Carlos Pérez de la Fuente como director del Teatro Español y las Naves de Matadero Madrid por parte del Ayuntamiento de la capital. Urdido desde septiembre y aireado en marzo, una conversación a la que tuvo acceso El Confidencial revela cómo se gestó el despido de un cargo para cuya entrada se necesita concurso público.

Esta historia todavía tiene varios capítulos por escribir. El afectado solicitará un despido nulo por vulneración de sus derechos fundamentales e impugnará las bases de los concursos de adjudicación de las nuevas direcciones artísticas del Español y Matadero. La puerta abierta de Carmena al PSOE, con negociaciones ya reconocidas por fuentes cercanas al Ayuntamiento pero que no se oficializarán hasta después de las elecciones generales, podría significar la estocada definitiva a la responsable de un área especialmente marcada desde que Ahora Madrid pisó el Palacio de Cibeles.

Celia Mayer, la delegada del Cultura del Ayuntamiento de Madrid se ha convertido en la funambulista coja del Gobierno de Manuela Carmena, cercada por propios y extraños. Accedió al cargo de rebote, como sustituta de Guillermo Zapata, que protagonizó una dimisión exprés dos días después de asumir sus responsabilidades por unos tuits de humor negro publicados hace ahora cinco años. La lupa de la oposición y los medios se colocó entonces sobre el área, que no ha dejado de acumular polémicas a sus espaldas durante el primer año de gestión del nuevo Gobierno municipal: cabalgata de reyes, memoria histórica, carnavales o 'caso Teatro Español'.

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