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Los vecinos del Carabanchel okupa: "No hay derecho a esto. Es un peligro. No puedo más"
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AHORA MADRID TRABAJA EN UN CENSO DE VIVIENDAS

Los vecinos del Carabanchel okupa: "No hay derecho a esto. Es un peligro. No puedo más"

Los vecinos de la calle Juanita de Carabanchel están atemorizados en su convivencia con okupas. El PP propone crear una unidad específica de la Policía para prevenir estos casos

La calle Juanita del barrio Carabanchel lleva días en la picota mediática. Dos estrechas aceras, una sola dirección para coches y 19 números dan escasa vida a una travesía donde la edad media de los vecinos supera los 70 años y solo un par de parejas jóvenes se sobreponen a la ancianidad. El número 10 es el que tiene atemorizados a los residentes. Tres plantas de pisos. La baja, calcinada tras sufrir un incendio hace apenas dos semanas, y las dos otras que dan cobijo a nueve okupas. El edificio fue invadido hace años, cuando el propietario del inmueble se marchó de un día para otro, pero los problemas y el temor, afirman los vecinos, llegaron hace apenas unos meses con los nuevos inquilinos. Ruidos, insultos, peleas y robos son ahora una rutina.

"Al principio solo estaban los punkis. Esos no hacían nada", explica Jorge, uno de los vecinos de la calle Juanita, que prefiere utilizar un nombre ficticio y no acepta fotografías, como todos los demás que prestan testimonio. "Aquí nos conocemos todos y tenemos miedo", asegura. También Paquita, octogenaria que ahora vive sola, reconoce que a los okupas de hace tiempo "ni siquiera se les sentía". Pero, desde el verano pasado, otro grupo de personas desembarcó en el inmueble y ya hace un par de meses que los gritos y las broncas están a la orden del día.

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Justo hace dos semanas la farmacia que hace esquina en la calle de al lado sufrió un atraco. Los ladrones aparecieron encapuchados, con una pistola de aire compromido y se llevaron 1.000 euros en efectivo de botín. A las pocas horas hubo un incendio provocado en la parte baja de la casa okupada. Eran las seis de la mañana y algunos vecinos oyeron chillidos tras despertarse por el humo: "Os lo merecéis por chivatos". La planta quedó completamente calcinada. Paquita reconoce que vive con mucho miedo. "Es que no hay derecho. No podemos vivir así con tanto miedo", explica a este diario con su nieto gateando en el salón.

Y este no ha sido el único altercado en los últimos días. La calle ha recibido varias visitas de la Policía y del SAMUR porque, según relatan habitantes de las casas de alrededor, se han producido dos apuñalamientos en las pasadas semanas que, aseguran, están relacionados con los okupas del número 10 de la calle Juanita. El matrimonio que vive justo al lado de la casa acudió al Ayuntamiento de Madrid sin éxito. El consistorio que dirige Manuela Carmena reconoció su incapacidad de actuar sin una denuncia del propietario del inmueble solicitando el desalojo. Los vecinos aseguran que el rumor del barrio es que el dueño volvió a Sudamérica hace tiempo y ninguno parece tener un número de contacto.

Algunos de ellos sopesan redactar una denuncia conjunta para ejercer mayor presión, aunque ya saben que no contarán con todos los habitantes de la calle porque muchos temen consecuencias de algún tipo si se enfrentan. "Mi mujer me ha dicho que por qué no nos vamos a un sitio más tranquilo", explica Jorge. Pero él no quiere marcharse. "Mis padres vivieron aquí toda su vida y yo he nacido y vivido aquí. No me voy a marchar por esto ni por nada". Pero reconoce que igual que su mujer, muchos otros vecinos cada vez tienen más difícil aguantar en la zona. "Nos dicen que tengamos cuidado si llegamos por la noche", relatan.

De día la calle sí es muy transitada. La gente hace la compra, va y viene del trabajo o entra a los dos únicos negocios que conviven con los bloques de pisos: una cerrajería y una academia de inglés a la que por las tardes acuden cantidad de niños. Pero cuando hay menos movimiento, la gente no está cómoda en la calle.

Los vecinos le han cogido incluso miedo a los patios interiores de sus casas. "Se escucha todo. Gritos de 'hija de puta', y nos asusta que puedan saltar y entrar por ahí", explica otro de ellos. Paquita, por si acaso, cierra con llave las puertas interiores, cosa que antes no hacía. También tiene bajadas las persianas del piso superior, aunque sea de día y no entre mucha luz. Un consejo de sus hijas que tras los últimos acontecimientos sigue a rajatabla.

El PP exige crear una unidad policial específica

Tras conocer los últimos altercados con okupas en Carabanchel y en el Ensanche de Vallecas, el grupo municipal del PP liderado por Esperanza Aguirre llevará al pleno del consistorio de la semana que viene una iniciativa contundente al respecto. Exigen la creación de una unidad de la Policía Municipal especializada en prevención de la okupación que deberá dar una respuesta inmediata y actuar ante cualquier denuncia para evitar que se produzca posesión efectiva de la vivienda. Esta unidad deberá estar en coordinación con la Delegación del Gobierno y la nueva figura de coordinador de viviendas okupadas, dependiente de la Policía Nacional.

Este apartado sería esencial en casos como el de Carabanchel, en el que los agentes y el Gobierno municipal no pueden actuar sin que exista una denuncia del propietario que, en este caso concreto, está desaparecido. Los populares madrileños proponen además que los servicios jurídicos municipales instalen "de manera urgente" la recuperación de los pisos y bienes de titularidad municipal okupados. También la iniciativa recoge la creación de una oficina de asistencia para los vecinos y propietarios particulares afectados que garantice el anonimato a los denunciantes y asesore a los perjudicados.

En Madrid hay unos 1.000 pisos okupados, algunos por la necesidad básica de tener un techo y otros muchos en manos de mafias. Del convenio firmado entre ayuntamiento y Sareb, que proporcionará al consistorio unas 300 viviendas para dar solución al drama de los ciudadanos sin techo, muchas de ellas se encuentran okupadas y otras necesitan reparaciones de más de 15.000 euros, según los datos manifestados en la Comisión de Seguridad y Emergencias de mano del delegado del área, Javier Barbero, y la consejerada delegada de la Empresa Municipal de la Vivienda y el Suelo (EMVS), María Serrano.

La calle Juanita del barrio Carabanchel lleva días en la picota mediática. Dos estrechas aceras, una sola dirección para coches y 19 números dan escasa vida a una travesía donde la edad media de los vecinos supera los 70 años y solo un par de parejas jóvenes se sobreponen a la ancianidad. El número 10 es el que tiene atemorizados a los residentes. Tres plantas de pisos. La baja, calcinada tras sufrir un incendio hace apenas dos semanas, y las dos otras que dan cobijo a nueve okupas. El edificio fue invadido hace años, cuando el propietario del inmueble se marchó de un día para otro, pero los problemas y el temor, afirman los vecinos, llegaron hace apenas unos meses con los nuevos inquilinos. Ruidos, insultos, peleas y robos son ahora una rutina.

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