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Así se vigila el fuego: torres sin agua ni luz, casetas a 45 grados y lonas con cuerdas
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Así se vigila el fuego: torres sin agua ni luz, casetas a 45 grados y lonas con cuerdas

En la Comunidad de Madrid, hay 37 puestos para detectar los incendios forestales. Los trabajadores, que se pasan allí 10 horas al día, denuncian el mal estado de muchos de ellos

Foto: Puesto de vigilancia en Matamora, Galapagar.
Puesto de vigilancia en Matamora, Galapagar.

Un total de 37 torres para vigilar 8.000 kilómetros cuadrados y 421.000 hectáreas forestales. Aunque el término torre es demasiado 'optimista', ya que la realidad desmiente a la gramática. Torres como tal quedan pocas en la Comunidad de Madrid. La mayoría son casitas de piedra o módulos de obra prefabricados, refugios básicos para que los auxiliares de control e información (así se llaman los vigilantes) puedan desempeñar su trabajo. La mayoría no tiene ni luz ni agua, y las necesidades se hacen en el campo, que para eso hay mucho alrededor. Pasando frío en los emplazamientos que están situados en cotas muy altas y soportando temperaturas que pueden llegar a los 45 grados en los ubicados en el sur de la región. Y en algunos casos, una simple lona verde sujeta al suelo con unas cuerdas, con la silla de plástico traída de casa. Así son los puestos de vigilancia que ayudan a detectar los incendios forestales.

La Comunidad de Madrid reconoce que las condiciones de estos puestos de vigilancia no son las "más óptimas", aunque asegura que antes de que empiece la campaña de verano, este mes de junio, se van a mejorar los puestos más deteriorados con "una inversión que superará a la del año pasado". Sin más datos. No hay información sobre el presupuesto destinado ni el número de puestos que se renovarán.

De las 37 torres, hay cinco que están en manos privadas, es decir, con trabajadores de las dos empresas privadas que refuerzan los medios públicos

Por su parte, la asociación de bomberos forestales de Madrid, BFCAM, asegura que algunos son "auténticos zulos" y denuncia que el Gobierno regional ha empezado a "privatizar" las torres, es decir, los vigilantes que trabajan en ellas pertenecen a las brigadas forestales de las dos empresas privadas, Infosa y Matinsa, que complementan a los "brigadistas públicos". Ya hay cinco torres en manos privadas. "El tema nos preocupa y queremos mejorar los emplazamientos", afirma el portavoz del Gobierno regional.

Las 37 torres están divididas en cinco zonas. En la zona 1, hay puestos de vigilancia en Rascafría, Canencia, Bustarviejo, Garganta de los Montes y Puentes Viejas. En la zona 2, hay en Chinchón, Colmenar de Oreja, Alcalá de Henares, Valdemoro, Carabaña, San Martín de la Vega, Pezuela de las Torres y Arganda del Rey. En la zona 3: Villaviciosa, Cadalso de los Vidrios, Cenicientos, San Martín de la Alameda, Navalagamella, San Martín de Valdeiglesias y Robledo de Chavela. La zona 4 reparte las torres en Berzosa, Somosierra, Puebla de la Sierra, Montejo, El Vellón y Soto del Real. En la zona 5 hay puestos en Hoyo, Manzanares el Real, Cercedilla, Navacerrada, San Lorenzo de El Escorial y Galapagar.

En 2008, había 43 torres. El verano pasado la cifra disminuyó a 37. "Hay menos porque se han instalado cámaras de vigilancia que funcionan las 24 horas del día que sustituyen la labor de las torres y porque también ha habido una reducción de personal con el pasos de los años", explican desde la comunidad. En el año 2008, la plantilla de bomberos forestales y vigilantes ascendía a 364 personas. El verano pasado eran 212. "En contrapartida, se ha beneficiado a las dos empresas privadas, Matinsa e Infosa, que suman 478 efectivos. El porcentaje de personal laboral público es de un 33% frente al privado", señalan en la asociación BFCAM.

Mantenimiento de Infraestructuras SA (Matinsa) se llevó el contrato de "servicios de prevención y extinción de incendios de la zona este" por 22 millones de euros. Era un contrato por dos años. Ingeniería Forestal SA (Infosa) se llevó el de la zona oeste por 23 millones de euros. Matinsa pertenece a FCC. Actualmente, ambos contratos están prorrogados.

22 millones al año

Es decir, que la comunidad paga al año a estas dos empresas 22,5 millones. Los puestos de vigilancia están operativos durante cuatro meses, del 15 de junio al 30 de octubre. Los trabajadores destinados en estos emplazamientos tienen jornadas de 10 horas y trabajan días alternos. La asociación BFCAM ha hecho un estudio muy detallado de las condiciones de los puestos más deteriorados. "Todos coinciden en tener malos accesos, no tienen luz, ni baño, con materiales deteriorados e incluso peligrosos por las antenas y los rayos. Muchos de ellos no tienen botiquín ni taquillas y solo algunos cuentan con bidones de agua potable", explican desde la asociación de bomberos.

Por ejemplo, el puesto de Collado Vihuelas (en Rascafría) "no es apto para ejercer la vigilancia". Es una caseta de piedra, cemento y madera con el tejado en muy mal estado y con muy mala visibilidad. El de Cabeza Mediana (también en Rascafría) es "una caseta antigua de ladrillo en muy mal estado, con el riesgo añadido de que el pararrayos está detrás de la caseta". En Pico la Braña (Bustarviejo), "la junta de cemento está podrida y se caen las piedras de la pared. Frío, víboras y alacranes. Solo tiene fenergan [una crema] para las picaduras", registraron los vigilantes destinados en este puesto.

Torre Garganta (Garganta de los Montes) "es una torre metálica, que no se puede utilizar por su mal estado". Al lado, la comunidad ha habilitado un módulo de obras para que los vigilantes se puedan refugiar y descansar, "un módulo sin baño, ni luz ni agua". Cabeza de Villaverde (Chinchón) "es una caseta prefabricada tirada en el suelo, que ni siquiera está nivelada. Debería estar elevada para salvar los obstáculos y tener buena visibilidad". Los vigilantes se quejan de "altas temperaturas y altas radiaciones solares". La Marañosa está en San Martín de la Vega: "Sin baño, ni luz ni agua. No hay sombra, por lo que tenemos que estar dentro de la caseta soportando temperaturas de más de 45 grados".

En una finca privada

Gustarllano (Puebla de la Sierra) es una "caseta de ladrillo muy pequeña. Sin baño, ni luz ni agua. Las ventanas son muy pequeñas. No está preparada para bajas temperaturas y no es habitable para 10 horas de jornada". Pero el premio se lo lleva el puesto de Matamora (en Galapagar). Está en una finca privada y el dueño no ha dejado construir ningún emplazamiento, por lo que el puesto es una simple lona sujeta con barras metálicas y cuerdas. "A unos 25 metros, ya en terreno público, se ha instalado un módulo que sirve como refugio del vigilante, para resguardarse en caso de tormenta".

La Comunidad de Madrid señala que el de Matamora es un caso particular: "La gran mayoría de los puestos están en suelo público. En Matamora está en suelo privado porque esa es la zona que mejor cuenca visual tiene para vigilar". El mismo portavoz reconoce que es complicado que los puestos tengan baño, "porque es difícil hacer en esas ubicaciones las conducciones necesarias". Desde la asociación BFCAM, argumentan que hay "baños químicos que se podrían instalar".

Un total de 37 torres para vigilar 8.000 kilómetros cuadrados y 421.000 hectáreas forestales. Aunque el término torre es demasiado 'optimista', ya que la realidad desmiente a la gramática. Torres como tal quedan pocas en la Comunidad de Madrid. La mayoría son casitas de piedra o módulos de obra prefabricados, refugios básicos para que los auxiliares de control e información (así se llaman los vigilantes) puedan desempeñar su trabajo. La mayoría no tiene ni luz ni agua, y las necesidades se hacen en el campo, que para eso hay mucho alrededor. Pasando frío en los emplazamientos que están situados en cotas muy altas y soportando temperaturas que pueden llegar a los 45 grados en los ubicados en el sur de la región. Y en algunos casos, una simple lona verde sujeta al suelo con unas cuerdas, con la silla de plástico traída de casa. Así son los puestos de vigilancia que ayudan a detectar los incendios forestales.

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