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"Lo último que necesitamos en este país es que se rompa la derecha"
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ENTREVISTA A JORGE GALINDO, POLITÓLOGO Y COFUNDADOR DE 'POLITIKON'

"Lo último que necesitamos en este país es que se rompa la derecha"

Nos encontramos con un politólogo español frente a un Congreso parapetado tras andamios, aunque la metáfora no estaba planeada. Jorge Galindo (Valencia, 1985) es investigador en

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"Lo último que necesitamos en este país es que se rompa la derecha"

Nos encontramos con un politólogo español frente a un Congreso parapetado tras andamios, aunque la metáfora no estaba planeada. Jorge Galindo (Valencia, 1985) es investigador en el departamento de Sociología de la Universidad de Ginebra y cofundador de Politikon, una web donde se analiza -hoy con mucho ajetreo, claro- actualidad, economía y ciencias sociales. El Confidencial le acorrala en su paso fugaz por Madrid para hablar de política, algo de lo que muchos dicen saber, y de cómo se habla de política, una materia que tiene, ahora sí, bastante menos expertos.

España atraviesa una de las crisis políticas más graves de la historia democrática. ¿Necesitamos a los politólogos más que nunca?

Yo diría que los necesitamos igual que siempre, pero que ahora nos hemos dado cuenta. Al fin y al cabo el diseño institucional de las organizaciones fundamentales del país no ha cambiado sustancialmente durante esta crisis. No ha habido cambios en la organización territorial, en la forma de Estado, en el sistema electoral, en la separación de poderes... Solo ha habido un cambio en la Constitución y ha sido más bien pequeño respecto a transformar nuestras instituciones. Lo que ocurre es que el shock económico nos ha hecho ver que tenemos sistemas mucho más frágiles y más imperfectos de lo que pensábamos.

A vosotros os toca hablar, por poner sólo unos ejemplos, de Rajoy y de Bárcenas, del Banco Central Europeo, del 15M, de la política educativa, de Angela Merkel, de la fuga de cerebros, de la ley de transparencia.... ¿Cómo se quita uno el estigma de 'todólogo'?

Intentando saber de lo que se habla cuando hablas de ello. Cada uno tiene su especialización, claro, pero la actualidad tiene urgencias y de repente se impone hablar de un determinado tema. Lo que debes hacer en ese caso es leer los artículos académicos relevantes que se han escrito hasta el momento sobre esa determinada materia, ver cómo está el debate en la Academia y arrancar a partir de ahí. Es lo más honesto, creo yo. Y es como deberían hacerlo los medios de comunicación.

Hablando de medios de comunicación... ¿Se puede hablar de política sin hacer ideología?

Se puede. Bajo mi punto de vista la ideología funciona como un atajo: el ciudadano acude a ella para acercarse a sus intereses, que son la cuestión de fondo. Lógicamente los intereses nunca son los mismos en un trabajador joven que en un empresario, por ejemplo, pero muchas veces confundimos esa diferencia de intereses con la ideológica.

Vale, se puede. ¿Y se debe?

Hombre, hay un punto en el cual las cuestiones no las puede resolver un supuesto tecnócrata; el análisis sólo ayuda a informar, pero no propicia la toma de una decisión específica. En todo caso yo prefiero tener presentes los intereses. Cuando uno habla o escribe de política no debe buscar una solución que contente a todos, sino balancear los intereses en la sociedad. Creo que la clave está en intentar que la ideología no sea la única manera de enfrentarse a las cosas.

¿Y en España esto lo hacemos peor que en otros lugares, como dice la leyenda?

Este tipo de preguntas suelo responderlas con un sonoro 'no', porque acaban llevando a argumentos culturales que no aportan nada, del tipo "es que España y yo somos así". En esta, sin embargo, hay un pero: en España tenemos un sistema de partidos alineados con medios de comunicación y con opinólogos que favorece mucho el recurso a la ideología. Es lo que pasa en este tipo de configuraciones donde el partido lo consume todo, desde los poderes del Estado a los medios de comunicación.

Imagina que en 2008 alguien te dice que en cinco años España vería la tasa de paro en el 27%, un rescate bancario de 100.000 millones de euros, a exministros y jefes de la patronal en la cárcel, a la Casa Real enfangada en corrupción, al Gobierno en pleno acusado de cobros ilegales... ¿Te lo habrías creído?

(Piensa) No, aunque sea duro reconocerlo para un científico social. Me habría creído que la burbuja inmobiliaria iba a explotar, eso sí, y seguramente la tasa de paro. Era algo relativamente fácil de prever y de hecho había gente hablando de ello: poca, pero había. El número de casos de corrupción y el nivel que están alcanzando en las estructuras del Estado quizá no, aunque de nuevo no ha cogido por sorpresa a todos: hay mucha gente denunciando desde hace tiempo el equilibrio perverso que estaban adquiriendo la burbuja inmobiliaria, la corrupción y el no castigo electoral.

Otra gente dice que todo esto empezó en 1975. ¿Debemos culpar de todos nuestros males a la Transición, como tanto se estila últimamente?

No hacemos bien echándole la culpa de todo, desde luego, y en muchas ocasiones lo hacemos para quitarnos responsabilidad, como dices. Pero, por otra parte, es cierto que en la Transición se tomaron una serie de decisiones acertadas entonces pero que hoy ya no lo son: un ejemplo es el Estado de las autonomías.

¿Hay que cambiarlo?

Hombre, piensa que hoy las autonomías pueden hacer acción política sin coste electoral, ya que ellas toman las decisiones pero el que sube los impuestos -algo inevitable si las decisiones políticas son malas- es el Estado central. Es una máquina de incentivos perversos.

Hablando de impunidad... Hace poco entrevistamos a Aleix Saló y nos dijo que "en España tenemos pendiente el debate de la responsabilidad individual".

Sí, lo tenemos. Para empezar porque muchas veces confundimos esta noción con el liberalismo político, que es un error grave. Más allá, sí creo que tenemos un problema con cómo pensamos que se van a solucionar nuestros problemas.

¿Porque pensamos que vendrán otros a resolverlos?

Y porque a veces creemos que no van con nosotros. Te pongo un ejemplo muy gráfico con el sistema de pensiones sueco: en Suecia, resumiendo mucho, las pensiones suben cuando la economía crece y, cuando baja, las pensiones también lo hacen. Es decir: todo el mundo asume su responsabilidad y su parte de carga ante una crisis. Aquí cuando hablamos del factor de sostenibilidad a la hora de decidir sobre las pensiones el debate lo tenemos montado en torno a una serie de derechos adquiridos que, por cierto, no sabemos muy bien qué son ni qué quieren decir, porque nadie se molesta en definirlos.

Otra expresión de moda, al menos esta semana, es "estabilidad política"...

¿Está de moda?

Rajoy la mentó en su primera comparecencia tras la publicación de sus mensajes de texto con Luis Bárcenas, De Guindos la repitió después y el presidente se la vendió más tarde a los empresarios. Te iba a preguntar: ¿decirla mucho es un síntoma de que la estamos perdiendo?

Sí, sin duda. Si estuviese garantizada no haría falta reivindicarla tanto.

Aunque a los puristas políticos a veces se les olvide, lo cierto es que la estabilidad política es un valor a tener en cuenta. ¿Crees que la parte de la opinión pública que pide renovar el Gobierno exagera?

No, no en la situación actual.

¿Merece la pena asumir el riesgo que corremos al pedir la renovación del Gobierno?

Sí, merece la pena. Estamos en una situación en la que, si alguien añade más leña al fuego -Bárcenas, Ruz, el que sea- y Rajoy decide aguantar, puede haber una rotura interna importante en el Partido Popular y no me quiero imaginar ese panorama de desintegración del sistema de partidos por los dos lados. Lo último que necesitamos hoy en este país es que se rompa la derecha.

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Nos encontramos con un politólogo español frente a un Congreso parapetado tras andamios, aunque la metáfora no estaba planeada. Jorge Galindo (Valencia, 1985) es investigador en el departamento de Sociología de la Universidad de Ginebra y cofundador de Politikon, una web donde se analiza -hoy con mucho ajetreo, claro- actualidad, economía y ciencias sociales. El Confidencial le acorrala en su paso fugaz por Madrid para hablar de política, algo de lo que muchos dicen saber, y de cómo se habla de política, una materia que tiene, ahora sí, bastante menos expertos.

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