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El emblemático volcán canario que fue utilizado como cantera y cambió su forma para siempre
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El emblemático volcán canario que fue utilizado como cantera y cambió su forma para siempre

Fue considerada sagrada por los aborígenes, pero su silueta ya no es la misma. La extracción de piedra y un polémico proyecto artístico marcaron su historia reciente

Foto: Montaña de Tindaya, en Fuerteventura (EFE/Carlos de Sáa)
Montaña de Tindaya, en Fuerteventura (EFE/Carlos de Sáa)

Durante siglos, fue una montaña sagrada para los antiguos habitantes de Fuerteventura. Hoy, su silueta desgajada y la memoria de un ambicioso proyecto inconcluso recuerdan que el impacto humano puede ser tan profundo como irreversible. Este volcán canario no solo perdió parte de su forma original, sino que quedó atrapado entre la explotación industrial y la polémica cultural.

Se trata de la Montaña de Tindaya, uno de los enclaves más singulares del archipiélago. Situada en el municipio de La Oliva, esta elevación volcánica destaca tanto por su valor geológico como por su relevancia arqueológica. Declarada Bien de Interés Cultural, alberga más de 300 grabados podomorfos de origen aborigen, considerados sagrados por los antiguos majos. Sin embargo, ni esa protección evitó que su estructura fuera modificada por la actividad extractiva durante los años 80.

Foto: Vista aérea de las dunas de Maspalomas en la isla de Gran Canaria (iStock)

Una cantera que dejó cicatrices

A principios de los años 80, la montaña fue explotada intensamente por empresas que extraían traquita, una piedra valorada en construcción y decoración. La actividad dejó huellas visibles en las laderas y cráteres de Tindaya, alterando su perfil original. Aunque las extracciones cesaron, el daño geológico ya estaba hecho, según han denunciado en múltiples ocasiones colectivos ecologistas y arqueólogos.

En 1993, el escultor vasco Eduardo Chillida propuso excavar un gran cubo de 50 metros en el interior de Tindaya como obra monumental, lo cual habría supuesto el vaciado de la montaña. La intervención artística fue apoyada por el Gobierno de Canarias, que en aquella época lideraba Manuel Hermoso (Coalición Canaria), y que en 1995 constituyó una sociedad pública junto con la empresa que tenía la concesión minera. Aunque el proyecto nunca se ejecutó, desató una oleada de críticas y sospechas sobre los intereses reales detrás de la iniciativa.

Foto: Caserío de Las Fuentes, Tenerife, Canarias (Foto: Facebook/Caserío de Las Fuentes de Guía de Isora)

Una obra artística envuelta en polémica

Mientras Chillida defendía que su propuesta no afectaría ni a la estética ni a los grabados, muchos expertos alertaron del riesgo para un entorno ya dañado. Algunos interpretaron el proyecto como una excusa para mantener el negocio de la cantera y extraer más piedra, disfrazado de gran obra cultural. Los ecologistas subrayaron que el vaciado del interior supondría mover miles de toneladas de roca, y que se abría la puerta a una nueva fase extractiva.

Tras muchos años de polémica, el proyecto acabó siendo descartado por el Cabildo de Fuerteventura en 2019, y posteriormente se amplió la condición de Tindaya como Bien de Interés Cultural durante la etapa de gobierno socialista en Canarias, lo cual también refuerza su protección.

Foto: Foto del Archipiélago Chinijo en Canarias (Unsplash/Zinah Insignia)

En cualquier caso, el escándalo no fue solo medioambiental. A lo largo de los años se invirtieron más de 30 millones de euros en estudios, licencias y gestiones administrativas, sin que jamás se llegara a iniciar la obra. La montaña siguió intacta por fuera, pero con cicatrices visibles de su pasado industrial y un legado de desconfianza política a su alrededor.

Hoy, Tindaya se mantiene como un símbolo de las contradicciones entre desarrollo, arte y conservación. Aunque el proyecto de Chillida permanece paralizado, su recuerdo sigue dividiendo opiniones. La montaña, mientras tanto, conserva su forma alterada por la mano del ser humano y su entorno está sometido a estrictas medidas de protección ambiental.

Durante siglos, fue una montaña sagrada para los antiguos habitantes de Fuerteventura. Hoy, su silueta desgajada y la memoria de un ambicioso proyecto inconcluso recuerdan que el impacto humano puede ser tan profundo como irreversible. Este volcán canario no solo perdió parte de su forma original, sino que quedó atrapado entre la explotación industrial y la polémica cultural.

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