Helicópteros y cámaras de infrarrojos: así lucha Canarias contra los incendios forestales
Dos aeronaves están preparadas y en guardia 24 horas para realizar labores de prevención, vigilancia o detección de fuegos y actuar en el menor tiempo posible. El objetivo es evitar fuegos como el que en 2023 arrasó 15.000 hectáreas Tenerife
Canarias ha sufrido a lo largo de la historia grandes incendios que han acabado con parte importante de su patrimonio natural. En 2007 se produjo el fuego más importante detectado en el archipiélago desde 1976. Fue en Gran Canaria y se quemaron 18.762 hectáreas. Lo provocó un trabajador de los servicios forestales que “quiso concienciar de la necesidad de que hubiera vigilancia constante en los montes”. Acabó siendo localizado y condenado a ocho años y medio de prisión. Ese mismo año, Tenerife también sufría otro desastre similar, con 16.820 hectáreas calcinadas.
Sin embargo, esta última isla vivió el año pasado un incendio sin precedentes en Canarias por la virulencia, las condiciones meteorológicas y la magnitud que alcanzó. Fue el peor de la zona en 40 años. Empezó el 15 de agosto y se dio por extinguido el 10 de noviembre. Con un perímetro de 90 kilómetros, afectó a 11 de los 31 municipios de la Isla (quemó casi el 50% de la localidad de Arafo), arrasó cerca de 15.000 hectáreas, obligó al desalojo de más de 14.000 vecinos y generó más de 80 millones de euros en daños. El fuego dañó el Parque Nacional del Teide y se pudieron salvar, por 50 metros, las estaciones científicas y astrofísicas en Izaña.
Las heridas aún son visibles. Subir al Teide por El Rosario ya no es lo mismo. Lo que antes era una carretera con pinos verdes (que no se veía hacia abajo de lo frondoso que era la masa forestal) ahora es un paseo entre troncos negros quemados y lo poco verde que va naciendo, lo hace en lo alto de estos restos. Este año, para evitar que ocurra otra tragedia, se ha habilitado un dispositivo de prevención y seguridad nunca antes visto en Canarias; por tierra y por aire.
La Guardia Civil dispone de dos helicópteros en Canarias; uno en Tenerife y otro en Fuerteventura, pero este verano han sentado su base en el aeropuerto tinerfeño con el fin de garantizar servicios de prevención y vigilancia las 24 horas del día desde el aire. Además, ambas aeronaves llevan incorporadas una cámara de infrarrojos y también térmica con la que se puede realizar estas labores tanto de día como de noche.
El Confidencial ha acompañado a la Guardia Civil en uno de estos vuelos. Un trabajo milimétrico y en equipo que comienza en tierra, pues los mecánicos se encargan de revisar hasta el último rincón del helicóptero para que todo esté en perfectas condiciones. “La mayoría de accidentes aéreos se producen por factores humanos, por los que nosotros estamos en constante contacto con el fabricante del helicóptero, con cursos de mantenimiento y revisando que todo esté correcto”, señala un mecánico de la Unidad Aérea de Canarias.
Chequeos y precauciones
Tras comprobar todo, sale el helicóptero a la zona que tienen asignada del aeropuerto, vuelven a hacer un chequeo. Con toda la seguridad a bordo, piden permiso para despegar y dirigirse a la Corona Forestal de Tenerife. “Charlie, Óscar, Cuco, autorizado, viento de 10 nudos, adelante compañeros, buen vuelo”, y con este aviso pone rumbo a una tarea que hacen a diario. Llama la atención la jerga aérea pues, por ejemplo, Cuco es el nombre que tienen los medios aéreos de la Guardia Civil y que los otros pilotos reconocerán al escuchar por control, los de urgencia y rescate también tienen los suyos propios.
A los mandos del helicóptero dos pilotos: el capitán jefe de la Unidad Aérea de Fuerteventura, José Carlos Mesa, y el capitán piloto de la Unidad Aérea de Tenerife, Arturo Parodi. Salen siempre los dos en el vuelo para relevarse y, también, para estar al tanto de cualquier factor que se encuentren en los cielos como drones, parapentes u otros helicópteros. Todo ello sin descuidar el suelo: “Acércate un poco a ver eso que brilla si es un coche o puede ser el principio de algo” o “vamos a aquella zona blanca que creo que son coches porque ayer estaban trabajando, pero igual hay peligro”.
“La vigilancia nuestra va enfocada a la detección temprana de cualquier conato de incendio o columna de humo, poder detectarla y comunicarla a la central de servicios de la Guardia Civil y, en función de lo que sea, activamos el servicio y actuamos en consecuencia”, comenta Parodi. La imagen para tierra es dantesca, hectáreas de pinos quemados o zonas completamente desbastadas. Sin embargo, durante el vuelo, también se apreciaba cómo un equipo del Cabildo Insular de Tenerife repoblaba con especies autóctona las zonas limpias tras las llamas.
El capitán afirma que este año se han producido varios conatos: “Ha habido varios incidentes que hemos podido controlar rápidamente, no han desembocado en una gran catástrofe”. “Que las dos unidades estemos en Tenerife nos ayuda a tener una mayor operatividad y el menor tiempo de respuesta posible de cara a un posible incendio”.
Estos capitanes pilotos recuerdan con algo de pena el fuego del año pasado en el que también estuvieron presentes: “Desde el cielo la situación fue complicada por la cantidad de medios aéreos que había y porque todos llevan distintas velocidades, además que las llamas eran tan grandes y el humo tan alto que complicaba la labor de extinción y también de control”. Por este motivo, Parodi indica que, en caso de incendio, “montamos a bordo a un coordinador de medios aéreos del 112 para hacer labores de coordinación durante el mismo, indicando a cada aeronave dónde actuar y hacer descargas”.
Tras algo más de una hora en el aire, en la que también han estado pendiente si hubiera otro servicio que requiriera asistencia como rescates o accidentes, es hora de volver a tierra mientras estos agentes recuerdan y piden a la población “prudencia y, ante cualquier problema, llamar siempre al 062 para evitar lo que ha ocurrido ya”. No tienen alas, pero son los ángeles que cuidan cada día la tierra para que, ese verde que ellos visten y que antes se reflejaba en el suelo desde el aire, vuelva a imperar y se vea desde el cielo tinerfeño.
Canarias ha sufrido a lo largo de la historia grandes incendios que han acabado con parte importante de su patrimonio natural. En 2007 se produjo el fuego más importante detectado en el archipiélago desde 1976. Fue en Gran Canaria y se quemaron 18.762 hectáreas. Lo provocó un trabajador de los servicios forestales que “quiso concienciar de la necesidad de que hubiera vigilancia constante en los montes”. Acabó siendo localizado y condenado a ocho años y medio de prisión. Ese mismo año, Tenerife también sufría otro desastre similar, con 16.820 hectáreas calcinadas.