Canarias no logrará la descarbonización sin la construcción de una central hidroeléctrica en Tenerife

Canarias no podrá completar su proceso de transición ecológica y lograr la producción de energía 100% limpia hasta que no se instale una central hidroeléctrica en Tenerife. “Si no disponemos de esa infraestructura, la descarbonización del archipiélago es ciencia ficción”, asegura a El Confidencial José Antonio Valbuena, consejero de Transición Ecológica del Gobierno regional sobre una instalación que supondría aumentar en un 30% la penetración de energías renovables en la isla.

Hay consenso sobre la ubicación prevista entre las administraciones canarias y también acuerdo técnico con Red Eléctrica de España (REE), pero la decisión final que permita iniciar el expediente no está tomada por parte del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico.

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Los cálculos de Valbuena apuntan a una inversión que ronda los 800 millones de euros que se amortizaría en pocos años ya que esta central sería capaz de cubrir toda la demanda de electricidad de Tenerife durante 6 horas al día. Además, abarataría el coste actual de la energía.

La localización elegida para ubicarla es el municipio de Güímar en cuyos barrancos se desarrolló durante décadas una actividad ilegal de extracción de áridos que ha dejado graves huellas medioambientales. “Es el único punto viable de la isla que cuenta con los desniveles suficientes para garantizar el salto de agua necesario”, agrega Valbuena.

Para el consejero canario se trata de una obra imprescindible que permitirá el ansiado almacenamiento de energía renovable en los momentos en que la demanda eléctrica no la requiere, además de una exigencia cada vez mayor. En Canarias crecen a gran ritmo los parques eólicos, los solares y el autoconsumo de forma que la potencia instalada está en torno al 30%.

"El ministerio tiene voluntad de estudiarlo, pero con voluntad no se descarboniza. Hablamos de una central que necesitamos con urgencia”

Sin embargo, la penetración de energías limpias en la red eléctrica del archipiélago es de solo el 20%, una diferencia que el consejero achaca a las importantes pérdidas que ocasiona no disponer de una infraestructura de almacenamiento como la central planeada en Güímar.

Por parte del Gobierno autonómico el compromiso es máximo. Y también las prisas. “Estamos dispuestos a conceder todas las autorizaciones administrativas y medioambientales en el plazo de un año. El Ministerio tiene voluntad de estudiarlo, pero con voluntad no se descarboniza Canarias. Hablamos de una central que necesitamos con urgencia”.

Corregir uno de los peores atentados medioambientales

La central hidroeléctrica se ubica en un punto muy recordado por los canarios: los barrancos de Güímar. En ellos se practicaron, de forma ilegal y sin control, extracciones de áridos que dañaron el territorio dejando un paisaje plagado de grandes hoyos que también acabaron con algunas especies endémicas y pusieron en riesgo los acuíferos.

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Todo un despropósito que finalizó con penas de cárcel y sustanciosas indemnizaciones por daños y perjuicios para los empresarios que explotaban esos terrenos, dada la imposibilidad de cumplir la sentencia judicial que ordenó inicialmente restaurar el descalabro que ocasionó la actividad extractiva.

Con la instalación proyectada “corregimos este atentado”, subraya el consejero. “Se taparán todos los hoyos existentes con los embalses que se precisan para producir el salto de agua y con los movimientos de tierra que origine la obra. Esta regeneración permitirá también la recuperación de la riqueza medioambiental de la zona tanto paisajística como en su biodiversidad”.

El consejero concluye en que esta infraestructura “solo tiene ventajas. Además de solucionar un gravísimo problema medioambiental recuperando el entorno, obtendríamos energía limpia y más barata para poder cumplir en plazo los planes de descarbonización de Canarias”.

"Solo tiene ventajas: soluciona un gran problema medioambiental recuperando el entorno y obtendríamos energía limpia y más barata"

Este aspecto es lo que más preocupa. Canarias ha rebajado al 2040 el año de su total descarbonización. El archipiélago depende de la importación de combustibles fósiles para generar electricidad en centrales eléctricas que están entre las más contaminantes del país, según un informe del Ministerio para la Transición Ecológica. Y también anota una escasa penetración de renovables. Los últimos datos oficiales la cifran en torno a un 20% a diferencia del 46% de la media de España.

Sobre esta transición energética giran otros muchos aspectos. Valbuena destaca la especial vulnerabilidad de las islas ante el cambio climático. La estimación realizada por la Universidad de La Laguna para la segunda mitad de este siglo apunta a que el archipiélago sufriría una mayor desertificación, escasez de lluvias y subida del nivel de mar que provocarían grandes cambios paisajísticos y socioeconómicos.

Se prevé que en torno al 10% de la población que tiene su residencia en la costa tendría que abandonarla para trasladarse hacia el interior

Como ejemplo, se prevé que en torno al 10% de la población que tiene su residencia en la costa tendría que abandonarla para trasladarse hacia el interior de las islas.

Gran Canaria avanza en su transición ecológica

En Gran Canaria, y con un presupuesto de 589 millones de euros, avanzan las obras iniciadas del Salto de Chira, una central hidroeléctrica de bombeo reversible que funcionará como la gran pila de almacenamiento de energías renovables de la isla. Su puesta en marcha le permitirá alcanzar la descarbonización en torno al año 2035.

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Una instalación que aprovecha la existencia de dos grandes embalses situados en el interior de la isla para construir entre ambos una central de bombeo de 20 MW. Según las previsiones de REE, incrementará la producción de renovables en un 37% y mejorará la garantía de suministro y la seguridad del sistema.

Será la más grande, pero no la primera en ponerse en marcha en el archipiélago. Desde 2014, la central Gorona del Viento en El Hierro combina un parque eólico con un salto de agua para producir electricidad. Con sus más de 11.000 habitantes, la isla ha podido abastecerse hasta en un 60% de electricidad gracias a esta infraestructura de fuentes limpias.