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Guerra fría en el PSOE
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Gonzalo López Alba

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Guerra fría en el PSOE

Los críticos ya "calientan motores" para recoger avales con vistas al congreso de mayo y no desperdician ningún traspié del candidato para que trascienda su distanciamiento

Foto: Pedro Sánchez y Susana Díaz, en su último mitin de campaña juntos, el pasado 17 de diciembre en Torremolinos, Málaga. (EFE)
Pedro Sánchez y Susana Díaz, en su último mitin de campaña juntos, el pasado 17 de diciembre en Torremolinos, Málaga. (EFE)

“A mí no me ha dicho [Susana Díaz] que se vaya a presentar [como candidata para sustituir a Pedro Sánchez al frente del PSOE]. Pero, si lo hace, demostrará que tiene una gran valentía”. Este comentario, de uno de los presidentes autonómicos críticos con la gestión de su secretario general, resume el estado de la situación en el PSOE, que no es otro que el de una guerra fría, característica distintiva frente a la guerra abierta por el poder que ha estallado en Podemos y a la latente que hay en el PP.

Entre los dirigentes socialistas, hay quien sostiene que la presidenta andaluza ya tiene decidido postularse como relevo y quien mantiene que solo sigue deshojando la margarita. Pero hay dos datos que revelan a todas luces que está muy lejos de haberlo descartado: Máximo Díaz Cano, el coordinador de la campaña de Carme Chacón en su enfrentamiento con Alfredo Pérez Rubalcaba y ahora secretario general en la Presidencia de la Junta de Andalucía, realiza periódicos sondeos en todas las federaciones y mantiene contactos abiertos con dirigentes de todas ellas; y en muchas federaciones, si no en todas, los cuadros ya han recibido instrucciones de ir “calentando motores” discretamente para la recogida de avales con vistas a la presentación de candidaturas al congreso previsto para el 21 de mayo, que estará precedido por la votación de los militantes, el 8 de mayo -el plazo para la presentación de candidaturas se abrirá el 11 de abril, y el 15 el de la recogida oficial de avales-.

placeholder El rey Felipe VI recibe a Pedro Sánchez, el pasado 2 de febrero en la Zarzuela. (EFE)
El rey Felipe VI recibe a Pedro Sánchez, el pasado 2 de febrero en la Zarzuela. (EFE)

A la espera de que se dilucide si Sánchez podrá o no hacer un segundo intento de investidura, a la que ya solo podría presentarse con la garantía de tener apoyos suficientes para ser elegido, escenario que sigue estando en manos de Podemos, los socialistas viven en una situación de calma tensa. Desde que el Rey encomendó a su candidato el intento de formar Gobierno, las críticas abiertas a Sánchez prácticamente han desaparecido, por eso que algunos llaman “patriotismo de partido”, pero los críticos no desperdician ningún traspié del secretario general para que trascienda su distanciamiento y aguardan a que apure todos los cálices del fracaso.

El último traspié ha sido el infructuoso ruego público al primer ministro de Grecia, Alexis Tsipras, para que medie en su favor ante Pablo Iglesias, “un espectáculo”, a juicio de muchos socialistas, porque evidencia que Sánchez ya actúa “a la desesperada”, a sabiendas de que sus opciones pasan por la abstención de Podemos y de que la crisis abierta en este partido refuerza a los partidarios de ahogarlo en unas nuevas elecciones.

La tardanza en forzar la renuncia de Besteiro se explica por la necesidad que tiene Sánchez de contar con el apoyo de algunos barones territoriales

Pero si muy criticado ha sido este movimiento, mucho más lo ha sido la tardanza en forzar la renuncia de José Ramón Gómez Besteiro como secretario general del PSOE de Galicia, porque mientras que lo primero solo le desacredita a él, la respuesta en este caso afecta a la imagen de todo el partido. Su renuncia a optar a la candidatura a la presidencia de la Xunta era a todas luces insuficiente, porque, para empezar, era una renuncia a lo que no tenía. Que Besteiro se mantuviera al frente del partido estando imputado por 10 presuntos delitos en dos causas solo daba argumentos a quienes creen que los socialistas no son de una pasta moral distinta a la derecha, y que Sánchez no forzara su dimisión daba la razón a quienes opinan que también en el PSOE hay una vara de medir diferente para “los nuestros” y “los otros”.

Siendo tan trascendentales los efectos adversos de la continuidad de Besteiro, tanto que finalmente han podido más que las resistencias, la renuencia de Sánchez a señalarle la puerta de salida -en contraste con la forma en que fulminó al madrileño Tomás Gómez, alegando subrepticiamente la presunción de que sería imputado por el caso del tranvía de Parla- solo tiene una explicación: en algunos despachos de Ferraz se pasan el día echando cuentas y Besteiro podía acarrear votos de apoyo a la reelección de Sánchez como secretario general. No hubieran sido muchos, porque Galicia solo es la quinta federación por número de militantes -sin contar al PSC, que la desplazaría a la sexta posición-, pero todos suman.

Susana Díaz mantiene activa su red de contactos a la espera de que Pedro Sánchez apure el cáliz

Para Sánchez, tiene especial importancia contar con el apoyo de algunos barones, porque la mayoría de la aristocracia socialista prefiere a la andaluza. Desde que su secretario de Organización, César Luena, empezó a cizañar en las federaciones díscolas, muchas se han convertido incluso en territorio hostil para el secretario general, hasta el extremo de que son varias las comunidades autónomas en las que el candidato ha tenido que programar y organizar su presencia al margen de los líderes regionales. Para intentar neutralizarlos, Sánchez se apoya en los que parecen llamados a constituir una nueva hornada de barones y baronesas, como Adriana Lastra en Asturias, Susana Sumelzo en Aragón, María González Veracruz en Murcia o José Luis Ábalos en Valencia, pero que a día de hoy, además de cargos vinculados a la dirección federal, solo tienen el marchamo de sucesores 'in pectore' (con la excepción de Ábalos, que es secretario general en la provincia de Valencia).

Si entre los seguidores de Díaz se da por seguro que contaría con el apoyo de la mayoría de las estructuras dirigentes, Sánchez cree tener su principal respaldo en los militantes. Entre sus partidarios se subraya que, según la encuesta de Metroscopia publicada el día 13 por 'El País', el 80% de los votantes socialistas opina que debería volver a ser el candidato si se repiten las elecciones, un porcentaje solo superado por Albert Rivera (96%) entre los votantes de Ciudadanos, el único partido de ámbito nacional en el que por ahora no se perciben luchas de poder ni cuestionamiento alguno de su líder.

Si la presidenta andaluza intenta desbancar a Sánchez, habrá un choque de trenes que puede auspiciar el surgimiento de un nuevo Zapatero

Si Susana Díaz da finalmente el paso, será una disputa a cara de perro que no se resolverá por una aplastante mayoría porque Sánchez también tiene sus adeptos, lo que permite pronosticar que, en el caso de que se llegue a esta situación, el partido se abrirá en canal. Pero, al mismo tiempo, la historia del PSOE demuestra que en su vida interna -salvo en la etapa de Zapatero- nunca ha primado la cultura del pacto, sino la de “el que gana se lo lleva todo”.

Lo que está claro es que, si quiere desembarcar en Madrid, Susana Díaz tendrá que mojarse y arriesgar, y es mucho lo que arriesga siendo la presidenta de Andalucía. Y si el temblor de las traviesas que preludia el choque de trenes es percibido con mucha intensidad, nadie puede descartar que surja un nuevo Zapatero con una nueva Nueva Vía.

“A mí no me ha dicho [Susana Díaz] que se vaya a presentar [como candidata para sustituir a Pedro Sánchez al frente del PSOE]. Pero, si lo hace, demostrará que tiene una gran valentía”. Este comentario, de uno de los presidentes autonómicos críticos con la gestión de su secretario general, resume el estado de la situación en el PSOE, que no es otro que el de una guerra fría, característica distintiva frente a la guerra abierta por el poder que ha estallado en Podemos y a la latente que hay en el PP.

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