Se buscan 5.000 trabajadores: la escasez de mano de obra amenaza al metal gallego
La patronal del sector reclama flexibilizar la llegada de extranjeros para atender la ausencia de profesionales
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La vieja consigna de que los emigrantes vienen a quitarles el trabajo a los españoles choca con realidades como la del metal gallego. El sector necesita 5.000 trabajadores que contribuyan a consolidar su imparable crecimiento de los últimos años. En torno al 75% de esa demanda se centra en soldadores, electromecánicos, electricistas o caldereros, pero hay otro 25% de demanda no satisfecha de ingenieros, comerciales o diseñadores. "Se jubilan muchos profesionales, pero no hay chavales para cubrirlos", se lamenta Enrique Mallón, secretario general de la Asociación de Industrias del Metal y Tecnologías Asociadas de Galicia (Asime), que considera imposible satisfacer la demanda sin recurrir a mano de obra de otros países.
El SOS lo lanzó Asime en la presentación del informe anual del sector, que refleja un incremento del 3% en empleo y un 10% en facturación. Son datos que hablan de la buena salud del metal, pero que también evidencian el lastre de la escasez de mano de obra, con una ocupación promedio de apenas el 90%. "La cifra de negocio podría haber subido incluso más en 2024, pero no lo hace porque no encontramos personas para trabajar", señala el responsable de la patronal, que cifra en 1.500 los empleados necesarios para ejecutar los pedidos que ya están en cartera y en 5.000 para poder desarrollar los que se podrían captar a medio plazo. En concreto, se precisarán 3.000 empleos en el área de Vigo, 1.500 en la provincia de A Coruña, 500 en la de Ourense y otros tantos en Lugo.
Según cálculos de Asime, de poder contar con los profesionales que se necesitan la facturación se incrementaría en un 20%. "La necesidad es urgente", subraya Mallón, que garantiza que se cumplirán en todo caso los pedidos en cartera. "Las empresas recurren a convenios con otras compañías o automatizan procesos para entregar los pedidos, porque de lo contrario tienen que hacer frente a penalizaciones", señala. Pero apunta a continuación la necesidad de adecuar la oferta formativa oficial a la demanda de la industria. "En los últimos años hemos avanzado algo, hay apoyo de la Xunta y del Ministerio de Educación para realizar cursos de adaptación urgente de hasta 60 horas para satisfacer las necesidades más inmediatas de personal", admite.
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Esos cursos están orientados no solo al reciclaje de trabajadores procedentes de otros sectores. También sirve para adaptar a los que llegan del extranjero, una de las soluciones más adecuadas por las que apuesta. En ese sentido, la petición de la patronal consiste en una actualización del catálogo de ocupaciones de difícil cobertura, un documento fundamental a la hora de acelerar las contrataciones de no comunitarios. "Si los empleos que ofrecemos no están en ese catálogo, se complica la convalidación de las contrataciones de extranjeros por parte de las subdelegaciones. Hay que hacer un trabajo inminente para adaptarlo y que todo fluya más rápido", recomienda Mallón.
Asime defiende el establecimiento de métodos para la incorporación de forma ágil de profesionales de otros países en el caso de no poder cubrir las necesidades con trabajadores de Galicia y el resto de España. "Especialmente de América Latina, por proximidad cultural e histórica", apunta su máximo responsable. Países como Perú, Colombia, Argentina, Ecuador y Chile aportan ya mano de obra a las industrias gallegas del metal: en torno a 200 trabajadores solo en 2024, en su mayoría cualificados, aunque necesitaron de un proceso de adaptación. Son cifras que mejoran año a año, pero que resultan "insuficientes"
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Entre las causas del escaso interés que suscitan en Galicia y en España los empleos en el sector, la patronal descarta la económica. "No es un problema de retribución, los convenios del metal gallego son de los que mejor retribuyen a nivel estatal de cualquier sector", descarta el directivo. El problema al que apuntan es "demográfico, de natalidad y de pirámide poblacional". Mallón sostiene además que perviven prejuicios sobre el tipo de trabajo –"en parte por culpa de los propios empresarios"– que considera superados: "No hemos hecho una promoción adecuada de nuestro ramo. Trabajar en el metal no consiste en llenarse de grasa o realizar actividades de riesgo. Eso ya no es así, la mayoría son empleos en plantas adecuadas en condiciones agradables, con seguridad laboral y buenas retribuciones".
El sector puso en marcha recientemente con la Xunta un programa pionero de microcredenciales, consistente en formaciones de hasta 60 horas para profesionales de otros ramos que se quieran reconvertir, un proyecto que se está demostrando "muy efectivo para satisfacer necesidades urgentes pero insuficiente". "Si a un trabajador le dices que tiene que hacer 500 horas para capacitarse es posible que no lo acepte. Estos cursos menores no los van a cualificar igual, pero sí les van a permitir entrar en un grupo con un jefe de apoyo que los oriente", explica el secretario de Asime.
El metal gallego representa el 19% del PIB de Galicia y aglutina a 3.500 empresas. Según datos de Asime, en 2024, a diferencia de 2023, apenas desaparecieron empresas del ramo, tras haber perdido más de 260 en el ejercicio anterior. Pese a todo, el sector ha detectado una disminución del número de pymes debido a la ausencia de relevo generacional o a la ausencia de una estructura mínima suficiente para poder competir en un entorno globalizado. La patronal se felicita también por su escasa dependencia de Estados Unidos, lo que relativiza el efecto de la guerra arancelaria emprendida por ese país. La Unión Europa es el mercado prioritario de la exportación, con Francia a la cabeza.
La vieja consigna de que los emigrantes vienen a quitarles el trabajo a los españoles choca con realidades como la del metal gallego. El sector necesita 5.000 trabajadores que contribuyan a consolidar su imparable crecimiento de los últimos años. En torno al 75% de esa demanda se centra en soldadores, electromecánicos, electricistas o caldereros, pero hay otro 25% de demanda no satisfecha de ingenieros, comerciales o diseñadores. "Se jubilan muchos profesionales, pero no hay chavales para cubrirlos", se lamenta Enrique Mallón, secretario general de la Asociación de Industrias del Metal y Tecnologías Asociadas de Galicia (Asime), que considera imposible satisfacer la demanda sin recurrir a mano de obra de otros países.