El pueblo más escondido de Galicia que es perfecto para tener un descanso reparador y recargar pilas
Un río cristalino, puentes de piedra y el verde como telón de fondo convierten este lugar en un imprescindible
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Rodeado de montañas y bosques frondosos, Samos es sinónimo de desconexión. Este pequeño municipio de Lugo, encajado en la comarca de Sarria, ha pasado desapercibido para muchos viajeros a pesar de esconder uno de los tesoros más tranquilos y auténticos de Galicia. Si lo que buscas es huir del estrés, del ruido y de las multitudes, este rincón silencioso parece hecho a medida.
A pesar de su historia y su belleza, sigue siendo un pueblo infravalorado. La revista Viajar lo ha incluido entre los pueblos gallegos más bonitos que aún no tienen el reconocimiento que merecen. Su casco urbano, con calles empedradas, casas de piedra y un ritmo pausado, se funde con un entorno natural de postal que cambia con cada estación del año. Es un lugar para frenar el ritmo y respirar profundo.
El Monasterio de San Julián de Samos es la joya del municipio. Fundado en el siglo VI, está considerado la abadía habitada más antigua de España. Su mezcla de estilos arquitectónicos —gótico, renacentista y barroco— guarda siglos de historia vinculados a la vida monástica y al Camino de Santiago. Además de su belleza monumental, su ambiente sereno atrae tanto a peregrinos como a viajeros curiosos.
Más allá del monasterio, la naturaleza es la protagonista. Una sencilla ruta de senderismo de 3 kilómetros conecta el núcleo urbano con A Pontenova, bordeando el río Sarria y cruzando antiguos puentes de piedra. Los paisajes verdes, las cabañas de pescadores y el canto de los pájaros convierten este paseo en una experiencia sensorial que invita al descanso y la contemplación.
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Samos fuera del verano se vacía y se transforma en un refugio perfecto para quienes necesitan una pausa. Su tranquilidad es tan real como su silencio: solo interrumpido por el murmullo del río o el repique lejano de alguna campana. Lugares como la Capilla del Ciprés o la Torre del Reloj ofrecen rincones con encanto desde donde perder la noción del tiempo.
Samos también invita a saborear la Galicia más auténtica. En sus mesones y pequeños restaurantes es posible disfrutar de platos tradicionales como el caldo gallego, el lacón con grelos o el pulpo a feira, servidos con hospitalidad y sin prisas. Comer aquí no es solo alimentarse: es parte de la experiencia reparadora que ofrece este rincón escondido.
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Además, su entorno es perfecto para los amantes de la fotografía y la contemplación. Cada rincón ofrece una postal única, ya sea un amanecer entre la niebla, la luz que entra por los ventanales del monasterio o la calma de sus senderos fluviales. Samos no necesita grandes atracciones para enamorar: su belleza está en lo pequeño, en lo sencillo y en lo silencioso.
El municipio también refleja el impacto del éxodo rural. Aunque hoy apenas supera los 2.000 habitantes repartidos en 24 parroquias, eso no le resta ni un ápice de su encanto. Al contrario
Rodeado de montañas y bosques frondosos, Samos es sinónimo de desconexión. Este pequeño municipio de Lugo, encajado en la comarca de Sarria, ha pasado desapercibido para muchos viajeros a pesar de esconder uno de los tesoros más tranquilos y auténticos de Galicia. Si lo que buscas es huir del estrés, del ruido y de las multitudes, este rincón silencioso parece hecho a medida.